"En SOS Racismo nos planteamos cerrar unos meses por falta de dinero"
Cheikh Drame, presidente de la entidad, explica que los problemas financieros ponen en riesgo la continuidad de la labor de denuncia de las discriminaciones
BarcelonaSOS Racismo Cataluña tiene abierto un crowdfundingpara intentar hacer remontar su estropeada caja. La pérdida de subvenciones –públicas y privadas– pone en riesgo la continuidad de esta entidad de referencia en la defensa de la igualdad. “Nos planteamos cerrar unos meses o realizar servicios mínimos aprovechando que en verano la demanda baja, porque tememos que algunos meses no podamos pagar nóminas”, explica Cheikh Drame, presidente de la ONG, que califica la situación de "dolorosa" tanto para las "personas que sufren el racismo" como también por el "estrés" que todo ello causa a las diez personas de la plantilla. "Las compañeras tienen inquietud, y al final nadie trabaja en SOS por la pasta”, resume. de los ayuntamientos y la Generalitat, pero no esconde un cierto pesimismo y decepción sobre el hecho de que esa "desfinanciación" llega cuando, dice, SOS Racismo hace más falta para hacer frente a los discursos de odio de la extrema derecha. futuro es "diversificarse" y dejar de depender de subvenciones, detalla el activista. Por eso desde hace tiempo el personal hace cursos y talleres en la administración y en escuelas para llevar la filosofía de la igualdad de trato y no discriminación. “Muchas veces nos encontramos con que debemos explicar más los problemas de la ley de extranjería a los profesores y maestros que a los propios alumnos”, afirma, ya que en las aulas acuden criaturas que, por ejemplo, no pueden continuar los estudios no obligatorios porque carecen de permiso de residencia en el Estado.
Drame sufre en su propia piel los obstáculos que impone la ley. Nacido en Senegal en 1991, se instaló con su familia en Martorell cuando tenía seis años, pero en estos momentos no tiene la nacionalidad española. La norma rechaza las solicitudes de quienes tienen antecedentes y él tiene unos del 2019. Los hechos se remontan al 2010 y supusieron su primer contacto con SOS Racisme. Tenía 19 años y, de un grupo de amigos del pueblo –todos blancos–, él fue el único que, después de tener que oír un “Mira, ese negro de mierda”, acabó detenido y con una condena a dos años de prisión por agresión a la autoridad pública, que no cumplió por carecer de antecedentes. Se queja de que en el juicio no le creyeron y desestimaron sus informes de lesiones. Se sintió tan atacado por cómo le habían tratado de que una amiga le acompañó hasta la sede de la entidad en Barcelona, pero, sin poder hablar con la familia de la que había pasado, no siguió con el proceso.
El 'negro de la casa'
Ese, pero no es el primer recuerdo que Drame tiene del racismo. No era consciente de ello, pero en primaria un compañero –que con el tiempo pasó a ser un gran amigo, dice– le saludaba con un “negro de mierda” que echaba a reír a la clase entera. “Incluso yo reía”, admite, y, en este punto, subraya que muchas veces el racismo –los racistas– se aprovecha de que las víctimas quieren pasar desapercibidas, no quieren problemas o, incluso, toman la estrategia del que él llama "los negros de la casa" y que no es más que reproducir actitudes racistas, pero nunca contra los blancos sino contra marroquíes, gitanos, etc. "Los discursos paternalistas, lo del negro bueno, siempre son aceptados, pero nunca cuando te rebotas", afirma.
Durante la infancia, en casa sentía continuamente los consejos de sus padres: "que no dijera nada" porque, al fin y al cabo, no estaban en su país y "son cosas que pasan". La conciencia del racismo vino más tarde, hacia los 12, cuando un policía local de Martorell le espetó "Me haré una cartera con tu piel" por no disponer de la documentación que le requería cuando estaba sentado en un banco con un amigo blanco.
Satisfacción por la expulsión de los mossos
Ésta, la violencia policial contra personas no blancas, se lleva el grosor de las denuncias que cada año recibe SOS Racismo, sobre todo por la política de identificaciones por perfil racial. Drame acumula un montón y, aunque dice haber aprendido a protegerse, al final la actitud prepotente de los agentes le rebela. Como esa temporada que un policía de Martorell le detenía a menudo para pedirle la documentación y le hacía vaciar los bolsillos. "Esto provoca que los vecinos, los peatones te miren como sospechoso", subraya. De ahí a oír gritos de “Vete a tu país” hay un paso. “Pero yo soy catalán, me siento catalán. ¿Dónde voy?”, se pregunta.
Con los años, su satisfacción ha sido que SOS Racismo propició la condena y la expulsión de los Mossos d'Esquadra de seis agentes que agredieron a un chico negro en Manresa en el 2019 al grito de “Mono, negro de mierda”. Por victorias como ésta –sostiene– no se puede cerrar el SAyD, el Servicio de Atención y Denuncia de la entidad, que cada año atiende alrededor de 700 víctimas del racismo estructural, que tiene detrás toda una maquinaria frente a una población sin derechos o estigmatizada sólo por el color de piel o religión. "Nuestros cuerpos no son válidos en esta sociedad", denuncia.
En vísperas de las elecciones europeas, en las que el control de la inmigración estará en el centro del debate, Drame reprocha que la izquierda no haya sido capaz de encontrar el tono y el discurso para hacer frente al de la derecha y lo atribuye a que "el antiracismo no da votos, y el racismo sí". Y ante los discursos de odio y agresiones racistas se pregunta cómo puede que haya un programa de prevención contra la radicalización del islamismo y no contra el fascismo.