Frontera Sud

Vox capitaliza el miedo y el desarraigo en Ceuta

La ultraderecha busca sacar rédito de la crisis migratoria después de romper la hegemonía del PP

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Simbologia española a la terraza de un bar al centro ceutí

Enviats especiales en Ceuta"Vox son los únicos que dicen lo que queremos oír. Claro que ganaron en Ceuta: ¡el doble de votos tendrían que sacar! La inmigración, el género de la mujer... son cosas que solo tienen un camino y Santiago Abascal es el único que lo dice con claridad", proclama Paco Mur, trabajador de la empresa de limpieza municipal Trazo. Los siete compañeros con quienes viernes hacía una pausa a media mañana en un bar cerca del puerto del enclave español asentían. "Lo que pedimos es que nuestras hijas puedan salir a la calle sin miedo, y no tenerlas que acompañar a todas partes", decía otro. "¿Y Puigdemont de qué va, diciendo que Ceuta y Melilla tienen que volver a Marruecos?"

Al líder ultraderechista le faltó tiempo para plantarse martes por la noche en Ceuta, donde fue recibido como un ídolo por sus seguidores, en una ciudad con las persianas bajadas y las aulas vacías por miedo a las miles de personas que llegaron de Marruecos, en una crisis sin precedentes en el enclave español. Los 85.000 habitantes ceutís vieron llegar en cuestión de horas a más de ocho mil personas desesperadas a la ciudad (es el dato oficial, nunca sabremos del cierto cuántas había) y muchos temían que el rey Mohamed VI había decidido invadir la colonia española. En un ambiente de alta tensión, Abascal reclamaba construir "un muro infranqueable" y militarizar la frontera con Marruecos y no se lo pensaba dos veces al tratar a las criaturas y adolescentes que la habían atravesado nadando con las manos vacías como "soldados". Leña al fuego para sacar rédito político del miedo y la tensión entre comunidades. Etnicismo en estado puro.

La repetición electoral de 2019: del PSOE a Vox

En las elecciones generales del 10-N de 2019, Vox ganó en Ceuta con el 35,29% de los votos, el triple que la media de la Península. Solo seis meses antes, el PSOE había ganado en la ciudad autónoma rompiendo casi dos décadas de hegemonía ininterrumpida del PP. Pero en la repetición electoral muchos ceutís de origen musulmán que lo habían votado para defenderse de la ultraderecha se quedaron en casa, desilusionados por la incapacidad de los socialistas de reconocer que les habían dado la victoria. "El racismo político es transversal en todos los partidos, de derecha a izquierda", explica en un café del centro ceutí el politólogo Mohamed Mustafà, asesor de Caballas, el partido que lleva el nombre del pescado con el que se conoce popularmente a los ceutís y una de las formaciones que atrae voto musulmán.

En Ceuta las diferentes comunidades coexisten en burbujas, no conviven. Aproximadamente la mitad de la población es de origen peninsular, mayoritariamente funcionarios (militares, policías, maestros, médicos) y sus familias. El resto, de origen marroquí, sobre todo tienen trabajos poco cualificados o se dedican al comercio en la frontera. Una segregación social que también es territorial: los musulmanes mayoritariamente viven en los barrios periféricos, donde la renta por hogar, según el Instituto Nacional de Estadística, no llega a los 20.000 euros, 35.000 menos que en el centro. Los musulmanes han sufrido una discriminación histórica. De hecho, no obtuvieron la nacionalidad española hasta 1986, cuando España entró en la UE y se vio forzada a reconocer a miles de musulmanes de Ceuta y Melilla que hasta entonces habían sido apátridos. En los barrios populares, de mayoría marroquí, gana el PSOE, pero cuesta más que la gente vaya a votar. Cuando preguntas sobre Vox –que les tilda de quintacolumnistas invasores de la España católica– la respuesta suele ser una retahíla de exabruptos.

Se sienten españoles, pero los cristianos los tienen siempre en el punto de mira. Moros y cristianos son palabras de uso cotidiano que se oyen en los bares y en las calles. Como explica la periodista Nerea Larrinaga, "las identidades se construyen antes por lo que no eres: eres español porque no eres marroquí". Vivir en una colonia desarraiga y mucha gente responde buscando el referente religioso: ir a la mezquita o a la iglesia es una manera de pertenecer a una comunidad.

Funcionarios y militares

"En Ceuta tenemos una sociedad militarizada, con un funcionariado (administración, ejército, policía, educación) que tiene un elevado nivel económico, porque su destino está más bien remunerado que en la Península, y a la que le disgusta estéticamente la cultura musulmana, que es la oprimida", explica el educador social Carlos Lorente. "Rechazan a un colectivo que hasta hace poco solo tenía un papel servil pero que en las nuevas generaciones ha ido ganando terreno en formación y posiciones importantes".

El 10-N Vox ganó en los barrios donde viven los militares y policías que trabajan en la frontera acusando al PP de cobarde y de claudicar contra los musulmanes y prometiendo mano dura contra la inmigración, explotando la inseguridad ciudadana, defendiendo un nacionalismo exacerbado y el ultracatolicismo como esencia de la españolidad. En el centro gana el PP: los barrios más ricos de la ciudad son el baluarte de la derecha y la ultraderecha y los que más participan, contra el abstencionismo latente de los más pobres como El Príncipe o Benzú, donde gana la izquierda. La gente de clase media-alta vota a Vox, pero la ultraderecha también bebe de barrios populares, como Juan Carlos I o Los Rosales. "A Vox le vota gente de todas las clases sociales y la izquierda tiene que entender que hay un descontento importante en la clase trabajadora: en lugar de reírse de ellos, desde una posición de superioridad moral, del trabajador blanco pobre que vota ultraderecha, lo que se tiene que hacer es trabajar para cambiar las condiciones materiales que han hecho que piense que su precariedad está causada por la presencia del otro", dice el politólogo.

En Ceuta –que tiene competencias de una comunidad autónoma– gobierna el PP, que en enero rompió la alianza con Vox. La corta trayectoria institucional de los ultraderechistas ha estado marcada por los escándalos: en enero dos de sus seis diputados en la asamblea autonómica y fundadores del partido se fueron después de que se hicieran públicos mensajes xenófobos enviados por WhatsApp atribuidos a líderes del partido. En febrero perdieron a su senador electo, investigado por violencia machista contra su mujer. Lo que todavía no sabemos es como afectará, lo que ha pasado esta semana, al auge de Vox, dentro y fuera de Ceuta.

El partido de Jesús Gil, el precedente

La experiencia de Ceuta con el populismo de derechas viene de lejos. En las elecciones locales de 1999 se impuso con el 38,6% de los votos el Grupo Independiente Liberal (GIL), fundado por Jesús Gil, que fue alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid. Como Vox, hacía bandera del ultraliberalismo y el discurso antiinmigración. Pero el partido terminó empantanado en escándalos de corrupción, y la crisis del islote del Perejil de 2002, cuando el entonces presidente José María Aznar ordenó una intervención militar para ahuyentar a seis gendarmes marroquíes, terminó dando una hegemonía al PP que ha durado dos décadas.

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