Sucesos

La mafia que hacía llorar a bebés para que no los desalojaran de pisos que ocupaban para alquilarlos

Los Mossos desarticulan uno de los grupos criminales más importantes en este ámbito

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Imagen de archivo de un desahucio a la ciudad de Barcelona

BarcelonaCuando los Mossos d'Esquadra llamaban a la puerta, de repente un bebé empezaba a llorar. A veces había dos niños, incluso tres. En el piso parecía que vivía una familia, con algunos muebles colocados estratégicamente, migajas sobre la mesa, juguetes por el suelo y madres con criaturas en sus brazos rogando para que no los desahuciaran. Pero todo era un montaje. La policía, viendo a una familia vulnerable, no podía ejecutar el desalojo y se iba. Poco después, bebés, madres y muebles también abandonaban el piso. Unos días más tarde entraba una nueva familia y pagaba un alquiler para vivir. Estas sí que eran familias vulnerables, sobre todo inmigrantes sin papeles a los que les había costado mucho encontrar un techo. Pensaban que, por fin, habían tenido un poco de suerte, pero eran víctimas de una estafa. Los que se hacían llamar propietarios de aquel piso eran de una mafia que pocos días antes lo habían ocupado y ahora lo realquilaban.

Las falsas familias eran actores de una triste película. Tenían disponibilidad total y cuando los líderes del grupo criminal les llamaban tenían que apresurarse para ir a un piso y simular que hacía mucho tiempo que vivían allí. Cobraban 500 euros por cada función. Unos días antes otro miembro de la banda había forzado la puerta y había cambiado la cerradura. Entonces entraba en juego otra persona que pinchaba el agua y la luz de uno de los vecinos. Después de simular durante unas horas que en aquel piso vivían bebés, la mafia alquilaba todo el piso o habitaciones. Cobraban hasta 2.000 euros por una habitación. Incluso, a veces, vendían el piso ocupado. La tarea de buscar posibles inquilinos la realizaban los tres líderes de un grupo criminal que los Mossos d'Esquadra han conseguido desarticular. En los últimos cuatro meses tenían unos ingresos de 24.000 euros al mes.

Los pisos que ocupaban estaban en el distrito de Sants-Montjuic de Barcelona y también habían alquilado alguno en l'Hospitalet de Llobregat. Sobre todo, buscaban viviendas de grandes inmobiliarias o de bancos. De hecho, algunas entidades habían llegado a pagar dinero a los estafadores para que echaran a los inquilinos que ellos habían colocado allá ilegalmente. La banda les decía que por 10.000 euros el piso quedaría vacío. Pero la policía se ha encontrado que, después de recolocar a los inquilinos para que el piso quedara vacío, la misma mafia volvía a ocupar el piso. "Sabían que si el banco pagaba una vez, seguramente volvería a pagar otra vez", explica el jefe de la División de Investigación Criminal de Barcelona, el inspector Josep Naharro, que admite que ha sido una investigación "muy difícil".

Ninguna víctima ni ninguna entidad bancaria han querido denunciar los hechos ni declarar, y todo se ha hecho a partir de la "inteligencia policial". Eran unos delincuentes, en palabras del inspector, que "sabían lo que hacían", nunca utilizaban la fuerza para no enfrentarse a delitos más graves y estudiaban a fondo los protocolos policiales para encontrar rendijas. La investigación empezó hace algunos meses, después de que la Región Policial Metropolitana de Barcelona estableciera en su plan estratégico la investigación de grupos mafiosos especializados en este tipo de ocupaciones. Los tres líderes, según Naharro, estaban dentro del top 5 de delincuentes de este tipo. El primer indicio vino de las madres que hacían llorar a los niños: las vieron en unos cuantos intentos de desahucio seguidos. La policía tiene constancia de que este grupo ha operado desde 2020, pero solo han podido recoger información de estos últimos cuatro meses. En total, han intentado ocupar 24 pisos, 12 con éxito. En todo este periodo, siempre han mantenido una decena o más de pisos ocupados.

El 15 de noviembre los Mossos pusieron en marcha una operación que acabó con nueve detenciones. En la organización había tres niveles: los tres jefes, tres colaboradores necesarios -que forzaban la cerradura, pinchaban la luz o iban recaudando los alquileres- y las tres mujeres con niños. De momento, las madres siguen teniendo la custodia de los niños, pero el juzgado instructor y la dirección general de Atenció a la Infància y la Adolescència de la Generalitat ya están al caso de los hechos para tomar una decisión. De hecho, las madres no vivían de esto, tenían otros trabajos y con las falsas ocupaciones obtenían un dinero extra. Todos los miembros del grupo criminal han quedado en libertad con cargos y se enfrentan a delitos de estafa, usurpación de bienes y fraude eléctrico.

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