Cierre

El Bar Boia de Cadaqués ya ha desaparecido: sólo queda el esqueleto

La familia Vehí no sabe si Costas tirará al suelo la estructura, pero ellos han extraído todas las instalaciones que tenían allí.

CadaquésEl Bar Boia se ha convertido en un esqueleto que sólo se aguanta de pie por la estructura básica. En un mes de enero gélido, con una tramontana que sopla sin cesar y con un silencio insólito en Cadaqués, contemplar los cuatro palos entre los que se había comido y bebido tan bien da miedo, y es muy triste. "Le hemos desmantelado en tres días; ya no queda nada", explica su director, Manel Vehí, en la que había sido la terraza del Bar Boia, frente al mar erizado, sin barco alguno, y donde reinan los pájaros marinos . Mientras cuenta todo lo que ha extraído del interior, se acerca gente, que le saluda y le abraza y le da muchos ánimos. "No sé quién es lo que me acaba de abrazar pero estos días me ha pasado mucho", dice Manel, quien añade que, cuando el viernes arrancaron sus maderas, una mujer que los veía desde fuera se va poner a llorar. "Nos cuentan que tenían relación con ellas y muchas historias, que iban a desayunar con la pareja, que conocieron a alguien, incluso amores que habían empezado su historia en el Boia; el cierre nos ha hecho sentido muy queridos", continúa diciendo Manolo, que subraya el calor que les ha hecho llegar la gente. "¿Has visto que el actor Bruno Oro, que es de Cadaqués y de familia histórica, ha hecho un vídeo en Instagram en el que habla de nosotros?", añade. El actor pide que se rectifique la ley; también lo exige la iniciativa popular de recogida de firmas, en la que ya hay más que habitantes tiene Cadaqués.

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Hoy, pues, ya no queda nada por desmantelar. Ya no están las letras exteriores, ni los toldos, ni las dos grandes barras del interior, ni el suelo, ni el aire acondicionado, ni las mesas ni las sillas. Nada. Hay una nevera de pared, que la dejarán luces exteriores que ahora cuelgan de un hilo y que también se quedarán. resto la han empaquetado toda. único que explica es que la carta en la que les notificaban que debían cerrar para siempre la recibieron el mismo día que murió la abuela paterna, la querida Montserrat Kontos, que había nacido en ¡Cadaqués pero que provenía de una familia griega, de Simio! Los Kontos. Una estirpe de buzos y coraleros. De Grecia a Cadaqués (Farell) se cuenta su historia.

En un mismo día, pues, se juntó todo: una muerte y el anuncio de cierre del Bar Boia. La abuela fue quien le abrió junto a su pareja, Manuel Vehí. Eran muy emprendedores. También tenían una carnicería, que todavía está abierta hoy con otros propietarios (Serraplà), y donde se pueden comprar (hacia la primavera) las famosas anchoas de Cadaqués, que hace la Quimeta de Cadaqués. Los abuelos también abrieron restaurantes. "El abuelo era pescador, y además hacía carbón en las montañas", dice Manuel. Eran muy activos. Y en 1946 fue el año en que abrieron el bar; desde entonces, hasta finales de diciembre del 2024, ha sido un centro cultural y gastronómico, de día y de noche, porque los cócteles de noche de Manel Vehí, que trabajó en el Bulli, tenían buena renombre.

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En el restaurante Vincle el Alexandre Vehí comenta que toda la semana pasada fue como vivir un funeral. Es primo de Manel por parte de padre y ha estado yendo cada día. "Cadaqués está cambiando mucho; cada vez hay más normas que nos hacen cambiar; en la barraca de Culip ahora se nos ha prohibido dormir, cuando los cadaquesenses podíamos", dice el cocinero, que subraya la cantidad de camareros que trabajaban en el Bar Boia, y que todo el mundo sabe que cobraban bien. En verano había hasta veintiséis; en invierno no era así, pero en temporada se trabajaba bien, "y el local siempre estaba impecable".

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Y con el cambio debe llegar la oportunidad. "No nos vamos a centrar en lo malo, sino en todo lo que hemos ganado teniendo al Boia", dice el cocinero. La vida sigue. El eco del cierre demuestra lo que el bar significaba para la población del Alt Empordà y para Cataluña. Ya ha pasado en la historia. Lo echaremos de menos. Y mucho.