Movilidad

El caos por los cortes de la L8 llega a Francesc Macià

Las obras de prolongación provocan importantes interrupciones de tráfico en tres puntos de la ciudad simultáneamente

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BarcelonaEl caos que hace unos días se instaló en la plaza de Espanya de Barcelona ahora se reproduce más arriba, a Francesc Macià. "Llevo 30 minutos para recorrer un tramo que normalmente hago en 5 minutos máximo". Ésta era la queja, el lunes por la mañana, de un conductor de Sant Feliu de Llobregat que trabaja en Barcelona y entra normalmente por la Diagonal. Conversación con el ARA parado en un semáforo, metro espera, resignado, que el cuello de botella se deshaga y la circulación fluya. Pero este martes la situación ha vuelto a repetirse.

Como él, cientos de conductores se encuentran esta semana con un nuevo caos circulatorio en la entrada de Barcelona por la Diagonal, concretamente a la altura de Francesc Macià: la plaza se colapsa en hora punta a consecuencia de las obras de prolongación de la L8 de los Ferrocarriles de la Generalidad de Cataluña (FGC), que han obligado a cortar la parte superior de la calle Urgell, junto a la plaza. En este punto las máquinas ya trabajan para realizar una nueva estación de tren bajo tierra.

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En la superficie, el corte afecta directamente a 18.000 vehículos que entraban por la avenida Diagonal y giraban a Urgell para ir hacia el barrio del Eixample. Ahora no pueden hacerlo, porque las obras ocupan toda la calzada. Este corte entre la plaza Francesc Macià y la calle Buenos Aires es el segundo que sufre la calle Urgell en pocas semanas. Desde finales de enero, esta gran arteria barcelonesa también está cortada por las mismas obras más abajo, entre las calles de Còrsega y Rosselló. Además, la plaza Espanya también sufre las obras por la remodelación de la estación que hay debajo. Todo ello supone que las actuaciones para construir la nueva línea, que funcionará como un metro, afectan a más de 50.000 vehículos a diario, según los cálculos del Ayuntamiento.

"Hay mucha densidad de coches que aún no tienen claro hacia dónde deben ir, y también todos los buses, que van por la Diagonal", explica Sandra, que trabaja de recepcionista en un comercio muy cercano a la plaza y que llega al trabajo, precisamente, en uno de esos autobuses. "A medida que se aproxima a la plaza la cosa se complica: para medir 100 metros estamos más de 10 minutos", dice. Sin embargo, los comerciantes de la zona apuntan a que este martes la situación ha mejorado "ligeramente" respecto el lunes: "Cuando los que vienen por la Diagonal se acostumbren a tomar otro camino, todo este show irá bajando", se aventura a decir el conserje de una portería de la Diagonal mientras se entretiene mirando el tráfico y. De hecho, tiempo para acostumbrarse los conductores tendrán, porque los dos cortes de la calle Urgell (y las obras) se mantendrán como mínimo hasta finales de año.

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Un reto para la movilidad

El reto para reconducir todo ese flujo de tráfico es mayúsculo. Fuentes del departamento de Territori y del Ayuntamiento de Barcelona admiten que las "afectaciones son importantes" y subrayan las alternativas. Coinciden en que no hay ninguna otra calle de Barcelona capaz de asumir todo este tráfico, por eso el objetivo es diseminar todos estos vehículos por otras calles.

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Para evitar Francesc Macià, el consistorio ha previsto desviar por la calle Numancia los 18.000 coches que normalmente entran por la Diagonal y quieren girar por la calle Urgell. Desde la Diagonal se obligará a girar por esa otra arteria para acercarse al Eixample desde otros puntos. También se ha aprovechado la avenida de Josep Tarradellas (que tiene poco tráfico) para habilitar un carril extra de bajada para que los conductores accedan al barrio de Sant Antoni por la calle Borrell o por Buenos Aires.

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Para los 32.000 coches que suben a diario por la calle Urgell, la solución también es mixta. Los que vienen desde Sant Antoni giran por Rosselló, que ya hace un mes que ha cambiado de sentido hasta la calle de Calàbria. Y a quienes se acercan a Urgell por Aragón se les invita a seguir arriba por Casanova o Aribau, que ahora asumen mucho más tráfico que antes de las obras (unos 13.000 vehículos más al día).

El objetivo de todas estas alteraciones es abrir paso a la gran tuneladora que perforará el subsuelo de Barcelona para hacer albergar la L8. Cuando esté terminada, esta nueva línea unirá la estación de plaza Espanya con la de Gràcia, pasando por el Hospital Clínic y Francesc Macià, una zona de Barcelona que hasta ahora no tenía ninguna conexión subterránea y que basaba toda la movilidad en los autobuses.

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Aparte de los 50.000 vehículos afectados, más de 100.000 vecinos de la capital catalana y 8.000 comercios convivirán, también, con el ruido intenso de estas obras, como mínimo hasta diciembre.