Ciencia

El cerebro tiene la mayor concentración de microplásticos del cuerpo humano, según un estudio

La cantidad de estas partículas en el tejido cerebral es hasta 30 veces mayor que en el hígado y en los riñones

BarcelonaCada vez hay más evidencias científicas de cómo las nanopartículas de plástico que nos rodean terminan dentro de nuestros cuerpos. La última la han publicado este lunes investigadores de Alburquerque en la revista Nature Medicine. Según una investigación realizada con muestras de cadáveres humanos de 2016 y 2024, los microplásticos se acumulan en el cerebro, el riñón y el hígado, si bien se detectan a unos niveles más altos en el tejido encefálico. Además, se han encontrado concentraciones más elevadas de fragmentos o escamas de polietileno en personas que han muerto en los últimos años que en otras fallecidas hace casi una década.

Aunque sus posibles impactos para la salud humana todavía no están claros, los autores del estudio destacan que estos hallazgos encajan como la consecuencia del aumento de las concentraciones globales de plásticos en el mundo. De hecho, la cantidad de nanopartículas y micropartículas de plástico ambiental –que oscilan entre un nanómetro de tamaño y 500 micrómetros– ha aumentado mucho en los últimos 50 años. Y si bien existe un mantra en el campo de la toxicología que dice que es la dosis la que hace el veneno de una sustancia o elemento, de momento, no queda claro si la presencia de estos plásticos en el organismo es dañina para la salud humana.

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La mayoría de los estudios que se han realizado hasta ahora sobre microplásticos en tejidos humanos –sobre todo en intestino, pulmones y placenta– utilizaban métodos de espectroscopia microscópica visual, pero a menudo la observación se limitaba a las partículas de más de 5 micrómetros. El investigador del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Nuevo México, Matthew Campen, ha liderado un grupo multidisciplinario que ha utilizado un método nuevo –la pirólisis acoplada a cromatografía de gases con detección por espectrometría de masas (Py-GC/ MS)– para analizar la distribución de microplásticos y nanopartículas en muestras de hígado, riñón y cerebro. Todas proceden de cuerpos humanos que fueron sometidos a una autopsia entre 2016 y 2024.

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Tras analizar 52 ejemplares de cerebro (28 de 2016 y 24 de 2024), los investigadores detectaron estas partículas plásticas muestras, independientemente del año. Sin embargo, las muestras cerebrales tomadas el año pasado, todas ellas derivadas de la región de la corteza frontal, contenían concentraciones sustancialmente más altas que el resto de los tejidos. Según el estudio, la concentración de masa total de plásticos en los cerebros analizados aumentó aproximadamente un 50% en los últimos ocho años y era entre 7 y 30 veces mayor que las observadas en hígados o riñones.

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Los autores también encontraron que las muestras de hígado y cerebro de 2024 tenían concentraciones significativamente más altas de micropartículas y nanopartículas de plástico que las muestras de los mismos órganos de 2016. Después compararon estos hallazgos con los de muestras de períodos de tiempo anteriores (1997 -2013) y concluyeron que existían concentraciones más altas de partículas de plástico en las más recientes.

Cerebros con demencia

El estudio deja claro que, si bien en el año del fallecimiento aportaba diferencias, no lo hacían la edad, el sexo, la etnia o la causa de la muerte. Sin embargo, se plantea otro hallazgo interesante sobre el que los investigadores quieren seguir indagando: había una mayor concentración de partículas microplásticas y nanoplásticas en 12 cerebros de personas que habían tenido un diagnóstico de demencia que en aquellos que no tenían. En concreto, en las paredes cerebrovasculares y las células inmunitarias. "Estos resultados constatan la necesidad de comprender mejor las vías de exposición, absorción y eliminación y las posibles consecuencias para la salud de los plásticos en los tejidos humanos, especialmente en el cerebro", advierten los autores.

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A pesar de que los hallazgos identifican una asociación, no establecen un vínculo causal entre las partículas de plástico y los efectos sobre la salud, pero los investigadores defienden que se necesitan más estudios a largo plazo con poblaciones más grandes y más diversas para determinar cómo se produce la acumulación y qué papel desempeña en los trastornos neurológicos.

Para la directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), Ethel Eljarrat, datos como estos evidencian "la necesidad de alcanzar de manera urgente acuerdos internacionales para conseguir poner un tope en la producción de plástico". En declaraciones a SMC España, también considera fundamental poner el foco en varios de los aditivos químicos utilizados como retardantes de llama o plastificantes, puesto que son capaces de atravesar la membrana hematoencefálica y llegar al cerebro. "Se sabe que varios de estos compuestos producen efectos neurotóxicos, por lo que es necesario que las futuras investigaciones no se limiten únicamente a los posibles efectos físicos que pueda causar la presencia de los microplásticos en el cerebro, sino también centrarse en los efectos químicos de los aditivos", concluye.