Estados Unidos

Trump desprecia a la ONU y le acusa de "financiar" la inmigración hacia Occidente

"Las Naciones Unidas están financiando el asalto a los países occidentales y sus fronteras", ha afirmado el presidente estadounidense

Donald Trump este martes en la Asamblea General de la ONU
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WashingtonEl presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha subido al atril de la Asamblea General de Naciones Unidas para cuestionar desde el seno de la institución el sentido mismo de su existencia. Trump, que ha contribuido al descrédito del organismo y que le ha situado en uno de los puntos más críticos de su historia con la masiva retirada de fondo, le ha criticado sin pudor en una estocada más al multilateralismo que nació tras la Segunda Guerra Mundial y que el mandatario amenaza con acabar de romper. "Las palabras vacías no ponen fin a las guerras. Lo único que soluciona las guerras es la acción", ha dicho el presidente en referencia a las resoluciones y directrices de la institución.

Lo ha dicho el propio presidente que ha contribuido al descrédito de la autoridad internacional; líder de un país que sigue sin acogerse al Estatut de Roma y que ha presionado al Tribunal Penal Internacional por elorden de captura emitida contra su socio Netanyahu por crímenes contra la humanidad. También ha tomado acciones que muy probablemente violan el derecho internacional, como los recientes ataques militares contra embarcaciones en el mar Caribe bajo la acusación no probada judicialmente de que sus tripulantes son narcotraficantes.

Desde la sede de la ONU, Trump ha cuestionado los principios de los derechos humanos y los valores humanitarios y ha dicho que son el mal que asola Occidente. "Las Naciones Unidas están financiando el asalto a los países occidentales y sus fronteras", aseveró. "La ONU está ayudando a gente que está viniendo ilegalmente a Estados Unidos, y entonces nosotros debemos echarlos. La ONU también da comida, refugio, transporte y tarjetas de débito a los inmigrantes ilegales. ¿Se lo pueden creer? Y, por cierto, lo hacen para que se infiltren por la frontera sur", ha dicho el mandatario. Además, repitió la mentira de que la institución da "tarjetas de débito" a los inmigrantes.

El "experimento fallido" de las supuestas fronteras abiertas

Asimismo, ha acusado a los países europeos –con mención especial al Reino Unido– de "suicidarse" con sus políticas migratorias y de energía: "Ambas cosas, la inmigración y sus ideas suicidas sobre energía, serán la muerte de Europa Occidental". Y ha añadido: "Es hora de poner fin a este experimento fallido de fronteras abiertas. Mirad, yo soy muy bueno con estos temas. Sus países se están yendo al infierno".

La afirmación del mandatario sobre estas supuestas fronteras abiertas vuelve a ser una falacia: en la última década a escala global se ha vivido un aumento de la militarización de las fronteras. No sólo en Estados Unidos, donde bajo la administración de Joe Biden ya se expulsaron a más migrantes que durante el primer mandato de Trump, sino también en Europa. Desde la crisis de los refugiados de 2015 que la Unión Europea ha acelerado la fortificación de sus fronteras a través de la compañía Frontex en los límites exteriores y con el refuerzo de determinadas infraestructuras, como es el caso de España con el uso de concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla.

Trump también se ha dedicado a lanzar falsas afirmaciones sobre la crisis climática y ha negado el calentamiento global, que ha descrito como "la mayor estafa nunca perpetrada", pese al consenso científico de que el carbón, el petróleo y el gas han contribuido a aumentar la temperatura media global en más de un grado desde la era.

Trump no ha hecho ni una mención a cuál debería ser el futuro de la ONU en su 80 aniversario. Un silencio que refleja perfectamente cuál es el horizonte que imagina para uno de los principales símbolos del multilateralismo. El discurso de hoy, que ha sido en gran parte una reedición de sus mítines electorales, denota la nueva realidad de EEUU que, bajo su liderazgo, se repliega sobre sí mismo y se aísla de su rol hegemónico dentro de la comunidad internacional.

Desde su regreso a la presidencia, el mandatario prácticamente ha desmantelado muchos de los elementos del soft power de Estados Unidos –como la agencia de cooperación internacional USAID– y ha recortado la financiación a organizaciones internacionales, incluida la propia ONU, que afronta una sangría de 500 millones de dólares del presupuesto del próximo año y prevé perder el 20% de su personal.

Durante su discurso, el presidente ha dedicado más tiempo a hablar sobre las cifras económicas alcanzadas en EEUU bajo su mandato, su gestión de la frontera y los aranceles que sobre la labor de la ONU. De hecho, sólo ha remarcado su rol internacional cuando se ha puesto la medalla por poner fin a "siete guerras" para conseguir el Nobel de la Paz. Una reclamación que ha vuelto a hacer desde el atril de la Asamblea sin ningún pudor: "Todo el mundo dice que debería recibir un premio Nobel de la Paz por cada uno de estos hitos".

Además de despreciar la labor humanitaria de la ONU, Trump ha sacado pecho del valor que cree que debería regir las relaciones internacionales: la fuerza. El presidente ha puesto de manifiesto la visión de un sistema gobernado por los países más fuertes –entre ellos Estados Unidos– recordando el ataque a las instalaciones nucleares iraníes en las que acuñó su lema”Peace through strenght" [Paz a través de la fuerza]. "Ningún otro país en el mundo podría haber hecho lo que hicimos. Ningún otro país tiene el equipamiento que tenemos. Tenemos las mejores armas del planeta. Odiamos tenerlas que emplear, pero hicimos algo que, durante 22 años, la gente había querido hacer con el programa nuclear iraní".

Bajo ese mismo principio de la fuerza, en su geopolítica Trump ha demostrado sólo reconocer los liderazgos que considera fuertes: Rusia, China, Corea del Norte y también. todos los países que admira son regímenes autoritarios. Por el contrario, Washington se ha alejado de sus aliados tradicionales, como es el caso de Europa.

Trump también ha criticado a Francia y al resto de países que han reconocido el estado palestino: "Como si quisieran animar el conflicto a continuar, algunos miembros de este cuerpo buscan reconocer unilateralmente a Palestina como un estado". El mandatario lo ha tachado de "premio" a Hamás por "las atrocidades" que ha cometido.

El grueso de los países miembros de la ONU –156 de 193– ya han reconocido a Palestina, lo que evidencia aún más el aislamiento de Washington y su socio, Tel-Aviv. Sobre Israel, Trump no hizo ni una sola crítica al genocidio ni a la crisis humanitaria en Gaza, y volvió a exigir la liberación de todos los rehenes, y todos de repente.

Nueva amenaza en Rusia

Sobre la guerra de Ucrania, Trump ha vuelto a repetir por enésima vez que si él hubiera sido presidente de EE.UU. en el 2022, la guerra no habría comenzado. "Eso es lo que ocurre cuando hay malos liderazgos", ha dicho, en referencia a Joe Biden. También ha dicho que esperaba que su "buena relación" con Vladímir Putin ayudaría a detener la guerra rápidamente, pero que no ha sido así: "Yo pensaba que, de las guerras que he detenido, ésta sería la más fácil, por mi buena relación con Putin. Pero en guerra nunca sabes qué va a pasar. Siempre hay muchas sorpresas, tan buenas."

También se ha burlado de Rusia diciendo que la duración de la guerra –que lleva más de tres años y medio en marcha– "hace quedar mal a Rusia" porque, a su juicio, Putin pretendía que la guerra durara "menos de una semana". Mientras Trump hablaba, las cámaras han captado cómo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se tapaba la cara con una mano y miraba hacia los pies.

Tras su intervención en la Asamblea y de encontrarse con Zelenski, el presidente estadounidense ha publicado en Truth Social que "creo que Ucrania, con el apoyo de la Unión Europea, está en una posición para luchar y recuperar a toda Ucrania con su forma original". La declaración supone un cambio de tono significativo en el discurso del presidente, que en el encuentro del pasado mes de agosto en la Casa Blanca con el presidente ucraniano y los líderes europeos volvió a poner sobre la mesa la necesidad de ceder territorio para poner fin al conflicto.

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