Los dos mossos acusados de poner cocaína y armas en el coche de un estibador niegan los hechos
El psiquiatra de la víctima asegura que sufre ansiedad y malestar extremo a raíz de la colocada
Barcelona"No". Ésta ha sido la respuesta más repetida por los dos mossos d'esquadra –un agente y un cabo de la comisaría de Sant Martí– que se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Barcelona por haber colocado droga y armas en el coche de un estibador del puerto de Barcelona, Carlos L., con el objetivo de incriminarlo en el 2016. El juicio está encarando su recta final y este miércoles ha sido el turno de la declaración de los acusados, ambos agentes y también dos mecánicos al que se atribuye. Los cuatro investigados han negado cualquier relación con los hechos respondiendo solo a las preguntas de sus abogados.
Los cuatro han desmentido que conocieran a Carlos L. y tuvieran nada en su contra. De hecho, durante su declaración, el estibador también aseguró que no conocía a los cuatro acusados, pero afirmó que quien quería incriminarle era David Caballero, conocido como Bubito, un ex trabajador portuario que hace un año fue asesinado en Montgat por un conflicto de drogas que todavía se está investigando. Sin embargo, la Fiscalía considera que los cuatro acusados son los autores materiales de los hechos y ha mantenido su petición de 18 años y nueve meses de cárcel para los mossos y de 14 años para los mecánicos. El psiquiatra que asiste al estibador también declaró al juicio y admitió que si bien al principio no se creía el complot hacia Carlos L., tras ver la documentación del caso se dio cuenta de que su discurso "era coherente". El especialista ha dicho que la víctima sufre un nivel de ansiedad y malestar extremo que se inició con la colocada. Ha añadido que "teme por su vida en todo momento", que cree que le espían electrónicamente, que le siguen, que le vigilan y le asedian, llegando a cortar con su entorno más cercano.
El primer agente de los Mossos ha declarado que forma parte del cuerpo policial desde el 2006 y que antes había sido policía portuario, pero que, sin embargo, no conocía estibadores. Ante la acusación de la Fiscalía de que la tarde antes de la colocada buscaron los datos de Bubito y de Carlos L. –así como su coche– en la base de datos policiales —con el nombre de usuario de su jefe—, el agente aseguró que ese día trabajaba de mañanas. El cabo, con más de tres décadas en el cuerpo, también ha afirmado que no se puede asegurar que esa tarde estuviera de servicio. Ante un cuadrante donde sale que trabajaron esa tarde, ambos han dicho que la ficha la llenó su cabeza con las previsiones de la semana, que no siempre acaban cumpliéndose. Sin embargo, el agente acusado aseguró que no sabe por qué está inmerso en un juicio y que es una "pesadilla".
La llamada
Según el relato de la Fiscalía, tras colocar la droga, uno de los dos mecánicos llamó al teléfono de guardia de la comisaría de Sant Martí. Dijo que se llamaba Alberto y era confidente de un tal Trini, un agente de la comisaría conocido por tener fuentes en el mundo de la droga. Esta llamada sirvió para informar de que había droga en un coche y se puso en marcha el operativo policial que fue hasta el lugar de los hechos: la puerta de un gimnasio junto a la plaza Francesc Macià de Barcelona. Allí se encontró la droga y se detuvo a Carlos L. Este sistema de llamada hizo sospechar a Trini, que declaró al juicio que nunca procede así con sus confidentes. El cabo, en cambio, ha dicho que es habitual.
De hecho, Trini describió que durante la investigación quedó con un confidente que explicó que había dos mossos de Sant Martí que colaboraban con el tráfico de drogas, facilitando, sobre todo, información confidencial. El confidente describió que uno tenía el rostro marcado y acento catalán, y el otro era muy alto y calvo.Los conocían como Pep y Godzilla. Trini aseguró que, en ese momento, él mostró una imagen de todos los miembros de investigación de la comisaría, y el informador señaló, "sin dudar", a los dos agentes acusados.
Ahora bien, este miércoles el agente acusado ha aportado al juicio su pasaporte para demostrar que el día que se tomó esa foto él estaba en Brasil y, por tanto, no podía aparecer. Todos negaron que se les conociera como Godzilla y Pep. Sí que uno de los mecánicos acusados admitió que conocía a los agentes "de vista" porque iban al mismo gimnasio.
El testimonio protegido
Sin embargo, en el juicio se ha vivido este miércoles un momento surrealista: debía declarar un testigo protegido que se ha echado atrás y no se ha presentado. De hecho, ya se echó atrás durante la instrucción. En un inicio, ante los Mossos declaró que sabía quién estaba detrás de la colocada y que dos implicados eran agentes de los Mossos. Los investigadores adjuntaron esta declaración a la causa, pero cuando le tocó declarar ante el juez, este testigo lo negó todo: que supiera de los hechos y que hubiera declarado con la policía. Este momento se mostró en la sala del juicio en un vídeo del día de la declaración.