Ciencia

Las jóvenes que deben asegurar el relevo científico

Dos universitarias explican cómo quieren dirigir su futuro hacia la investigación

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Wassima Rachdi e Irene León

BarcelonaTienen menos de veinte años y, aunque todavía no se han graduado, han pisado quirófanos y han investigado en la otra punta del mundo. El ARA ha entrevistado a dos jóvenes que ya tienen claro que quieren dirigir su futuro hacia la investigación.

Irene León

Estudiante de ingeniería ambiental en la UPC

Irene León, estudiante de ingeniería ambiental.

La ambición de destruir los microplásticos

La trayectoria de Irene León es tan (o más) dilatada que la de muchos investigadores que le duplican la edad. Con tan sólo 17 años, ha tenido tiempo de escribir un artículo científico sobre la fotodegradación de microplásticos con hidrógeno con luz solar, es decir mediante un proceso muy verde, que presentará en Luxemburgo como investigadora independiente en noviembre. Recientemente también participó en una expedición recogiendo microplásticos en la costa de Maine, una zona muy contaminada. “Siempre digo que me encantan los microplásticos, pero porque los odio mucho”, dice, y su experiencia en Estados Unidos ha reafirmado su vocación: “Esto me servirá para tomar nuevas ideas para continuar mi investigación”.

León fue seleccionada cuando hacía 4º de ESO por el programa Jóvenes y Ciencia de la Fundación Catalunya La Pedrera, que tiene una duración de tres años y permite al adolescente acompañar a investigadores en activo en diferentes lugares del mundo. El primer curso lo hizo en Món Natura Pirineus con grupos de Cambridge y Stanford para aprender teoría sobre la fotosíntesis artificial. En Nueva York aprendió a investigar sobre ingeniería ambiental, y durante la tercera estancia estudió el comportamiento de los lémures en el Parque Nacional de Ranomafana, en Madagascar.

Nacida en Barcelona, ​​forma parte de una generación que ha crecido rodeada de malas noticias sobre la salud de la Tierra. “El panorama es devastador. Unos dicen que ya no hay vuelta atrás; otros –a menudo mayores– que tampoco es un problema tan grave. Pero la realidad es que muchos jóvenes sufren ansiedad climática porque se les dice que todo está perdido y que las condiciones que nos esperan harán casi imposibles vivir en él”, denuncia. Ella también la tuvo, pero ahora se niega a aceptar un destino fatídico. "Hay un futuro brillante porque hay muchos investigadores jóvenes con talento y eso me da muchas esperanzas", dice. Pone de ejemplo a una compañera que está diseñando una boya con hongos.

“Lo importante es esto: pasar a la acción, investigar e invertir dinero para encontrar soluciones”, afirma. Aunque es muy joven, ya conoce el talón de Aquiles de la investigación. “Nadie quiere dejar de utilizar cosas fáciles y baratas. Cuando alguien empieza una nueva investigación, enseguida le dicen que no es económicamente viable, que no se puede hacer a gran escala”, lamenta. Ante estos límites, valora el impulso que recibió de la fundación: "Me ha permitido una riqueza de conocimiento para poder redirigir mi camino hacia lo que realmente me gusta y me interesa", concluye.

Wassima Rachdi

Estudiante de medicina en la UB

Wassima Rachdi, de 19 años, estudiante de Medicina en la UB.

En busca de 'nuevas' penicilinas

A los ocho años, Wassima Rachdi estudió el descubrimiento de la penicilina por parte de Alexander Fleming. Mientras que para muchos fue una lección más, a ella ese cambio radical en la historia la enamoró. “Me di cuenta de que quería utilizar cosas como estas para ayudar a la gente”, dice. Desde entonces decidió encaminar su formación hacia hacerse médico. Aunque todavía está haciendo tercero de medicina, ya ha podido realizar estancias (como observadora) en hospitales de Barcelona para conocer de primera mano cómo se trabaja en las diferentes especialidades. A los 17 años incluso presenció un trasplante de riñón y –aunque todavía no tiene decidido su futuro– esta experiencia ha hecho que algo en su interior ya se decante por la cirugía. Sin embargo, sus inquietudes desbordan la parte clínica y no quiere encasillarse: le gustaría trabajar en laboratorios, allí donde un día Fleming creó el primer antibiótico de la historia.

Como estudiante del campus Bellvitge de la Universidad de Barcelona, ​​Rachdi ya ha podido conocer más de una interioridad. Tiene 19 años y no ha necesitado esperar a las prácticas oa la formación MIR para poner un pie en las diferentes especialidades hospitalarias. También ha podido adentrarse en laboratorios clínicos "de nivel, donde están pasando realmente las cosas" y donde la ciencia avanza para hacer más fácil la vida de las personas. Y, como la penicilina, esta experiencia también le cambió la vida: a pesar de que su formación se dirige al cuidado más directo de las personas ya trabajar a pie de cama, ha aprendido que esto no quiere decir que no pueda saciar su curiosidad entre microscopios, muestras y algoritmos. "A medida que conoces las bases de la química o de las enfermedades, te das cuenta de que lo que quieres hacer tiene sentido y que en un futuro puede ser útil", dice.

En 2022 fue seleccionada para participar en los programas Jóvenes por la Medicina –cursos para potenciar la investigación entre alumnos de bachillerato– y Barcelona International Youth Science Challenge (BIYSC) –que realiza acompañamientos en proyectos de investigación con jóvenes de todas partes del mundo–, ambos de la Fundación Catalunya La Pedrera. Allí se dio cuenta de que otras áreas científicas también la motivaban, como la física cuántica. “Estoy haciendo medicina y quiero dedicarme a ella. La vocación crece más y más, pero poder ver otras disciplinas me ha sacado de los márgenes tan rígidos que me había puesto para los próximos diez años”, admite. Como muchos estudiantes de medicina, había planeado todos los años de su vida desde el bachillerato. "Iba con piloto automático, pero estos cursos me demostraron que decantarme por una carrera no significa que tenga que renunciar a otros caminos", dice.

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