PANDEMIA

Nanocuerpos hechos en llamas y alpacas para combatir el covid

La revista ‘Science’ publica un estudio sobre la utilización de estos camélidos para crear unas moléculas que inactivan la capacidad infectiva del virus

David Bueno I Torrens
4 min
Alpaques como la de la imagen producen unos nanocossos muy pequeños que permiten combatir el SARS-CoV-2. Los  investigadores primero han infectado los animales y después han seleccionado los nanocossos más compatibles con las personas.

El inicio de las campañas de vacunación contra el covid-19 en muchos países hace prever que, en un intervalo razonable de tiempo, las curvas de contagio empezarán a bajar notablemente. Aun así, hay varios factores que indican que hay que tener estrategias médicas alternativas. Por un lado, según dicen los epidemiólogos, el SARS-CoV-2 ha venido para quedarse, lo que implica que muy posiblemente se convertirá en un virus estacional que habrá que ir combatiendo localmente de vez en cuando. Del otro, buena parte de la población mundial todavía no tiene acceso a las vacunas y quizás tardará a tenerlo, lo que implica que, para reactivar la economía mundial, será necesario disponer de fármacos que permitan tratar puntualmente los viajeros que se contagien.

Finalmente, la posibilidad que se produzcan mutaciones al azar que permitan al virus escapar del efecto protector de las vacunas, a pesar de ser razonablemente baja, no es nula. Por todos estos motivos hay que trabajar en estrategias médicas alternativas. Paul-Albert Koening y sus colaboradores, una treintena de científicos de varios centros de investigación de Alemania, Suecia y los EE.UU., acaban de presentar en la revista Science la obtención de unas moléculas llamadas nanocuerpos que pueden inactivar fácilmente la capacidad infectiva de este virus. Para conseguirlas han utilizado unos animales que pocas veces se usan en la investigación científica: alpacas y llamas.

Unas proteínas versátiles

Las alpacas y las llamas forman parte del grupo zoológico de los camélidos, junto con los dromedarios, los camellos y las vicuñas. Como todos los mamíferos, disponen de un sistema inmunitario complejo que les permite defenderse de virus y bacterias. Aun así, presenta una particularidad: a diferencia del nuestro, genera unas proteínas llamadas nanocuerpos que pueden resultar especialmente versátiles no solo para combatir directamente el coronavirus en personas infectadas sino también para disminuir la posibilidad de que mute, lo que hará más efectivas las campañas de vacunación.

Uno de los elementos del sistema inmunitario son los anticuerpos. Son unas proteínas muy gordas, con aspecto de Y, capaces de reconocer y unirse a los elementos extraños que pueden causar enfermedades. Una de sus particularidades es que la forma de los extremos superiores de la Y es extremadamente variable, lo que les permite reconocer un abanico virtualmente infinito de agentes infecciosos y unirse de manera específica. Vendría a ser como la complementariedad que hay entre una clave y la cerradura que abre. De forma natural hay unas células del sistema inmunitario, un tipo de linfocitos, que los producen y que generan toda la variabilidad necesaria.

Cuando un anticuerpo se une de manera específica a un virus, sirve de marca para que otras células del sistema inmunitario lo destruyan y, en muchas ocasiones, también la inactiven. En este último caso, normalmente se unen en la zona del virus que le permite entrar dentro de las células que infecta, de forma que no se puede reproducir y se para la progresión de la enfermedad. Se han diseñado diferentes estrategias basadas en el uso de anticuerpos que permiten bloquear los virus para que no infecten ninguna célula, pero a menudo la zona de reconocimiento del virus está escondida en zonas muy estrechas de su superficie. Y a veces los anticuerpos, que como se ha dicho son moléculas muy gordas, no tienen acceso. Además, son económicamente muy caros de generar en el laboratorio.

Aquí es donde los nanocuerpos que han generado Koening y sus colaboradores pueden tener un papel muy importante. Estas moléculas, que los camélidos hacen de forma natural, corresponden precisamente a los extremos superiores de la Y del anticuerpo. Es decir, que también son extremadamente variables y capaces de reconocer de manera muy específica cualquier agente infeccioso y bloquearlo. Pero son mucho más pequeños, lo que los permite unirse a zonas del virus que pueden quedar escondidas a los anticuerpos convencionales.

Lo que han hecho estos investigadores es inmunizar una llama y una alpaca con fragmentos del SARS-CoV-2 y han aislado los nanocuerpos más efectivos. Después han seleccionado aquellos que, además de bloquear el virus, no generan ningún rechazo cuando son suministrados a una persona. Finalmente, una vez seleccionados los han unido de dos en dos, para que no solo reconozcan de manera específica una de las zonas de la superficie del virus que le permite infectar las células humanas sino dos simultáneamente, lo cual incrementa su efectividad.

Las ventajas de esta estrategia médica son diversas. Por un lado, pueden llegar a rincones del virus donde un anticuerpo convencional no lo haría. Además, al ser moléculas mucho más pequeñas que un anticuerpo se pueden producir mucho más rápidamente y económicamente en el laboratorio. Su medida también los hace más estables, lo que permite que puedan ser administrados no únicamente con una inyección sino también con un espray aerosol. Y dado que inactivan los virus antes de que infecten células y lo hacen a través de lugares a los cuales el sistema inmunitario humano no tiene acceso, disminuye mucho la probabilidad que vayan acumulando mutaciones que disminuyen la eficiencia de las vacunas. A pesar de que todavía se encuentran en fase experimental, según los autores del trabajo representan una vía muy esperanzadora de combatir el covid-19.

David Bueno es director de la cátedra de neuroeducación UB-EDU1ST.

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