David Bowie y una botella de vino del Empordà

Son dos enólogos holandeses: Dido, ella; Jurriaan, él, que después de dar vueltas por todo el mundo vinícola fueron a parar al Alt Empordà y se enamoraron de la tierra. Si los ve, a ella ya él, tan felices y salvajes, entenderá qué tipo de vinos hacen. Esto ocurre a veces; ves al viticultor y entiendes el vino que hace o hacía. Yo siempre que he tenido la suerte de probar los vinos de Didier Daggenau con alguien, le he enseñado aquella imagen suya, donde se le veía –barba y pelo de vikingo– con el pañuelo en la cabeza, en medio de la viña. El vino es lo que él era.

En el caso del vino que tenemos en la copa, ocurre lo mismo. Dido y Jurrian, de Vinyes Tortuga, dicen que "hacen vino de la misma manera que viven: salvajemente, libre y profundamente conectados con la tierra". Trabajan al ritmo de la naturaleza, no al ritmo de los humanos. El vino que hacen, pues, es "natural", dicho con todas las prevenciones y alegrías que toca. No filtran, no añaden, ni sacan nada, sólo –palabras suyas– “embotellan”. Las levaduras, claro, son autóctonas.

Trabajan y viven en Rabós, donde encontraron una masía en venta, con 9,5 hectáreas de viñedo. Para obtenerla hicieron un crowdfunding, que es la palabra que utilizamos para hablar de una financiación colectiva, y compraron la casa, las tierras y máquinas de segunda mano para hacer vino. La primera cosecha salió en el 2018. Ahora, acaban de comprar la antigua cooperativa Sant Julià,un precioso edificio, que han rebautizado como Fruta Analógica.Veremos si, como banco de pruebas, les lleva más allá del vino. Vinyes Tortuga, hace falta decirlo, ha contado con los consejos y la ayuda de un enólogo extraordinario como es Joan Ramon Escoda.

Los viñedos tienen todo lo que deben tener los viñedos ampurdaneses, me cuenta Dido con su acento holandés. Están cerca del mar, a unos veinte kilómetros, por lo que lo que hay en la copa es un vino con salinidad. La humedad de este mar ayuda a los viñedos. La tramontana, ese viento que, a veces, hace estragos, refresca del calor. El suelo es un suelo muy similar al del Priorat, con la pizarra, y eso, en la copa, lo encontraremos también.

Un álbum de David Bowie

Dido y Jurrian, como algunos otros viticultores que hemos encontrado en estas páginas (pienso ahora en el Hungry Heart, que probamos no hace mucho) ponen nombres de álbumes o de canciones que les gustan en las botellas. El vino que tenemos hoy en la copa lleva el nombre del cuarto álbum de nuestro querido Bowie, Hunky Dory, que significa "estar bien". Diría que el vino que hoy probamos y el álbum que le da nombre, tienen cosas en común. Del Hunky Dory musical el biógrafo David Buckley dijo que "su estado de fácil escucha y su sensibilidad musical convencional han restado valor a que, líricamente, el disco prepara las bases de la carrera del Bowie futuro". No puede parecerme más apropiado. "Fácil", a menudo es considerado un demérito y no un elogio. Hay grandes obras de arte, como este álbum, que son fáciles y sin embargo, o quizá por ello, únicas y extraordinarias. Quien puede resistirse a Heroes? Y hay vinos que también son fáciles, lo que me parece un gran elogio. El vino de hoy es también de fácil beber, y ésta es su gran virtud. Un vino natural, bien hecho, y, como el disco, prepara los vinos del futuro de esta inquieta pareja. Ellos dicen, no se cansan de decir que "en cada cosecha aprenden". Escuchan, respetan, y lo hacen con la visión periférica de lo que viene de fuera y se enamora aquí. Yo, esa garnacha tan ampurdanesa, tan mediterránea, me la tomaría con un buen pan con tomate y embutidos. De hecho, el otro día, leyendo el artículo de Trini Gilbert sobre Provisiones Gresca, la charcutería de Rafa Peña y Mireia Navarro, pensaba que este vino sería un buen marido, para las maravillas que hacen.

Todos los vinos de la bodega llevan nombres de álbumes o de canciones de músicos buenos, como por ejemplo citar a otro de mis preferidos, Jeff Buckley. En este caso, Jeff Buckley inspira el Mojo Pin, un vino hecho de garnacha tinta y marselán. He comprobado que mucha gente que ama el vino ama también otras artes, y en especial la música. La música va con el vino, siempre, y en este caso, claro, les recomiendo con todo el corazón que prueben el Hunky Dory escuchando el Hunky Dory.

Gracias a esta página, estoy conociendo vinos que me gustan y sobre todo, viticultores que me gustan. Dido y Jurriaan, tan alegres, tan puros, son de esa gente que te gustaría contar entre tus amigos. Disfruten del vino con el álbum, disfruten del álbum con el vino.