Caspar Henderson: “El sentimiento de maravilla puede hacer la vida más rica”

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Caspar Henderson “El sentimiento de fábula puede hacer la vida más rica”

Caspar Henderson es un periodista y divulgador científico británico que ha escrito un libro maravilloso, El mapa de las maravillas (Ático de los Libros, 2021). La pura maravilla, y nada más, es el objeto del libro. Henderson ha elegido una serie de cosas que nos maravillan y las ha investigado. Desde la conciencia hasta el origen del Universo, las máquinas inteligentes y la vida, pasando por objetos más concretos como el corazón o los pulmones. Se trata de una obra de divulgación científica que pone la fascinación en el centro con el objetivo de maravillar al lector. Entre anécdotas personales, historia de la ciencia, una erudición que no empalaga lo más mínimo y numerosos toques de humor, el libro contiene datos fascinantes, como por ejemplo que el corazón de los colibrís late más de mil veces por minuto y el de las almejas solo dos, que la superficie de intercambio de gases de los pulmones humanos es de unos 70 metros cuadrados, poco más o menos como la de un árbol, o que las mismas matemáticas que pueden describir el vuelo de una bandada gigantesca de estorninos también se usan para estudiar el comportamiento del helio superfluido o la materia oscura. Viajamos con él al mundo de las maravillas, que, de hecho, es el nuestro.

En el libro hay una cita del poeta y teólogo Thomas Traherne, que dice que “nunca disfrutaremos del mundo hasta que apreciemos tanto la belleza de disfrutarlo que anhelemos convencer a los demás de que también lo disfruten”. ¿De qué nos quiere convencer con este libro?

— Traherne era un místico del siglo XVII, pero en el fondo yo estoy intentando convencer al lector de lo mismo. Para él la frase tenía un trasfondo religioso, pero yo lo que espero sugerir es que, tengas o no tengas creencias religiosas, todavía es válida. Porque una parte muy importante del aprendizaje consiste en compartir y enseñar. Justamente ayer noche leía un artículo sobre Wittgenstein, que fue profesor en una pequeña escuela en Austria, y se ve que era terrible para los estudiantes, muy mal profesor. Aún así, el artículo recordaba que a menudo el profesor aprende más que los alumnos. Y, efectivamente, cuando tratas de compartir, aprendes. Esto es lo que me ha pasado escribiendo este libro.

¿Por qué es tan importante la capacidad de maravillarse ?

— Me resulta difícil contestar esta pregunta porque casi me parece que no necesita respuesta. Si alguien me preguntara por qué disfruto de la buena música, respondería que me gusta porque es buena, pero reconozco que esto tampoco ayuda mucho. Mi idea es que aunque estemos sufriendo o deprimidos, sabemos que esta realidad tan dura no es toda la realidad en la que vivimos, de forma que me parece útil recordar que hay cosas maravillosas aunque a veces la vida sea terrible. Descartes tiene mala fama porque todo aquello del dualismo entre cuerpo y mente trae problemas, pero identificó la maravilla como una de las pasiones fundamentales de la vida humana. Y en esto pienso que tenía razón.

En el libro habla de maravillarse en situaciones cotidianas. Un día estaba en la cocina, vio cómo la luz se reflejaba sobre la pared y aquello fue maravilloso para usted. Pero quizás no todo el mundo es capaz de vivir este tipo de experiencias.

— Fue un martes por la mañana y pasó que, después de muchos días de nubes, salió el sol, entró en la cocina de casa y, mientras observaba la luz, empecé a pensar en la naturaleza de la luz, en cómo afecta a la vida y en cómo la conciencia está contenida en la vida. Y me pareció un buen punto de partida. Hablando con amigos, conocidos e incluso desconocidos, he constatado que todos hemos tenido experiencias remarcables en las circunstancias más ordinarias. Y esto es una verdad importante.

¿Por eso cita también al escritor Richard Jeffries, cuando decía que “la maravilla es aquí, no ahí; ahora, no después”?

— Solo tenemos el presente. Nuestros cuerpos son sujetos que existen en el tiempo. Vivimos en sociedad, tenemos una historia y existimos gracias a una serie de procesos vitales. Es decir, tenemos una dimensión histórica, pero solo tenemos conciencia en el momento presente. Incluso cuando experimentamos el futuro o el pasado, vivimos experiencias en el presente. Y esto es tan cierto para el sentimiento de maravilla como para otras emociones fuertes.

Utiliza muchas citas de poetas, novelistas, músicos o pintores, que se relacionan de manera muy directa con la ciencia que explica en el libro, a pesar de que sean mucho más antiguas.

— Me alegro de que se aprecien estas conexiones, porque a veces parece que no pueda haber una relación directa entre una pieza musical y cierta investigación científica. Pero si hablas con la gente que trabaja en estos campos, ves que el entusiasmo, la pasión y el amor están presentes. Al fin y al cabo, todos ellos trabajan en algunas de las empresas humanas más bonitas, que tienen que ver con el proceso de descubrimiento. Y quizás estas empresas se reducen al hecho de poner atención. Un artista que dibuja un paisaje está muy concentrado en lo que puede parecer una planta sin importancia, y esto no es muy diferente de lo que hacen los científicos.

También explica la historia del astronauta John Glenn, fascinado con unas esferas que flotaban fuera de su nave y que reflejaban la luz de una manera mágica, angelical. Siempre recordaría aquella experiencia profundamente religiosa. Pero la NASA determinó que las esferas eran su propia orina congelada fuera de la nave.

— Seguramente, esta escena fue muy bonita. Además, Glenn era un hombre muy creyente y probablemente ya estaba abierto a interpretar la belleza del mundo en un contexto religioso. Pero que fuera orina es divertido, ¡claro! He intentado que haya humor, en el libro. Sin sentido del humor somos como alguien que solo tiene una oreja y un ojo abiertos al mundo. Los humanos somos muy juguetones. El juego nos ha hecho como somos. Schiller decía que el juego es la forma más alta de actividad humana.

Cuando explica soluciones tecnológicas para combatir la crisis climática, como por ejemplo la fotosíntesis artificial, lo hace con un cierto deje de optimismo.

— Hay motivos para el optimismo, pero también hay muchos para estar muy preocupados. La ciencia ha sido muy clara desde hace más de 30 años. Hay razones para la acción desde hace tiempo pero apenas estamos empezando a hacer algo. No creo que nos tengamos que rendir, de todas maneras. Cuando empecé a trabajar en el cambio climático, a principios de los 90, una web satírica de los Estados Unidos, The Onion, publicó un artículo que se titulaba: “El momento de actuar es ahora, dice un antiguo estudio encontrado en un archivo de la universidad”. Ahora hay muchos manifestantes que están haciendo un trabajo muy importante, vital, y también mucha gente trabajando en ingeniería e inversiones para conseguir progresos significativos. Por lo tanto, no he perdido la esperanza. Ahora bien, soy optimista de cara al siglo XXII. Entonces lo resolveremos, pero habremos pagado un precio muy alto en sufrimiento y muertes.

También menciona la famosa singularidad, propuesta por Ray Kurzweil, según el cual habrá un momento en el que la inteligencia artificial superará a la humana y las máquinas dominarán a la humanidad. ¿Lo ve plausible?

— No soy experto en este campo, pero, de acuerdo con la investigación que he hecho, soy muy escéptico al respecto. Aún así, hay mucha gente preocupada por este tema. Un filósofo de Oxford, Toby Ord, piensa que la inteligencia artificial es la amenaza más grande que hay sobre la humanidad, peor que una guerra nuclear o el cambio climático. Y, claro, yo no puedo decir con seguridad que esté equivocado. Pero pienso que gran parte del debate sobre este tema no se ha enfocado bien. A lo largo de las próximas décadas es poco probable que la inteligencia artificial sea realmente autónoma e independiente de las personas. La cuestión es quién tendrá el control. Por lo tanto, en realidad, el problema radica en el poder político y el control sobre la humanidad. ¿Quién controla las armas? ¿Quién controla internet? ¿Una empresa? ¿Un estado? ¿Una organización militar? Esta es la pregunta importante, y resulta que la inteligencia artificial es una pieza clave.

A lo largo de todo el libro se percibe un aroma de filosofía oriental, sobre todo en este discurso de apreciar lo que es cotidiano y maravillarse.

— No soy filósofo. Tampoco medito ni soy religioso, pero me atraen mucho las tradiciones budista y taoista, y también la tradición mística cristiana. Antes hemos hablado de Thomas Traherne, pero podríamos ir hasta los inicios del cristianismo o más atrás, hasta uno de mis grandes héroes, el antiguo filósofo griego Demócrito. Escribió 60 libros en los que trata de alcanzarlo todo, y esto me atrae mucho. Soy escéptico respecto a las construcciones metafísicas y sobre lo que puede haber fuera del Universo, porque pienso que, probablemente, tengamos bastante con poner atención al Universo en el que vivimos y tratar de entenderlo mejor. Y esto se puede hacer a partir de cosas muy simples, como por ejemplo haciendo preguntas sobre este vaso de agua. ¿De dónde viene el agua? ¿Cómo se ha hecho el vaso? Y también dándose cuenta de que las moléculas de agua son más antiguas que la Tierra. Nos bebemos el agua y no pensamos en todo esto, que nos conecta a realidades muy profundas.

Pero este tipo de conexión requiere un conocimiento previo. Si no sabes que las moléculas de agua son más antiguas que la Tierra, no puedes establecer la conexión con esta realidad más profunda.

— Acabo de leer un muy buen libro del neurocientífico Anil Seth sobre la conciencia, Being you, en el que dice que cada vez que la ciencia avanza parece que se separe de la gente. Cuando Copérnico dijo que la Tierra no era el centro del Universo mucha gente lo consideró amenazante. Pero Seth dice que siempre que la ciencia nos ha desplazado del centro, se ha abierto algo nuevo y bonito. Darwin, por ejemplo, nos dio una familia más grande, quizás con más desacuerdos [ríe], pero una familia, al fin y al cabo. Esto es lo que puede hacer la ciencia y, por lo tanto, no se tiene que tener miedo del conocimiento. De hecho, todas las grandes tradiciones religiosas elogian la ampliación de conocimientos.

Por lo tanto, si tenemos esta capacidad de maravillarnos a partir del mundo cotidiano, ¿podemos vivir una vida más feliz (disculpe la cursilería) o, mejor dicho, más rica?

— La felicidad está muy bien, pero es un producto de otras cosas. Cuando te das cuenta de que te lo estás pasando bien ya dejas de hacerlo. Pero sí, pienso que el sentimiento de maravilla puede hacer la vida más rica, y esta es la esperanza que tengo con el libro. No he ganado mucho dinero, pero me ha enriquecido de otro modo y ahora me siento más vivo. Y espero que a la gente que lo lea le enriquezca un poquito la vida.

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