Las terapias ilegales de conversión de homosexuales siguen en las librerías
Pese a la aprobación de la ley trans, libros con contenido homófobo se mantienen en el mercado sin ninguna regulación explícita
Barcelona“En este libro se abordan preguntas sobre cómo pasar de ser homosexual a ser heterosexual”. “Encontrará ideas para afrontar las distorsiones que enturbian su verdadera identidad masculina”. “¿Hay algún padre que quiera que su hijo tenga una vida homosexual? El autor cree que no”. Son frases que aparecen en Comprender y sanar la homosexualidad (Libros Libros), Quiero dejar de ser homosexual (Ediciones Encuentro) y Homosexualidad y Esperanza (Campomanes Editores), respectivamente, libros que todavía se pueden comprar en La Casa del Libro o El Corte Inglés, por ejemplo.
Algunos llegan a los 8.500 ejemplares vendidos y otros se están reeditando. Con la aprobación de la ley trans, las terapias de conversión para modificar la orientación o identidad sexual se prohibieron en España. Pero las medidas legales, políticas y administrativas para prevenir la discriminación en el colectivo LGTBI no han llegado al mercado literario, donde el discurso homófobo todavía circula impunemente, amparado en el derecho a la libertad de expresión.
“Saben qué terminología utilizar para ampararse en la libertad de expresión”, explica el coordinador general de la asociación LGTBI Arcópoli, Luis Fernando Rosales, sobre estas publicaciones. De hecho, el debate sobre los límites de la libertad de expresión es una constante en el ámbito del derecho, señala la investigadora posdoctoral en derecho penal Mariona Llobet. "Se considera que la libertad de expresión tiene dos límites: el honor de las personas y el discurso del odio, pero son conceptos indeterminados", apunta. Sin embargo, asociaciones como Arcópoli lo tienen claro: "La libertad de expresión llega hasta donde los derechos de otras personas comienzan a verse atacados". Por su parte, el presidente del Observatorio contra la Homofobia, Eugeni Rodríguez, subraya que es importante “tener indicadores para detectar cuándo se impone un discurso de odio bajo criterios académicos y científicos”.
Ningún control
Entidades LGTBI han intentado detener estas publicaciones a través del Síndic de Greuges o dirigiéndose a la Generalitat. La Oficina de Igualdad de Trato y No Discriminación (dependiente del departamento de Igualdad) gestiona sus denuncias, pero no realiza un seguimiento de los libros que existen en el mercado. Las organizaciones también señalan la responsabilidad del gobierno estatal, pero el ministerio de Cultura insiste en que las editoriales "tienen libertad de expresión para publicar", mientras que el de Igualdad se limita a acogerse a lo que establece la ley trans. Hasta ahora, todas las denuncias administrativas a las que ha tenido acceso este diario se han resuelto a favor de las editoriales.
Cuando hay indicios de delito de odio, las denuncias pasan al ámbito penal y se derivan a la Fiscalía . El abogado penalista Miguel Antón considera que "las fiscalías deberían actuar de oficio". La Fiscalía Provincial de Barcelona explica que "de momento no se tiene constancia de ninguna denuncia ni hecho delictivo" relacionado con publicaciones de este tipo. El secretario de la Federación Estatal LGTBI+, Ignacio Paredero, critica que la judicatura "no es particularmente sensible a la diversidad sexual". Y añade: "Los jueces nunca ven la homofobia". En cuanto a la administración pública, Rosales lamenta que "falta muchísima formación, que debería ser obligatoria".
El sector editorial también se lava las manos. La Federación de Gremios de Editores de España explica que "no se tiene acceso al contenido de las publicaciones". El director de la Agencia del ISBN, Miguel Jiménez, afirma que existe libertad total y advierte que el control de los escritos antes de publicarse sería “anticonstitucional”. Las editoriales que tienen estos títulos en el catálogo aseguran que nunca han recibido quejas. "Nuestros libros ayudan a madurar la masculinidad o la feminidad", defiende Campomanes Editores. Un portavoz de Libros Libres explica que estos volúmenes fueron “un éxito de ventas”, mientras que fuentes de Ediciones Encuentro consideran que Quiero dejar de ser homosexual no promueve discursos de odio.
Las librerías responsabilizan a su comprador, administración o sector editorial. “Nuestro espíritu es ser la casa de todos los libros y autores, para que sea el lector quien elija”, afirma un portavoz de La Casa del Llibre. "Un libro que está autorizado por el ministerio y que tiene ISBN puede entrar perfectamente en nuestro circuito de venta", apuntan fuentes de El Corte Inglés. Fnac, en cambio, ha decidido retirar Comprender y sanar la homosexualidad después de ser contactada por el ARA. El libro formaba parte de su catálogo digital, provisto por un vendedor externo, pero Fnac califica de “error” su comercialización: “Sentimos que un título de estas características se haya colado en nuestra oferta”.
Una lucha abierta
Ante la falta de control generalizada, hasta ahora la responsabilidad de denunciarlo ha correspondido a las entidades LGTBI, que denuncian públicamente el contenido de estos libros y el discurso de odio que promueven. "Trabajamos para que haya una concienciación social y política y seamos capaces de rechazarlos", apunta Paredero. “Creo que nadie se atrevería a hacer un libro contra las personas judías o racializadas porque tenemos muy arraigado el pensamiento que está mal. Esto no quiere decir que la sociedad sea censuradora”, añade Rosales. “¿Por qué no podemos aplicar las mismas reglas en la lgtbi-fobia? Al final, la orientación sexual es algo inherente al ser humano”, concluye el secretario de la asociación LGTBI Arcópoli.