Emergencia social

La pobreza se agrava: "Era o comer yo o los niños"

En el 12% de las familias que atiende la Cruz Roja, los menores no pueden hacer las tres comidas diarios o tienen una alimentación insuficiente

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Unos niños comiendo al comedor escolar

MartorellLa crisis social y económica agravada por la pandemia sigue de manera imparable. Los hospitales se vacían de enfermos de coronavirus y se reducen los nuevos contagios, pero a un ritmo inversamente proporcional cada vez son más los ciudadanos que necesitan ayudas para comer y sobrevivir. Lo repiten las entidades del tercer sector desde marzo del 2020, y este viernes la Cruz Roja ha dado cifras. La mitad de las familias a las que atiende la entidad –una de las más grandes del sector– dependen de ayudas externas para poder tener un plato en la mesa y, aún así, todavía las hay que no pueden. En el 12% de los casos los hijos menores de edad han ido a dormir sin haber podido hacer las tres comidas diarias. Es lo que se llama inseguridad alimentaria severa, un concepto que define la imposibilidad de acceder a comida o el hecho de tener una alimentación insuficiente y poco sana. 

Los datos del Observatorio sobre el Impacto del Covid en la Alimentación del Hogar perfilan una realidad que el coordinador de la entidad, Enric Morist, ha calificado de “riesgo de desbordamiento humanitario”. Porque, lejos de estabilizarse como pasa con la incidencia epidemiológica, la catástrofe social es profunda y va para largo, porque a la población que ya tenía problemas para cubrir las necesidades básicas se ha sumado un nuevo perfil que hasta ahora no se había imaginado nunca que tendría que recurrir a la ayuda externa. Montse Bargués es una de ellos. Hace cuatro años tuvo que acoger a dos nietos que ahora tienen seis y ocho, y la vida le cambió del todo porque, además de hacerse cargo de ellos, tuvo que dejar el trabajo en Andorra y volver a Vallirana, donde con casi 60 años y enferma de fibromialgia le ha sido imposible reincorporarse en el mercado laboral.

Por primera vez en la vida pidió ayuda a los servicios sociales y pasó la “vergüenza” de las primeras veces, pero no había más opción que adaptarse a la nueva situación, porque los números no le salían con los 452 euros de pensión y los pocos más de 600 que recibe por la acogida de los niños. Se tienen que pagar gastos básicos, la hipoteca y el día a día. Había días en los que no comía para que no les faltara a los dos niños. “Era ellos o yo y me preguntaban por qué no cenaba con ellos, pero les decía que ya cenaría más tarde”, recuerda. Pero muchos días iba a la cama con el estómago vacío, una situación que han sufrido los adultos del 30% de las familias atendidas.

Ahora Bargués recibe la ayuda de la tarjeta para comprar alimentos y ropa de la entidad, pero tampoco puede gastar sin contemplaciones. “A final de mes me lo tengo que mirar y siempre voy con la libreta y la calculadora para no pasarme”, explica, y destaca la importancia “de ahorrar aunque sean tres euros” para la economía familiar: “Si no hubiera sido por la Cruz Roja, mis nietos no habrían tenido Reyes”.

A la crisis social todavía no se le ve salida y, en este sentido, la coordinadora del Observatorio, Pilar Millán, ha augurado una “difícil recuperación”. Solo las tres primeras semanas de la pandemia, en marzo del 2020, se atendió a más personas que en todo el año anterior. Eran sobre todo mujeres solas con hijos a cargo, que de la noche a la mañana perdieron el trabajo precario, y ciudadanos sin residencia legal, fuera totalmente del sistema de protección público. Después de la primera sacudida, la lenta reapertura económica ha hecho que un porcentaje recuperara autonomía pero los datos señalan que en este último semestre han aumentado un 13% las personas atendidas de manera directa por la Cruz Roja. De las 416.000 del mes de marzo a 600.000.

La cifra aumenta si se tiene en cuenta que la ayuda repercute finalmente en 1,5 millones de personas, es decir, que uno de cada cinco catalanes necesita el apoyo de la ONG para salir adelante. “La situación es crítica”, ha subrayado el director, Josep Quitet, mientras que Millán ha reclamado políticas públicas para acompañar a las personas y evitar la “cronificación” de la pobreza. Porque en cada crisis económica siempre hay “quien no puede remontar” con la recuperación económica. “La asistencia humanitaria se alargará”, ha augurado teniendo en cuenta que el 60% de las familias no habían recurrido nunca a la Cruz Roja y el 44% ni siquiera habían pedido nunca ayuda. Estos "nuevos" desconocen los circuitos para pedir ayudas y esto puede explicar, en parte, que la mitad de los niños no hubieran tenido beca comedor, una situación que confían en que se haya solucionado este curso.

La inestabilidad y precarización de los trabajos hace que un tercio de los núcleos atendidos no dispongan de ingresos estables y se vean obligados a buscar la red de familiares y amigos y entidades y servicios públicos para llenar la nevera. Nueve de cada diez de los atendidos responden que los próximos meses les será imprescindible recibir ayuda externa.

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