La policía no ve ninguna incidencia en las aglomeraciones de las fiestas de Gràcia

Centenares de personas se amontonaron sin mascarilla durante la noche de ayer en diferentes puntos sin que Mossos ni Urbana actuaran

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Decenas de jóvenes alargando la fiesta, a la plaza del Sol de Gràcia, sin guardar las medidas de seguridad

BarcelonaNi la Guardia Urbana de Barcelona ni los Mossos d'Esquadra vieron ayer ninguna incidencia en las aglomeraciones que se fueron repitiendo durante la primera noche de las fiestas del barrio de Gràcia de Barcelona. A las 22.30 h, por ejemplo, centenares de jóvenes bailaban, casi todos sin mascarilla ni respetar ningún tipo de distancia de seguridad, en la calle Ramon y Cajal de Barcelona. Concentraciones como esta salpicaron aquí y allá la noche en el barrio, a pesar de que la más vistosa quizás fue la última, que llegó a reunir cerca de medio millar de personas en la plaza del Sol, hasta que la Guardia Urbana apareció a la 1.30 h, media hora después del toque de queda.

Cuando los agentes de la Guardia Urbana irrumpieron en la plaza del Sol ya solo quedaban unos 200 jóvenes. "No nos consta ninguna incidencia", afirma una portavoz del Ayuntamiento, respecto a los botellones y las aglomeraciones que se fueron repitiendo durante la noche. "La Guardia Urbana actúa cuando se requiere y en este caso ha sido una actuación dentro de la normalidad", añade sobre el desalojo de la plaza, que fue realmente tranquilo: los guardias no usaron la porra ni se llegaron a poner el casco en ningún momento. Tampoco identificaron a ninguno de los que no llevaba la mascarilla sin mantener la distancia. Fuentes de los Mossos d'Esquadra también aseguran que no vieron ningún motivo para intervenir antes del toque de queda.

La presencia policial se hizo notar ayer en el barrio, sobre todo en puntos neurálgicos como el Carrer Gran de Gràcia o la Plaça de la Vila, pero eran especialmente controles estáticos o incluso dentro de los vehículos policiales que no interpelaban a los que no llevaban mascarilla en unas plazas y calles demasiado concurridas para que fuera físicamente posible mantener la distancia de seguridad de un metro y medio que permite no tener que llevarla. Tampoco faltaban grupos de gente bebiendo y comiendo en la calle en casi cualquier rincón, vulnerando una más de las restricciones para frenar el coronavirus.

"Es el pan de cada día", dicen fuentes de la comisión organizadora de las fiestas, que se desvinculan totalmente de estos comportamientos. "No tienen nada que ver con nosotros", deja claro Josep Maria Contel, portavoz y responsable de seguridad de la entidad, que insiste en poner en contexto las aglomeraciones de la noche del domingo con las que cada fin de semana hay en Gràcia. De hecho, las concentraciones de gente sin mascarilla contrastan con los actos oficiales, concentrados en pocos espacios, con aforo limitado y donde incluso hay que reservar para acceder.

Contel insiste que los incumplimientos de la normativa para frenar la pandemia no tienen ninguna relación con los actos de fiesta mayor, que se están sucediendo con las medidas de contención y seguridad dictadas por la autoridad sanitaria. "La plaza del Sol tiene una vida y una dinámica propia", dice el responsable vecinal, y asegura que cada día hay "espectáculos" como los del final de la fiesta del domingo. Lo cierto, sin embargo, es que ya había discrepancias en el seno de la fiesta antes de que empezara. Tal como explicó el ARA, hubo discrepancias entre algunas calles por la conveniencia o no de colocar barras exteriores para vender bebida. En la plaza Rovira i Trias, por ejemplo, no pusieron ninguna barra, mientras que en otras calles como la de Joan Blanques, sí.

A pesar de las aglomeraciones que hubo, las fiestas de Gràcia reunieron el primer día mucha menos gente de la que había sido habitual en años anteriores. Con pocas calles adornadas –y siempre con ornamentos que no quiten espacio de paso a los peatones–, ni conciertos fuera de los espacios oficiales, el barrio reunió a mucha menos gente de lo que es habitual durante su fiesta mayor. Y por mucho que algunos marcharan pasado el toque de queda, quedó vacío a una hora inédita en comparación con un fin de semana prepandémico cualquiera.

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