"¡Nos va la vida en ello!": los ciclistas piden respeto en la carretera
Más de 80 ciclistas han muerto en siniestros desde 2010 y más de 640 han quedado heridos graves
Barcelona"Le di un beso a mi mujer y a mis dos hijos, cogí la bici para salir a entrenar y les dije: vuelvo en un rato. Y resulta que era mentira". Enric Pérez ha repasado mentalmente miles de veces la mañana del 2 de agosto de 2011, ahora hace 11 años. Tardó meses en volver a casa. Y lo hizo en silla de ruedas. Aquel día, un accidente en la carretera lo obligó a pasar un mes entero en la UCI y medio año más de hospital en hospital. "Estaba acabando una bajada y reduje la velocidad de la bicicleta para entrar en una población. Había una curva y de la primera calle del municipio salió un coche que se saltó la señal de ceda el paso", recuerda Enric, que tenía 42 años cuando sufrió el accidente. "Es una calle donde hay varias naves abandonadas y un taller mecánico, y, sinceramente, no me esperaba que saliera ningún coche". La pericia de Enric, que era guía de montaña y estaba acostumbrado a entrenar con la bicicleta por carretera, hizo que pudiera esquivar el coche. "Lo que ya no pude evitar fue la pared del edificio de al lado".
El golpe le provocó una lesión medular. "Cuando recuperé la conciencia me dijeron: «Te estoy pellizcando las piernas, ¿lo notas?» Y en aquel momento me di cuenta de que estaba acabado", relata. Por su trabajo, Enric sabía perfectamente que, si no notaba aquel pellizco, lo más probable era que hubiera perdido la movilidad. "De alguna manera sí que perdí la vida, en el accidente. Perdí la manera como vivía hasta entonces y la manera como me ganaba la vida, un trabajo que me apasionaba, porque no podría volver a la montaña", explica. Después vinieron los días en la UCI, las operaciones y la recuperación.
Enric es uno de los más de 640 ciclistas que han quedado gravemente heridos en la última década en Catalunya debido a un accidente en la carretera, según los últimos datos disponibles del Servicio Catalán de Tráfico. Desde 2010, más de una octogésima de ciclistas han perdido la vida en siniestros. Pero lo que más preocupa es que, en los últimos años –4 muertos en 2021, 9 en 2020 y 9 más durante 2019– todas las víctimas mortales, excepto una, fueron provocadas por la colisión entre la bicicleta y otro vehículo. La última hace solo una semana, en Osona, cuando un camión atropelló un ciclista.
"El verano es una época complicada porque hay más movilidad en la carretera y también más ciclistas que aprovechan las vacaciones para salir a pedalear", explica la presidenta de Stop Accidentes, Ana Novella, que pide respeto y cordura, este verano "y siempre". Más allá de las campañas de sensibilización y las normativas, Novella se plantea una cuestión de convivencia: "¡Nos va la vida en ello! Todo se tendría que basar en el respeto a las normas y a la vida. Hay gente que cuando sube al coche se transforma –asegura–, le crece un sentimiento desproporcionado de propiedad frente al coche y la carretera y, a la mínima, saltan. Las calles y la carretera son para todos, así que respeto", reclama. Y hace un aviso: "No le podemos llamar accidente a todo. Saltarse las normas no es mala suerte, no es involuntario". Recuerda que los ciclistas pueden ir de dos en dos y al mismo tiempo insiste en que tienen que ir equipados y visibles.
Esta es, precisamente, una de las obsesiones de Valeri: que los coches lo vean. "No hay ni un solo día en el que no tenga un susto", explica. "Voy atento a todo y también a las señales de los coches, a sus gestos y a sus actitudes. Tengo muy claro que nosotros somos los vulnerables", dice. De camino a casa le da miedo especialmente una rotonda donde, hace tres años, lo embistieron por detrás. Un vehículo lo "picó por detrás y me arrastró 10 metros –recuerda–. Mantuve el equilibrio, pero fue suerte, podría haberme muerto", admite. El temblor en las piernas, dice, le duró horas. En este caso el conductor se paró y se preocupó por su estado. Pero no siempre es así.
El hombre que no le cedió el paso a Enric intentó marcharse del lugar del accidente, pero los vecinos se lo impidieron. "Nunca más lo he vuelto a ver", dice. Ahora ya ha superado las heridas físicas y psicológicas del accidente y dirige Fràter Girona, una asociación que trabaja por la integración de personas con diversidad funcional. Pero nada le ha sido fácil y remarca que "lo peor del accidente es lo que viene después": "Yo salí del hospital eufórico pensando que, de acuerdo, iba en silla de ruedas, pero tenía fuerzas para volver a hacer muchas cosas –recuerda–. Pero el pueblo donde vivíamos estaba todo adoquinado, mi casa tenía escaleras estrechas y era poco accesible con la silla... Nos tuvimos que mudar. También perdí a muchos amigos –admite–, algunos porque no lo supieron gestionar y otros que se marcharon hartos de mi mal humor. Y, más adelante, me acabé separando", enumera. "Mis hijos me recordaban hace poco que hubo un día en el que estaba de tan mal humor que les prohibí reír; terrible", recuerda ahora.
Tanto Enric como Valeri han reflexionado mucho sobre el accidente y no guardan rencor. "Nosotros también tenemos que entender que somos pequeños, quedamos en ángulos muertos en los espejos y, si no vas muy equipado o iluminado, es fácil que no te vean", apunta el joven. "Él no cedió el paso y yo quizás iba más rápido del que tocaba", admite Enric. "Al final, la única manera de convivir en la carretera es con tolerancia y entendiendo al otro", añade Valeri.
Hacer cumplir la ley
Desde la Coordinadora Catalana de Usuarios de la Bicicleta apuntan que lo que hace falta para reducir los accidentes es hacer cumplir la ley. "Las normativas no están mal, pero ni se cumplen, ni se controlan ni se sancionan", defiende el portavoz de la coordinadora, Albert Garcia. Hace unos años los colectivos en lucha contra los accidentes consiguieron que la fuga del lugar del accidente fuera tipificada como un delito penal. Pero Garcia explica que ni siquiera así se han endurecido las penas. "Los jueces tienen derecho a interpretación y las rebajan, porque ellos también son conductores; ¿me explico?" Novella coincide: "Se sienten identificados con los conductores porque todo el mundo se ha saltado una señal alguna vez", añade. Su asociación, Stop Accidentes, también pide juzgados especializados en esta cuestión. "El 80% de los casos que llegan a los juzgados están relacionados con el tráfico –apunta–. Hay violencia viaria y estamos hablando de muertos que son 100% evitables", mantiene Novella. "No puede ser que siempre se presuponga que el ciclista habrá hecho algo mal", dice Garcia. Mientras las leyes se mantengan así, Valeri sugiere un cambio de mentalidad: "Los ciclistas nos tenemos que poner en la piel del conductor y ellos estaría bien que pensaran «mira, este ciclista podría ser mi padre, o mi hija o mi amigo»".