Consumo y salud

¿Cuánto vino puedo beber haciendo un consumo moderado?

Querer tomar vino con medida tiene un hándicap: no hay consenso sobre dónde están los límites

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Una copa de vino tinto.

El consumo de vino está adoptando nuevos patrones. Después de haber sido una bebida muy presente en las comidas de sitios con larga tradición vitivinícola como Cataluña, su consumo está quedando cada vez más relegado a las ocasiones especiales. Esta tendencia, que se acompaña de un creciente interés por los vinos de bajo grado alcohólico y los desalcoholizados, coincide con las advertencias difundidas por estamentos científicos y autoridades sanitarias con las que se avisa de que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol –vino incluido– que garantice evitar los efectos perjudiciales que puede tener para la salud.

A pesar de las múltiples evidencias de que el alcohol incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como el cáncer, la industria vinícola trabaja para que se ponga el foco en los estudios científicos que minimizan los riesgos o que han encontrado virtudes al beber vino, a la vez que llama a tomar' n con moderación. Ahora bien, los consumidores lo tienen difícil si quieren optar por un consumo moderado, porque no existe un criterio universal sobre qué es beber con medida. Este delicado binomio entre el vino y la salud se ha abordado en Barcelona Wine Week (BWW), una feria profesional referente del vino español que ha celebrado la cuarta edición este febrero.

La tesis principal que se ha difundido durante la feria, manifestada por el cardiólogo Josep Masip, es que se reconfirma la existencia de la curva en J: las personas con un bajo consumo de vino "tienen menos mortalidad" que los que no la beben nada y que los que toman de forma abusiva. Es una de las principales conclusiones del congreso internacional Lifestyle, Diet, Wine and Health, celebrado este otoño en Toledo con una treintena de ponentes científicos y que han organizado la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (Fivin), una entidad creada por la industria vinícola y que tiene a Masip como presidente de su comité científico, y el Wine Information Council (WIC), sustentado por la asociación Wine in Moderation.

Fivin y WIC defienden el encaje del vino en una dieta equilibrada –la mediterránea, en el caso de Fivin– y siempre tomado durante las comidas, un aspecto que, en opinión del director general de la Federación Española del Vino (FEV), José Luis Benítez considera "tan obvio" que no habría que salir a defender, pero cada vez lo ve más necesario. "El vino está en peligro porque hay una serie de talibanes por el mundo que nos están diciendo que es malísimo para la vida", critica el presidente de la patronal, y apela a afrontar la vida con "decisiones informadas". Además, cree que habría que trasladar a las autoridades sanitarias las conclusiones del congreso, que, en opinión del secretario de Alimentación de la Generalitat, Carmel Mòdol, marcan "el camino correcto". Mòdol reivindica que el Gobierno se esforzó duro para evitar que prosperara la voluntad europea de etiquetar el vino como cancerígeno, medida que veía como "una auténtica barbaridad" porque los estudios deben basarse "en sustentaciones científicas irrefutables".

Qué se considera moderación

Lo que el sector vinícola no cuestiona es la necesidad de hacer un llamamiento a beber con moderación, una voluntad que cuenta con el apoyo de Wine in Moderation, una asociación lanzada por el sector vinícola europeo que tiene sus orígenes en 2008. El distintivo de entidad se acompaña del lema Escoger | Compartir | Cuidar y incorporar en botellas de vino o webs de bodegas. Su última iniciativa es un programa formativo destinado al conjunto del sector (elaboradores, responsables de enoturismo, sumilleres, comerciantes...) para concienciar sobre la importancia de promover la moderación, lo que podría contribuir, por ejemplo, a normalizar que se puede escupir el vino en una cata de una bodega para evitar consumos abusivos. La secretaria general de Wine in Moderation, Nadia Frittella, dice que el consumo moderado es de hasta dos copas al día para las mujeres y de hasta tres para los hombres, siendo no más de cuatro por ocasión, entendiendo como copa de vino una dosis de unos 100 mililitros y con un grado alcohólico del 12,5% (eso sí, muchos vinos mediterráneos le superan).

Frittella añade que, en cualquier caso, ante cualquier cuestión que afecte al estado de salud particular siempre hay que consultar al médico, y marca distancias con el tabaco, que ya nadie duda de que es perjudicial: "Para el vino, vemos que si tomas cierta cantidad puede tener algunos efectos beneficiosos, pero si bebes demasiado desaparecen". Preguntado por el ARA, el doctor Masip no es partidario de hablar de beneficios del consumo de vino, sino de "bajo riesgo o alto riesgo" para la salud. Recuerda que un macroestudio publicado en 2022 basado en el Global Burden of Disease (GBD) desaconseja el consumo de alcohol en menores de 40 años, pero a partir de esa edad podría tener algunos efectos positivos en dosis bajas (otra cosa es si pueden compensar riesgos como el de padecer un cáncer). Aún así, Masip afirma que "está en debate" qué cantidad se considera consumo moderado, y que en cuanto al vino puede oscilar entre una copa, una y media y dos al día.

Más allá de no beber en casuísticas como durante el embarazo o siendo menor, la web de Wine in Moderation también recuerda que "no existen directrices universales de consumo". Entre las más nuevas se encuentran las de Canadá, quien considera que con tan sólo una o dos unidades de bebida alcohólica a la semana –de un vino con el 12% de alcohol serían 142 ml por unita– ya hay un " riesgo bajo" que resulte perjudicial tomarlo, mientras que con entre tres y seis semanales existe un "riesgo moderado" de desarrollar un cáncer, e insta a beber cuanto menos, mejor. Por su parte, el Ministerio de Sanidad español sitúa el consumo de bajo riesgo en 10 gramos de alcohol al día para las mujeres, lo que traduce en 125 ml que equivaldrían a "media copa" de vino, y 20 gramos para los hombres , que sitúa en 250 ml y una copa. Sin embargo, recuerda que "no existe un nivel de consumo seguro de alcohol" y que "no consumir es el único que evita sus efectos perjudiciales". Algunos países también recomiendan intercalar el consumo con el agua, así como estar al menos un par de días a la semana sin tomar ningún alcohol.

Entre tanto, crece el interés que despiertan los vinos con baja graduación alcohólica (5%) y los desalcoholizados, con un porcentaje de alcohol casi nulo o 0,0. La empresa de estudios de mercados IWSR corrobora que estas alternativas están en auge, pero tan sólo representan el 0,35% del vino mundial. En algunos países supera el 1%, mientras que en España es un 0,1% porque es un mercado "más conservador" ya la vez atomizado, y estos vinos suelen elaborarlos grandes empresas, detalla el jefe de investigación de vino de IWSR, Daniel Mettyear. En la feria BWW se ha hablado de algunos ejemplos: los pioneros Win de la bodega Matarromera y Natureo del catalán Família Torres, y el nueve de Viñas Familia Gil.

No se bebe como antes

El consumo de vino en el mundo está en retroceso, según constata el jefe de investigación de vino de IWSR, Daniel Mettyear. "En general, la perspectiva a largo plazo es negativa", asevera, porque a excepción de nuevos mercados –como África– desciende el consumo en la mayoría de los países, especialmente en los grandes. Relata que contribuye la creciente moderación de la ingesta de todo tipo de alcohol porque se tiene más conciencia de que "el alcohol no es bueno para la salud" y que "el vino está cambiando de ser un producto de consumo diario con el comer a ser un producto especial que se toma en ciertos momentos", más de día que de noche y evitando acabar con una resaca. Además, hay gente que opta por tomar menos, pero de mayor calidad, y los jóvenes cada vez se adentran más tarde en el consumo de vino: ahora ya es hacia los 30 o 35 años, detalla.

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