Caso Errejón: ¿por qué un "novio perfecto" también puede ser un agresor?

Las expertas insisten en desmitificar la figura del "monstruo antisocial"

Íñigo Errejón en su última comparecencia pública, este martes. ALBERTO ORTEGA / EP
29/10/2024
3 min

Barcelona"Ahora descubro que volvía a casa con normalidad después de agredir a una mujer". Con estas palabras, la portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital española y expareja de Íñigo Errejón, Rita Maestre, asumía las dos caras de una persona con la que había mantenido una relación durante años. La del buen chico en casa y la del presunto agresor con varios casos de violencia machista que han emergido en los últimos días cuando salía del domicilio. Esto no es ni nuevo ni sorprendente, según varias expertas consultadas por el ARA. Más bien, es el comportamiento más frecuente de un agresor sexual. "Creemos que son monstruos, que no están cerca de nosotros, que no pueden ser nuestros amigos. Tenemos que desmitificar esta idea", explica Sonia Ricondo, penalista de Némesis Abogadas y Asesoras.

La palabra monstruo también la pronuncia la doctora Elena Garrido, psicóloga forense y clínica y profesora de la UAB. Dice que como sociedad "preferimos creer que son monstruos", que viven apartados, de todo y de todos, y que responden al mito del violador de la capucha. Pero rebate que no es así. Que son personas que saben ganarse la confianza de los demás. De hecho, Ricondo explica que después aprovechan ese "clima de confianza" para cometer las agresiones. Y la respuesta de las víctimas puede ser: "No lo diré porque nadie lo creerá". Son personas "afables", que saben ser "el marido perfecto". "Incluso tienen un discurso feminista", añade Garrido. Hay que recordar que ejemplar fue el adjetivo que utilizó Gisèle Pelicot para calificar a su marido, el hombre que durante una década la drogó y violó sistemáticamente y permitió que lo hicieran cerca de un centenar de hombres.

Por este motivo, según Ricondo, muchas veces la respuesta es la "sorpresa", sea del entorno o de la pareja del momento. Y recuerda al "siempre saludaba" que suelen decir los vecinos de otro vecino que han detenido por algún motivo. De hecho, según Antonio Andrés Pueyo, catedrático de psicología y profesor de criminología en la UB, este patrón se repite en más de una tipología delictiva. Ahora bien, todos coinciden en que es prácticamente imposible realizar un retrato robot de un agresor sexual. "No existe, no se puede hacer un etiquetado. Son de distintas edades, de distintas clases", argumenta la doctora Garrido. "Debemos desmitificar el perfil, están entre nosotros", añade Ricondo, quien recuerda que el 80% de las agresiones las cometen personas que conoce a la víctima. Al mismo tiempo, también niega que exista un perfil de víctima.

En este sentido, Pueyo introduce otro elemento: que los agresores no nacen teniendo esta condición. "Las personas no son de una forma y siempre se comportan igual, tienen actitudes transitorias", afirma el experto. No hay una identidad maligna, dice, sino una vida que le cuenta. Unas actitudes que vienen dadas, según el catedrático, por una "biografía" que puede estar marcada por choques, malos momentos y también épocas de adicción a las drogas. Apunta, por ejemplo, que la gente poderosa a veces termina corrompida por el mismo poder.

El poder

Y son las relaciones de poder lo que acaban explicando estos comportamientos. Porque según los expertos, detrás de una agresión machista no existe un impulso sexual incontrolable. "No se hace por placer o por deseo, sino por poder. Porque le gusta ejercer el poder sobre la mujer", afirma Ricondo. "Expresan su violencia y sexualidad de forma disfuncional", añade Garrido. Esto también puede explicar por qué puede mantener una actitud violenta con ciertas mujeres y con otras, como su pareja, tener un comportamiento ejemplar.

Según Garrido, estas dos caras de una misma moneda no responden, en la mayoría de los casos, a un trastorno mental. La psicóloga argumenta que saben disimular a su llegada a casa. "Eres consciente de ello, no hay una desconexión de la realidad. Integras la violencia y la disimulas después", explica la doctora, y recuerda que el ser humano sabe "sectorizar espacios donde un comportamiento es adecuado y otro no". Esto lleva a los agresores a comportarse de una forma en casa, con los amigos o con la familia, y de otra forma totalmente diferente con ciertas mujeres. A su vez, Pueyo sí apunta que estos dos comportamientos tan marcados podrían coincidir en algunos casos con un trastorno disociativo.

Con todo, los tres expertos coinciden en que para el entorno el hecho de que salgan informaciones como las del caso Errejón generan un "choque" que se acentúa precisamente por estas dos caras. "Hasta hace poco esto no habría pasado", afirma Ricondo, y celebra que las denuncias anónimas hayan terminado siendo la vía para que se explicara.

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