Cambio climático

El aviso del ADN de unos pulpos: el nivel del mar podría subir entre 4 y 5 metros

Un estudio genético muestra que el hielo de la Antártida se fundió hace más de 100.000 años y proyecta este escenario hacia el futuro

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La Antártida con el Mar Weddell en el fondo.

Todas y cada una de las especies deberían considerarse patrimonio de la humanidad. No sólo por la estabilidad que aportan a los ecosistemas de los que dependemos los humanos para sobrevivir, sino porque, ahora que le estamos aprendiendo a leer, en su ADN pueden haber claves para elaborar nuevos medicamentos, nuevos materiales, o, simplemente, información sobre la historia de la vida y el planeta.

Así lo ha demostrado un equipo de científicos encabezado por la bióloga marina Sally Lau, de la Universidad James Cook, en Australia. A partir del análisis del ADN del pop de Turquet (Pareledone turqueti), un pequeño cefalópodo que vive en los fondos marinos antárticos, Lau y su equipo han deducido que el hielo del oeste de la Antártida se fundió hace entre 116.000 y 129.000 años. El hallazgo se ha publicado en la revista Science.

Entender las condiciones que llevaron a la fusión y el impacto que tuvo en el nivel global del mar es interesante para prever qué puede ocurrir con el hielo antártico en el escenario actual de calentamiento y emergencia climática. Según los autores del trabajo, "los resultados proporcionan la primera evidencia empírica de que la pérdida del hielo del oeste de la Antártida podría llegar incluso a un escenario estricto de mitigación del cambio climático".

Una incógnita resuelta

Hace más de cincuenta años, el glaciólogo inglés John Mercer fue el primero que hizo la hipótesis de que esa masa de hielo se había fundido en algún momento del pasado. Lo dedujo a partir del análisis de sedimentos del fondo marino. Desde entonces, se ha realizado mucha investigación para validar la propuesta de Mercer. Se han estudiado más sedimentos, se ha analizado el hielo actual para averiguar cuándo se formó y se han desarrollado modelos del nivel global del mar, por ejemplo.

Aunque los resultados de estos estudios son compatibles con una antigua fusión del hielo, tal y como escriben los climatólogos Andrea Dutton y Robert M. DeConto en un artículo de análisis en la misma revista Science, se trata de "encuentros circunstanciales que admiten muchas posibles interpretaciones".

Este nuevo estudio, sin embargo, representa una prueba sólida de la fusión que, además, no se basa en criterios geológicos como los anteriores. Los investigadores han analizado y comparado los genomas de 96 ejemplares de pulpos de los mares de Ross y Weddell, dos masas de agua que actualmente están separadas por hielo. Esto significa que los pulpos por un lado y por otro no pueden establecer ningún tipo de contacto porque hay una barrera física que se lo impide.

El ADN de unos y otros, sin embargo, ha revelado que comparten algunas características genéticas que sólo se pueden explicar a partir de un cruce entre las dos poblaciones. Además, los modelos genéticos indican que el cruce se produjo en el último período interglacial, que tuvo lugar hace entre 115.000 y 130.000 años.

"Se trata de un trabajo muy innovador porque utiliza la genética de poblaciones para averiguar algo tan importante como el colapso del hielo de la Antártida", valora Pablo Librado, experto en genética y evolución del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), un centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, que no ha participado en el estudio.

Estudiar el pasado para prever el futuro

El interés del estudio no sólo radica en la prueba de la fusión del gel antártico, sino en la datación del proceso. En el último período interglacial, que es cuando está inscrito en el ADN de los pulpos que se produjo la fusión, la temperatura media en el planeta era entre 0,5 y 1,5 °C superior a la de la era preindustrial y el nivel del mar era entre 5 y 10 metros más elevado que el actual. Aunque la Tierra es un sistema muy complejo y podría haber otros factores, esto sugiere que la fusión del hielo antártico podría producirse incluso en los escenarios más optimistas de mitigación del calentamiento global. El Acuerdo de París marca, precisamente, el objetivo de no superar el aumento de 1,5 °C de temperatura respecto a la época preindustrial. Según los modelos actuales, la fusión de esta masa de hielo haría subir el nivel del mar entre 4 y 5 metros de media.

Como ocurre siempre con la búsqueda, cada hallazgo da lugar a nuevas preguntas. En este caso, sería interesante investigar el ritmo de aumento del nivel del mar a medida que se funde el hielo antártico. De cara a diseñar políticas para hacerle frente, no es lo mismo un aumento de 4 metros en 20 años que en 200. También sería de gran utilidad identificar el punto de no retorno del proceso de fusión de hace más de 100.000 años para ver lo cerca que está el escenario actual o si, tal vez, ya lo hemos superado.

Lo curioso del caso es que todo esto lo hemos sabido gracias a unos pulpos que sólo conocían los expertos en fauna antártica. Unos pulpos que si salieran al diario porque se han extinguido, probablemente no alarmarían a nadie. Pero este estudio demuestra que cualquier extinción es un drama porque, literalmente, es la desaparición de un libro sobre la historia de la vida y la evolución de la Tierra que no hemos leído.

Lo explica bien Pablo Librado: "Quienes nos dedicamos a la evolución somos como historiadores, pero en lugar de estudiar libros en las bibliotecas, estudiamos los genomas, que son documentos moldeados por multitud de fuerzas evolutivas que incluyen los cambios ambientales".

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