El muy esperado regreso del Shoronpo
El restaurante de cocina japonesa ha vuelto a abrir en el barrio de Gràcia muy cerca de donde estaba el primer local
El Fan Shoronpo era un restaurante extremadamente popular de la Villa de Gracia de Barcelona, con el carismático Keita Tanaka a la cabeza. Hacían –como su nombre indicaba– shoronpos, unos rollitos de pasta rellenos de carne y de caldo típicos de la gastronomía japonesa, y ramen. Siempre había cola, especialmente en invierno, cuando la gente se deleaba por comer uno de esos platos humeantes. Pero vino la pandemia, y el restaurante tuvo que cerrar, dejando a la fiel clientela huérfana de shoronpo.
Pero el tiempo ha pasado y por fin Keita Tanaka se ha podido rehacer y volver a servir a sus famosos dumplings al vapor. No lo ha hecho solo y no lo ha hecho en el mismo sitio. Empecemos por los compañeros de viaje, porque ésta es una historia de amistad. La de un cliente de Keita, un fan del restaurante que acabó siendo amigo de tanto que acudió, Nayef Ghazi Muhtaseb.
Nayef se dedicaba a la exportación y tenía ganas de un cambio profesional. Su amigo, Pol Canals, se dedicaba a las finanzas y se encontraba en la misma situación. Y entonces recordaron cómo les llegaba a gustar lo que cocinaba Keita. En una cena en otro restaurante japonés mítico de Gràcia, el Can Kenji, le propusieron asociarse para volvernos a llenar la barriga del calor del caldo. Keita dijo que hai. Y dicho y hecho.
Encontraron local más rápido de lo previsto. Es lo que ocurre cuando los astros se alinean. Además está cerca del original (que estaba en la calle Séneca), por lo que vecinos que eran asiduos lo han reencontrado muy pronto gracias al boca oreja. El nuevo Shoronpo se encuentra en la calle Dr. Rizal, 20, en un espacio donde antes ha habido el Gula Bar, la versión de platillos del Santa Gula. Con un presupuesto ajustado lo han reformado gracias a otros amigos, Pol Vila de Setze Studio y Samuel Tor de ARQ. Y los tres socios se han puesto manos a la obra para ponernos el plato en la mesa. Encontrará Keita detrás de los fogones y Nayef y Pol en la sala.
Y hablemos de la comida, que es lo que más os interesa. Para los que erais asiduos, en la carta no echaréis nada en falta, pero, en cambio, hay nuevos descubrimientos. Tienen los shoronpos clásicos, por supuesto, pero también otras opciones como los ligeramente picantes o los que tienen trufa. Aparte, también hay gyozas, y una retahíla de primeros platos, como el karaage (pollo rebozado), el menma (brotes de bambú salteados) y el abonegue (ensalada de aguacate con puerro, wasabi y alga nori). En cuanto a los ramenes puede elegir si se desea que el caldo sea de pollo o bien vegetal. Están los clásicos de shoyu y de miso, pero si me permite un consejo, no dejéis de probar el tantanmen (fideos de ramen con caldo, carne de cerdo salteada, bambú y huevo con salsa de sésamo). Es una auténtica delicia que hemos añorado mucho tiempo.
En la carta, que es corta aunque más extensa que en el primer restaurante, también hay arroz salteado o de aquí muy poco postre. Harán shoronpo de Nutella (¡ñam!), dorayakis (exacto, el pastelito del Doraemon) y otros inventos que seguro que harán que salgáis contentos. También me parece un buen sitio para introducirse en el fascinante mundo del sake. Sobre el rango de precios, el ramen vale unos 13 euros y dos shoronpos clásicos 4,50. Es mucho mejor reservar porque pensaban que empezarían tranquilos porque han reabierto en verano, pero la cantidad de personas que estaban esperando su regreso era de las dimensiones de La gran ola de Kanagawa. Bienvenidos de nuevo.