El análisis de Antoni Bassas: 'A todos estos a los que no les importaría vivir en dictadura'

Hoy que hace 50 años que murió Franco es noticia que el apoyo a la democracia en Catalunya está en el nivel más bajo desde 2012.

Según una encuesta del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, cerca de un 20% de los catalanes, cerca de un millón de personas, están abiertos a una dictadura. Mala noticia provocada por la mezcla de varios factores:

Mala situación económica de la gente. Ahora, el problema ya no es el paro. Trabajo hay, pero los sueldos pueden no sacarte de pobre.

El problema es la vivienda. El precio del metro cuadrado sigue batiendo récords. Alquilar, y ya no digo comprar un piso, es carísimo. Y esto empuja a la sociedad hacia la pobreza. Reacción primaria: si la política no soluciona mis problemas, el sistema no me sirve.

Otro factor: ha pasado medio siglo desde que murió el dictador y mucha gente ignora lo que de verdad significa vivir en una dictadura en España: prohibición de los partidos políticos, de los sindicatos, detenciones arbitrarias, torturas, prisiones e incluso pena de muerte. Censura informativa. Comunicaciones vigiladas. Retiradas de pasaporte a discreción. Prohibición del catalán. Prohibido inscribir tu nombre en catalán en el Registro Civil. Retroceso en los derechos de las mujeres. Si viviéramos en una dictadura, deberíamos salir de la Unión Europea. Con la libertad pasa lo mismo que con tantas cosas buenas de la vida, que es que no les das valor hasta que las pierdes. Parece que la democracia no haga ninguna diferencia en nuestra vida. Error. Error grave. A pesar de las limitaciones del sistema, la democracia es el único sistema político que nos permite vivir con dignidad, aunque sea porque puedes echar a un gobierno. Intenta echar a un dictador. Somos nosotros los que debemos llenar de sentido esta carcasa que llamamos democracia. No es democracia y está. Es corresponsabilidad, todos los días.

Hay que tener también en cuenta cambios recientes, como la inmigración, que viene con fuerte demanda de servicios públicos, y que es rápidamente utilizada por la extrema derecha como culpable de todos nuestros problemas. Sin olvidar el cambio tecnológico, que hace que mucha gente, sobre todo los más jóvenes, vivan en canales de YouTube o TikTok donde les hinchan la cabeza con mentiras y odio. El fenómeno es mundial y afecta a todas las democracias, como estamos viendo desde Estados Unidos hasta Francia e Italia.

Y en el caso español no perdemos de vista que el jefe del Estado es el heredero del rey que puso a Franco, y que ese rey que puso a Franco, Juan Carlos, ahora habla bien del dictador públicamente. El rey fue motor de cambio (dentro de un orden), pero se lo cobró en forma de comisiones, es decir, de corrupción ante la que acalló a mucha gente durante mucho tiempo, hasta que alguien decidió que si Juan Carlos seguía así se cargaría el invento y forzaron la abdicación.

No olvido que ha estado en una democracia que el intento independentista de Catalunya ha sido combatido con cloacas del Estado, violencia policial, miedo económico y sesgo judicial. Pero es que estamos hablando de un país nada acostumbrado a la libertad, de matriz centralista y castellana y, por tanto, anticatalana por definición. Y eso, en 50 años de democracia, se atenúa o matiza, pero no desaparece.

Buenos días.