"Sabíamos que pasaría, hay mucha masa forestal"

Algunos vecinos se quejan de que las dotaciones de los Bomberos llegaron tarde a Artesa de Segre

Un vecino de Alòs de Balaguer remojando sus tierras después del incendio
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Artesa de Segre / Alòs de BalaguerA 25 kilómetros de distancia de Artesa de Segre, ya se podía ver en la lejanía desde la carretera una enorme columna de humo que se elevaba hacia el cielo. Era evidente que el incendio no estaba controlado. Por eso, pero también por el nerviosismo de los Mossos d'Esquadra, que este jueves al mediodía impedían el acceso a los periodistas en Baldomar, un pequeño núcleo situado a unos cinco kilómetros de Artesa de Segre donde no habían llegado las llamas, pero no estaban muy lejos. Allí es donde se han concentrado buena parte de los efectivos de los Bomberos, y también donde labradores voluntarios han acudido con sus tractores para ayudar a hacer cortafuegos. De hecho, los únicos vehículos que se veían circular por la carretera eran camiones de bomberos o vehículos de los Mossos. Y de vez en cuando se oía el zumbido de un helicóptero que pasaba cargado con agua.

La vida en Artesa de Segre ha continuado este jueves como siempre: la gente ha ido a trabajar, las tiendas estaban abiertas y las escuelas han dado clase. En la calle se veía poco movimiento, pero no por el incendio, sino porque hacía tanto calor y un sol tan abrasador que había que tener muchas ganas para salir a la calle. Lo que nadie podía evitar era estar con el corazón en vilo: el fuego estaba cerca.

En una explanada junto al instituto, se ha instalado una especie de campo base con efectivos de los Mossos d'Esquadra, los Bomberos, la UME y la Cruz Roja. Allí también han acudido las autoridades locales, que, como siempre pasa en estos casos, han asegurado que esto ya se veía venir: “Artesa de Segre tiene 20 núcleos agregados. Sabíamos que pasaría, hay mucha masa forestal y estamos en medio de la zona roja por riesgo de incendio”, declaraba la alcaldesa, Maria Cusola, de ERC. En otras palabras, que el municipio tenía demasiados números.

Un helicóptero de los Bomberos trabajando en el término municipal de Artesa de Segre.

Clua es uno de estos núcleos agregados, donde apenas viven unas veinte personas. La mayoría tuvo que huir con lo que llevaba puesto el miércoles. Solo cuatro se quedaron: los más mayores, que ya habían vivido el incendio del 1986 y se negaron a moverse de casa pasara lo que pasara. “A las cuatro menos cuarto todavía no había ni una sola dotación de los Bomberos en Clua, a pesar de que yo los había llamado una hora antes”, denuncia Diana Reig, que es una de las vecinas que tuvo que salir deprisa y corriendo, no porque quisiera sino porque, asegura, la obligaron los Mossos. “Incluso querían que me marchara descalza”, afirma. Lo único que tuvo tiempo de coger fue el portátil y los expedientes de trabajo. Es abogada y está embarazada de casi ocho meses. Este jueves trabajaba ante el ordenador en la terraza del Hostal Muntanya, donde el Ayuntamiento ha alojado a cinco de los vecinos evacuados. El resto se han buscado la vida en casa de amigos y familiares.

Diana explica que fueron evacuados a través de un camino que conecta Clua con la población de Gàrzola y que precisamente el departamento de Agricultura había arreglado el invierno pasado dentro de un proyecto de prevención de incendios. Esta primavera la Generalitat tenía que ejecutar la segunda fase del proyecto, que consistía en limpiar el bosque, pero las altas temperaturas y la sequía lo hicieron imposible, continúa detallando Diana, que es representante de Clua ante el Ayuntamiento de Artesa de Segre.

Otro de los municipios que ha salido especialmente malparado es Alòs de Balaguer. Está a unos 11 kilómetros de Artesa de Segre y tiene 130 habitantes, aunque solo una cincuentena viven allí todo el año. Las montañas que lo rodean están totalmente carbonizadas. El incendio estuvo a punto de llegar a las casas. Huele a quemado y, cuando sopla el viento, se ve perfectamente volar la ceniza. Este jueves varias dotaciones de la UME y una ambulancia hacían guardia a la entrada del pueblo, y los bomberos llenaban la cisterna de sus camiones en la piscina municipal.

Columnas de humo a tocar del municipio de Alòs de Balaguer

“Hoy hay muchos efectivos, pero cuando los necesitábamos era ayer, no hoy”, se queja un vecino al que se le conoce con el nombre de Siso de la Granja y que este jueves charlaba con otros en el restaurante del pueblo, El Molí. Uno de ellos, Raül Capdevila, no podía evitar emocionarse cuando hablaba de lo que había pasado. Tiene una casa de madera y el miércoles, cuando salió del trabajo a las seis y media de la tarde, lo avisaron de que se estaba quemando. Las llamas llegaron a escasos metros, pero por suerte no afectaron la casa. Parte de sus terrenos sí que han quedado cubiertos de una alfombra negra.

Raül se queja de que ahora nos llevamos todos las manos a la cabeza, pero que durante el resto del año nadie haga nada para limpiar el sotobosque. Él casi no ha dormido. Estuvo hasta las dos de la madrugada intentando apagar el fuego, y este jueves a las seis de la mañana ya estaba remojando sus tierras. Y lo continuará haciendo. No se fía. Este jueves por la tarde continuaban habiendo varias columnas de humo en Artesa de Segre.

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