Crean un embrión humano sin utilizar óvulos ni espermatozoides
El experimento abre nuevos dilemas éticos y la posibilidad todavía remota de una reproducción humana asexual
En los humanos, como en otros animales, la reproducción sigue un principio muy simple: hace falta que una célula del macho se junte con una de la hembra para que empiece a formarse el embrión, que, después de un periodo de incubación, se convertirá en un nuevo individuo. Estas células originales no son de cualquier tipo, sino que tienen que tener unas características especiales, la principal de las cuales es que solo posean la mitad de cromosomas que las células normales. Se denominan gametos, son el óvulo y el espermatozoides.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge acaba de invalidar de repente esta norma universal y milenaria que recogen todos los libros de texto: han anunciado en un congreso que han conseguido crear un embrión humano sin utilizar ningún gameto.
Estudiar todas las etapas de formación de nuestro cuerpo es complicado, no solo por motivos técnicos sino también éticos, puesto que no se permite cultivar embriones en el laboratorio más allá de catorce días, salvo que sean de otros animales, para evitar cruzar el límite de lo que se podría considerar experimentar con humanos. Por eso sabemos con detalle que pasa en los primeros momentos después de que el espermatozoide fecunde el óvulo pero, a continuación, nuestro conocimiento tiene lagunas importantes, que se suplen parcialmente con información extraída de animales evolutivamente parecidos a nosotros.
Un embrión sintético
Al grupo de investigadores dirigido por la doctora Magdalena Żernicka-Goetz se les ocurrió una idea innovadora para ir algo más allá sin tener que usar embriones de animales ni saltarse ninguna ley. Se propusieron generar una entidad parecida a un embrión pero usando solo células madre. Las células madre tienen la capacidad de poder generar otros tipos de células, y son precisamente las que forman el embrión en las primeras fases. Por lo tanto, en principio tienen la plasticidad necesaria para formar cualquier estructura.
Los científicos extrajeron una célula madre de un embrión normal, que son las de más “calidad”, y la reprogramaron genéticamente para que se desarrollara como si fuera un óvulo fecundado. Efectivamente, la célula empezó a multiplicarse. Entonces la cultivaron en el laboratorio más allá del límite habitual de los catorce días y el resultado fue un tipo de embrión con los inicios de lo que sería la estructura que tiene que dar lugar al cerebro e incluso los precursores del sistema reproductor, una etapa que se denomina gastrulación. Nunca se había llegado tan lejos con un embrión humano.
Anteriormente, el mismo grupo, y también otros expertos, habían conseguido un hito similar usando células de ratón o de mono. En aquellos casos, fueron algo más lejos e implantaron aquellos embriones en úteros, pero no llegaron nunca a desarrollarse, por motivos que no están claros. Lo más posible es que el embrión “sintético” hecho con células humanas tenga los mismos problemas y no pueda llegar nunca al final del proceso, pero no lo sabemos con certeza. De momento las leyes actuales no permiten implantarlo en un útero y, por lo tanto, no podremos resolver la duda.
Reproducción asexual
Este experimento abre una serie de posibilidades inesperadas. Hace unos años se consiguió convertir una célula madre en un gameto. Esto, que parece un hecho relativamente inocente (las células madre se pueden convertir en cualquier cosa), es una revolución en términos reproductivos porque, en principio, podría servir para generar espermatozoides a partir de células de una mujer o óvulos a partir de las de un hombre, y así obtener embriones a partir de gametos de dos personas del mismo sexo.
Los trabajos de Żernicka-Goetz son todavía más radicales, porque prescinden de la fecundación y producen embriones directamente a partir de células madre. Es decir, ni siquiera hace falta material genético de dos personas. Si algún día la técnica avanzara suficiente para generar embriones viables, sería el equivalente a clonar alguien, porque el individuo resultante solo tendría el ADN de quien diera la célula inicial. Sería una manera totalmente asexual de reproducirse.
Hay que recordar que este no era el objetivo del experimento, que simplemente ha servido para producir unas estructuras parecidas a embriones para poderlas estudiar más allá del que normalmente es permitido. Pero a nadie se le escapa que, en un futuro, las cosas podrían ser diferentes. Por eso algunas voces ya han empezado a pedir que se regulen estos pseudoembrions para evitar que un vacío legal permita crear humanos haciendo seguir este sistema alternativo sin que antes hayamos considerado bueno todas las consecuencias.
Los resultados todavía no se han publicado. Solo se conocen los datos que se han presentado en el congreso anual de la International Society for Stem Cell Research, que ha tenido lugar estos días en Boston, y habrá que esperar a conocer los detalles. De momento parece que se ha producido una herramienta que puede ser práctica para los que estudian el desarrollo humano. Pero también podría ser el inicio de un cambio tan radical para el futuro de la humanidad que, hoy por hoy, cuesta imaginarse hacia dónde nos llevaría.