El análisis de Antoni Bassas: 'Inmigración y supervivencia de la identidad catalana'

Siendo la inmigración un elemento fundamental de la situación, a la identidad catalana le afecta que el catalán no sea obligatorio, que el castellano tenga un mercado multimillonario, que los jóvenes catalanes no puedan pagarse un piso, y si no hay piso, si no hay nido, no hay hijos. Y si los servicios públicos van muy exigidos es porque Cataluña está mal financiada. Sería injusto reducir los problemas de la supervivencia de la identidad catalana en la inmigración

24/09/2025
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Míriam Nogueras usó ayer en el Congreso una expresión de la que oiremos hablar, cuando dijo que "la supervivencia de la identidad catalana no está garantizada". Fue en el curso del pleno del Congreso en el que, tal y como les hemos estado explicando, quedó derrotada la delegación de competencias de inmigración en la Generalitat en los términos en que la habían pactado el PSOE y Junts, con la suma de los votos de PP, Vox y Podemos.

Podemos votó que no porque encontraba la ley racista, y Rufián, que hace tiempo que repite sistemáticamente que Junts va con la derecha y la ultraderecha, dijo que una parte del discurso de Nogueras era, en efecto, racista. Ya se sabe que Rufián busca hacer frente con las izquierdas españolas más que con el independentismo catalán, y en la lucha por la hegemonía en el campo independentista y de acuerdo con Junqueras, no pierde una ocasión como la de ayer para acometer Junts.

No quisiera repetirme (pero es difícil, porque hace días que estamos dando vueltas al mismo tema), pero Podemos está en campaña contra el PSOE y contra Sumar, y necesita debilitar a Sánchez, y la inmigración es el tema que mueve votos, aquí y en todo el mundo (solo hay que oír ayer a Donald Trump diciendo a la ONU que Europa avanza hacia la de gestionar).

Cuando Nogueras dice que la identidad catalana no está garantizada, dice algo que está diciendo todo el mundo de su propia identidad, en Francia, en Reino Unido, en Italia, o no digamos, ahora, en Estados Unidos, y no necesariamente de extrema derecha. Es un debate que a menudo se realiza con el miedo a la incertidumbre. Y sí, cuando recibes a dos millones de personas extranjeras en 25 años, la inmensa mayoría huyendo de la pobreza y buscando un futuro mejor, los servicios públicos sufren, y la lengua catalana sufre, por sus conocidas inferioridades jurídicas, sociales y demográficas. En este sentido, que sea la Generalitat la que se encargue de acoger, tramitar, regular a los que vienen o han venido es una herramienta de estado en manos catalanas.

Sin embargo, si la supervivencia de la identidad catalana no está garantizada no es sólo por la inmigración. En primer lugar, debería entenderse que la identidad catalana va cambiando con el tiempo. Hemos tenido un presidente llamado José Montilla y había nacido en Andalucía. Y en el futuro tendremos un presidente o presidenta que se llamará… (pongan el nombre extranjero que quieran) que hablará un catalán impecable aprendido en una escuela pública o concertada de ese país. Y, en segundo lugar, siendo la inmigración un elemento fundamental de la situación, a la identidad catalana le afecta que el catalán no sea obligatorio, que el castellano tenga un mercado multimillonario, que los jóvenes catalanes no puedan pagarse un piso, y si no hay piso, si no hay nido, no hay hijos. Y si los servicios públicos van muy exigidos es porque Catalunya está mal financiada, paga mucho y recibe poco, y si viene mano de obra que cobra poco es porque alguien de aquí les contrata, alguien de aquí les paga y les hace trabajar en el sector que se lo come casi todo, en este país, que es el sector servicios. El comercio, el transporte y hostelería catalanes tienen un peso superior a la media española y europea, y son actividades con menor valor añadido. En actividades científicas y técnicas, estamos por encima de España y por debajo de Europa. Por no hablar de que lo que más hace por la identidad de un país es tener un estado reconocido en todo el mundo. Con esto estoy diciendo que sería injusto reducir los problemas de la supervivencia de la identidad catalana a la inmigración. Y, al mismo tiempo, es evidente que la inmigración aboca a los países a cambios sociales.

Termino con dos nombres, por cierto, bien confrontados. Emma Vilarasau y Donald Trump. La actriz de Sant Cugat actuó ayer como pregonera de las Fiestas de la Mercè, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, ​​hablando precisamente de la lengua, hablando del servicio que TV3 ha hecho en el país con series como Nizaga de poder:

Casi a la misma hora, en Nueva York, Donald Trump hablaba en la ONU contra la ONU, contra Europa, contra las energías renovables, contra la verdad ("el cambio global es una estafa"). Como decía el periodista americano David: "Este discurso es una combinación tan extraordinaria de mentiras, delirios, narcisismo, odio, ignorancia y locura que nadie más que el presidente de EEUU sería capaz de pronunciarlo. Podría ser perfectamente el punto más bajo de la diplomacia de EEUU en toda nuestra historia".

Buenos días.

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