Coronavirus

La vida en la Conca d'Òdena, un año después

El ARA vuelve a hablar con los mismos ciudadanos que explicaron cómo vivían los primeros días del confinamiento

5 min
Una ambulancia, a las puertas de Urgencias del Hospital de Igualada, en una imagen de archivo

Hoy hace 365 días que el Gobierno decretó lo que hasta entonces era una medida sin precedentes en toda España: el confinamiento de más de 60.000 personas en Igualada, Santa Margarida de Montbui, Vilanova del Camí y Òdena para parar el brote de coronavirus. El ARA se puso en contacto con algunos ciudadanos para que explicaran como afrontaban el que solo era un spoiler de lo que acabaría pasando en todo el país. Diez días después, volvimos a contactar con ellos y dos de las entrevistadas habían perdido a un familiar. Desde entonces, han muerto más de 600 personas por covid-19 a la Conca, que despacio se recupera de la sacudida emocional de ser el primer territorio confinado por la pandemia en el Estado. Un año después, volvemos a hablar con algunos de ellos para que hagan balance de un año que ha cambiado la vida de todo el mundo.

Pia Prat, directora de 'La Veu de l'Anoia'

"A pesar de todo, estamos felices de trabajar y de tener salud"

"Los primeros meses fueron una locura, un no parar, para informar constantemente desde la web y las redes sociales. Fue angustioso y cruzábamos los dedos para seguir siendo esenciales y poder salir cada semana en papel. Hemos vivido y hemos visto que a muchas familias les ha caído encima una crisis inmensa: mucha gente se ha quedado en ERTO, la gente está desmotivada y la juventud triste... Tengo la suerte que mis hijos son positivos. Uno tuvo que hacer la selectividad y por suerte sacó buenas notas y pudo estudiar lo que quería y donde quería, y es feliz dentro de las carencias de poder relacionarse y poder hacer vida de universitario. Y el otro ha podido ir a la escuela, pero ha cambiado de ciclo y sus compañeros y profesores los ha conocido solo con mascarilla. Es muy triste. Y yo con las orejas muy derechas, a punto de informar y de desmentir informaciones falsas que nos han llegado. A pesar de todo, estamos felices de poder trabajar y tener salud, porque somos conscientes que muchas familias de Igualada, donde todos nos conocemos, han perdido familiares. En La Veu seguimos teletrabajando: nos organizamos el trabajo un poco a nuestro gusto, pero echamos de menos el ambiente de la gente. Las videollamadas no son lo mismo. Si las cosas mejoran y hay vacuna, esperamos hacer vida más normal y poder volver a las oficinas, pero creo que nada volverá a ser como antes. Seremos más flexibles. Yo haría una llamada para que los políticos solucionen los horarios laborales, porque compaginar trabajo y familia es fundamental".

Matilde, vive en Igualada

"Ya no hay prisa para enterrar a nuestra madre"

La madre de Matilde tenía Alzheimer y murió en una residencia pocos días después de confinar la Conca d'Òdena. "No hemos podido enterrarla ni ir a buscar las cenizas. Me queda la sensación que, como no oía mi voz ni le daba abrazos, debía de pensar que la había abandonado y debía de decir: «Yo también me voy»”, decía entonces.

"El confinamiento y mi situación personal ha hecho que este año haya sido muy complicado. Ella todavía está en casa, esperando para subir a Pont y poderla enterrar. Ya no hay prisa. Subimos a Pont, pero me pusieron trabas para hacer la ceremonia en la iglesia o sea que volvió a Igualada conmigo, y aquí estamos. Yo he tenido pocos contactos sociales. Me apunté a alguna actividad durante el mes de septiembre, pero todas cerraron. He tenido que adaptarme a estar en casa: andar, televisión, leer, ordenador... Y también ir a comprar. Ahora estoy esperanzada con la vacuna".

Laura, vive en Vilanova del Camí

"La vida se ha quedado estancada"

"Este año ha pasado muy rápido. Ahora hará también un año que nos dejó mi abuela. Fue un doble golpe. Ya lo hemos asumido y hemos pasado el luto, pero creo que hasta ahora no hemos llegado a tocar con los pies en el suelo. Para mí este año ha sido una montaña rusa. El verano fue bastante normal, pude ir a Galicia y al País Vasco... y ha sido después cuando se nos han recortado algunas libertades, como no quedar más de seis personas, llegar a casa antes de las 22 h... Esto es lo que me ha ido aplastando y hace que los de ahora sean los peores momentos para mí, a pesar de que ya haya vacuna. Además, a nivel laboral empecé un trabajo nuevo en enero de 2020 en el mundo de la producción de eventos, un sector que ha quedado muy y muy tocado. Cuando empecé pensaba que un año después estaría formada y capacitada, pero me he quedado con la sensación agridulce de entrar en el sector pero no tener aprendizaje ni experiencia. A nivel social, ahora nos encontramos con los amigos y no tenemos nada a explicarnos porque la vida se ha quedado estancada. Esto ha provocado que me cueste mucho salir de casa y quedar con gente, pero no por el miedo a la pandemia, sino por la dinámica de negativismo que hay. La pandemia también ha tenido cosas positivas, me ha permitido conocer mucho el territorio y valorarlo. He hecho turismo en mi comarca, a 25 minutos de casa, y fue muy interesante. Y también hemos aprendido a expresar más los sentimientos con los amigos y las amigas: todos teníamos que decir lo que sentíamos, porque, si no, explotábamos".

Maria Sayavera, alcaldesa de Òdena

"Notamos un cansancio generalizado en la sociedad"

"La pandemia nos ha afectado a todos por igual, pero a nivel de Conca d'Òdena, y ya no solo a nivel sanitario, sino a nivel emocional, creo que nos ha tocado de manera más sobrecogedora. Uno de los cambios prácticos que ha habido en el Ayuntamiento es el teletrabajo. Las reuniones telemáticas nos han permitido evitar desplazamientos y lo agradezco, porque a veces teníamos que ir hasta Barcelona por reuniones de veinte minutos y ahora vamos más al grano y son encuentros más prácticos y efectivos. En la vertiente más cultural y social del Ayuntamiento estamos haciendo un esfuerzo ingente para dar vida a la cultura, pero se nos hace muy difícil dar una vía de escape a la gente, y ya notamos un cansancio generalizado en la sociedad. En mi caso particular, he intentado mantener un contacto social con el pequeño grupo de amigos y familia, que hasta ahora casi no valorábamos y hemos visto que era muy importante. Como reflexión general y personal, ¡en junio cumpliremos dos años de mandato y parece que hayan pasado cinco!"

Coral Vázquez, regidora en el Ayuntamiento de Montbui

"Ha habido momentos de mucha tristeza e impotencia"

"Una montaña rusa de emociones: desde la incertidumbre y el miedo de los primeros días, tanto a nivel personal como nivel político, hasta el dolor y la tristeza por los que morían. Y después de los meses de verano llegó el otoño y los nuevos brotes que tuvimos que gestionar. Ha sido un reto que nos habría gustado no haber vivido, pero ha sido un aprendizaje: tener que tomar decisiones importantes o gestionar los brotes en los centros educativos no ha sido nada fácil. También hemos aprendido a vivir de otro modo. Todos estamos más solos, hemos tenido que renunciar a ver amigos y familia porque es una responsabilidad colectiva que podamos salir de esta situación. Ha habido momentos de mucha tristeza y de impotencia, sobre todo los primeros meses, y ahora me cojo a cualquier esperanza, como la campaña de vacunación, para pensar que todo irá mejor y que saldremos de esta”.

Aitor Centelles, trabaja en Radio Igualada

"Pongo más atención cuando me encuentro con la familia"

"Este año nos ha cambiado la relación con nuestras personas cercanas. Recuerdo muchos días sin ver a mis padres, mi hermana, mis sobrinos. Esto hace que cuando ahora nos encontramos ponga más atención que antes. El trabajo, que mucha gente ha perdido, en mi caso se ha mantenido. En general, hago un balance positivo porque estamos saliendo de ello y nadie de mi entorno más próximo ha sufrido mucho, pero, por otro lado, estamos quemados y cansados de la situación. Se nos hace largo a todos, pero continuamos siendo responsables".

stats