Movilidad

El Gobierno da marcha atrás y aparca uno de los nuevos accesos de la C-32 por la presión vecinal

El departamento de Territori no descarta reanudar el proyecto más adelante si hay consenso en los municipios

Los túneles de la C-32 a su paso por Mataró
22/11/2025
4 min

Barcelona"No tenía ningún sentido hacer otro acceso a la C-32, en Canet, si ya había otro un poco más allá", dice Mercè Girona, portavoz de la Coordinadora de Emergencia Ambiental de Canet de Mar (CEAC). Esta semana, los vecinos ecologistas del CEAC, Preservem el Maresme y Unió de Pagesos han recibido la noticia que hace tiempo que esperaban: el nuevo acceso a la C-32 en Canet de Mar finalmente no saldrá adelante. Después de años de movilizaciones vecinales y un buen pliego de alegaciones, el Govern ha decidido dar marcha atrás y ha sacado esta infraestructura del paquete de obras que saldrá a licitación en breve y prevé otros cinco nuevos accesos a la autopista a la altura del Maresme.

"Tuvimos una reunión en septiembre en la que ya nos lo dijeron, pero hemos esperado que lo hicieran oficial también en los ayuntamientos", explica Girona. Ahora falta el último paso: que la decisión quede por escrito. "Esto será alrededor de Navidad, cuando se publiquen las resoluciones en las alegaciones que hemos hecho", detalla la portavoz vecinal. "Nos aseguraron que el acceso de Canet decaía del proyecto y no se adjudicará ni se presupuestará", confirma. Por su parte, el Gobierno dice que no descarta totalmente el proyecto, sino que se "reestudiará" y asegura que se podría reanudar en un futuro si los consistorios se llevan a cabo. "Habría que todos los ayuntamientos se pusieran de acuerdo, lo que creemos que no pasará, y empezar de cero para buscar una nueva financiación", explica Girona, que da prácticamente por descartada esta vía.

La condición para pacificar la N-II

La construcción de los accesos a la C-32 era una de las condiciones necesarias para poder sacar adelante otra obra primordial: la pacificación de la carretera N-II, que recorre el Maresme paralela a las vías del R1 de Cercanías. Pacificar esta carretera –para convertirla prácticamente en una rambla junto al mar– es un deseo compartido desde hace años de la administración y el territorio, pero no acaba de desencallarse. Implica reducir mucho el tráfico, que se desviaría de forma natural hacia la autopista del Maresme, la C-32. Por este motivo, el Gobierno proponía hacer más y nuevos accesos a la autopista.

El primer acuerdo político para realizar esta gran obra data del 2009, hace dieciséis años. Entonces ya se prometieron 400 millones de euros. Hace dos años, en el 2023, la Generalitat firmó un acuerdo con el gobierno español de traspasos pendientes que incluía 384 millones para renovar la N-II, despejarla de coches y mejorar las conexiones con la C-32. Pero las entidades en contra del proyecto alegan que, con todo el tiempo que ha pasado, la reivindicación ha ido cambiando de forma y sentido. "Con la supresión de los peajes, la carretera se ha vaciado y los coches eligen la autopista por lo que la N-II se está pacificando prácticamente sola", argumenta al ARA Josep Maria Baqués, portavoz de Unió de Pagesos.

La N-II a su paso por El Masnou.

Así, según las entidades contrarias a la obra, actualmente los nuevos accesos a la C-32 pierden todo su sentido y sólo servirían para "trinchar aún más la comarca". Explican que varios estudios tanto del Govern como de la Diputación apuntan a que la nueva entrada y salida de la autopista sólo reduciría el flujo de tráfico en un 10%. "No hay necesidad de realizar más salidas para reducir la afluencia de la N-II, sobre todo comparado con el impacto ambiental que supone", subraya Girona, que remarca que el proyecto preveía tres salidas en menos de dos kilómetros y medio de autopista. "Son prácticamente más salidas que las que hay la ronda de Dalt de Barcelona", añade Baqués.

Otro argumento clave que han utilizado los ecologistas es que esta obra fomentaba el uso del vehículo privado en detrimento del transporte público. "Quizá lo que habría que invertir más en Cercanías y no tanto en autopistas para vehículos privados", apuntan desde las diferentes coordinadoras vecinales. Las obras también se habrían "cargado" varias zonas protegidas a nivel ambiental y agrario y los planeamientos urbanos.

Las próximas luchas vecinales

Los vecinos viven el paro del proyecto como una victoria social y se sienten más legitimados que nunca. Por eso avisan de que continuarán protestando y añadiendo alegaciones al resto del proyecto. "Estamos muy contentos y llenos de argumentos para parar los otros accesos, el de Calella y Pineda y el de Cabrils, que se presentarán en Navidad y donde también presentaremos alegaciones técnicas", avanza el portavoz de Preservem el Maresme, Jordi Pagès. "Cuando alargaron la C-32 desde Mataró ya nos movilizamos. Recuerdo que sacamos los tractores y nos pusimos a labrar el asfalto que iban poniendo", rememora Baqués, de la Unió de Pagesos. "Entonces sí que [los políticos] vinieron al territorio, hablamos y se vinieron a algunos cambios", relata.

Baqués, Girona y Pagès coinciden en cuáles son las próximas luchas. "El acceso de Cabrils aún rompe más el espacio agrario y en uno de los modelos afecta directamente al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias, el IRTA. Estoy convencido de que se lo quieren llevar todo a Lleida, pero por la comarca es necesario tener una sede, porque tenemos el sector de la flor y la planta y eso sólo se puede trabajar desde aquí. Sí. ¿Este monstruo de proyecto?

En el horizonte, todas las entidades también ponen otro proyecto a más largo plazo: la prolongación de la C-32 hacia Blanes. "Estamos coordinados con las plataformas Detenemos la C-32 y con SOS Costa Brava para detenerlo", advierte Pagès, de Preservem el Maresme. "Las cosas deben solucionarse pisando el territorio, y no desde los despachos haciendo dibujos en un plano", concluye Baqués.

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