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Más catalanes quieren ser maquinistas de Renfe: así es la cantera que hay en L'Hospitalet

Por primera vez, todos los aspirantes a maquinistas de la escuela de Renfe son de Cataluña

Roger, uno de los 28 aspirantes a maquinistas en Cataluña, utilizando el simulador
29/03/2025
4 min
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BarcelonaEl traspaso de Cercanías a la Generalitat ha provocado, en las últimas semanas, muchas rencillas. Y no sólo políticas. Uno de los colectivos que se ha mostrado abiertamente en contra ha sido el de los maquinistas de Renfe. Temen que el cambio de titularidad afecte a sus condiciones laborales y han intentado (y logrado) forzar cambios en la estructura que tendrá la nueva empresa mixta. La falta de maquinistas catalanes (actualmente el 80% son de fuera), la rotación y la movilidad constante de estos trabajadores, han tensionado aún más la operativa de un sistema ya de por sí delicado. Pero la situación podría cambiar.

Por primera vez, las 28 plazas de aspirantes a maquinistas del Centro de Formación que Renfe tiene en Hospitalet están ocupadas por alumnos catalanes. De Cunit, Torredembarra, Puigcerdá, Montgat, Viladecans... "Ha subido la demanda de aquí; vemos que la tendencia está cambiando", admite con una sonrisa el maquinista veterano Xavier Ruiz Cantí, coordinador de los estudios y formador de esta nueva hornada. Incluso hay aspirantes catalanes que se han quedado sin plaza aquí y se han ido fuera de Catalunya (a uno de los otros doce centros que tiene Renfe en el Estado) para formarse. Hasta el año pasado estaba al revés: la mayoría de estudiantes eran de fuera y sólo aterrizaban en nuestra casa para formarse e iniciarse en el oficio; después se marchaban más cerca de la familia. Los esfuerzos por promocionar este oficio —incluso con un stand en el Salón de la Enseñanza— han dado frutos.

La nueva canteracatalán entra en este mundo laboral en un momento convulso y con los usuarios más cabreados que nunca. Alcanzar el título, además, no será rápido: más de dos años de formación, prácticas y múltiples exámenes para conseguir la licencia europea. "Hay que tener muy claro que quieres hacer la formación, porque además no es barato", comenta Roger Sala, uno de los alumnos, de 33 años. El coste del curso, 21.200 euros, es también una barrera de acceso. "Yo no he pedido el dinero a mis padres; a mí me ha costado hasta los 33 años conseguirlo", explica el aspirante. El curso tampoco es sencillo. Es más bien una carrera de obstáculos que comienza con un primer examen de acceso. "Es necesaria una formación mínima de Bachillerato o FP de grado medio y superar una prueba que tiene una parte de cultura general, otra matemáticas y física y también de lengua, literatura e historia", aclara Ruiz Cantí. "También deben pasar un psicotécnico", añade. Las mejores notas obtienen una de las 300 plazas que hay anualmente en todo el Estado, de las que 28 están en Catalunya.

En el simulador los alumnos están aprendiendo a hacer frente a situaciones complejas.
Patrícia, a la derecha de la imagen, junto a los compañeros de la actual promoción de maquinistas.

El pasado jueves siete de estos alumnos realizaban prácticas ante el simulador. Dos estaban a los mandos del aparato que imita las condiciones de una cabina de tren. Desde su mesa el profesor les iba poniendo pruebas. "Señor maquinista, le entro una notificación", dice el profesor. "Ahora el alumno debe interpretar cuál es el problema que se le presenta y activar los protocolos correspondientes, es un momento delicado", explica Ruiz Cantí. El resto de alumnos observan atentos, desde un monitor, cómo lo hace su compañero. "No es fácil, hay un montón de normas y procedimientos específicos que hay que saber. Conocer todas las señales, vías, recorridos y saber responder correctamente a cualquier cambio o problema", explica Patricia D'Aprile, una de las pocas alumnas chica.

Dos alumnos utilizando los simuladores del Centro de Formación de Maquinistas de Renfe
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La tradición familiar, la pasión por los trenes o la conducción y la búsqueda de unas buenas condiciones laborales son los motivos que más repiten los alumnos cuando se les pregunta por qué han escogido esta profesión. "Yo soy nutricionista y trabajaba en el sector de la hostelería, con mucha precariedad —explica Patricia—. Tengo dos primos que son maquinistas y me convencieron de que éste era un trabajo estable, con sueldos dignos y que merecía la pena hacer la inversión". Estos sueldos dignos son, según el convenio, una nómina que para un maquinista novel supera los 2.000 euros (contando los complementos) y que aumenta con el paso de los años. Además, con horarios compactados. Sin embargo, Patricia, que ha pedido dos créditos para pagar el curso, es consciente de que cuando acabe todavía tendrá que pasar una oposición si quiere entrar en Renfe. "Me gustaría quedarme en Catalunya", asegura. "Yo también, quisiera conducir un tren de Cercanías y estar cerca de casa", coincide Roger.

Admiten que la red catalana, sin embargo, tiene retos. "Es complicada", dicen. "La zona más difícil es la del área metropolitana, hay muchos túneles y muchas bifurcaciones dentro", explica Ruiz Cantí que ha rodado muchos años en Catalunya y fue uno de los primeros maquinistas de Renfe en llevar trenes de alta velocidad a España. "También hay más vandalismo, más incidencias y menos inversión", señala Roger.

Enfrentarse a los usuarios cabreados

"A veces te encuentras con que, como maquinista, te hacen detener el tren y tú no sabes qué está pasando. Sólo que tienes que detenerte", explica Roger. "Es difícil ser la persona que está transportando a un millar de personas y no poder explicarles por qué te has detenido; la información es necesaria para gestionar los ánimos", explica Ruiz Cantí, que se ha encontrado en ella varias veces.

"Ahora que lo veo desde dentro, y veo que difícil que es solucionar una incidencia, pienso que ojalá todo el mundo lo supiera. Nada es tan sencillo como puede parecer desde fuera. El sistema es muy complejo", reflexiona Patricia. "Es muy fácil pedir que se pongan más trenes, pero por seguridad no se pueden poner más", prosigue. "Lo que es evidente es que todo lo que está pasando en la red de Cercanías no es bueno para nadie, los usuarios son los primeros que lo sufren, pero nosotros también", admite Roger. "No podemos pedirles más paciencia, la verdad. Yo pienso que movilizarse, como lo han hecho los maquinistas, funciona", concluye.

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