Señora Carmen: un vino que no podrá dejar de amar

Como hemos quedado por hablar a las doce, pero se ha equivocado y ha llegado más temprano, ha decidido que iría al mercado a comprar para hacer escudilla para su familia. Es uno de esos hombres que son felices cocinando, pero también comprando y hablando: Xavier Orobitg, uno de los socios de Vins del Tros, en la Terra Alta. Un proyecto que nace en Vilalba dels Arcs, uno de los pueblos más preciosos del mundo, que conozco gracias a los otros socios de Vins del Tros: los propietarios del restaurante Òsmosi, en Barcelona. Hablamos, hablamos y me doy cuenta –porque me cuesta siempre saber quién es quién– que es el representante de futbolistas. Me explica cómo le gustan los vinos y nos ponemos de acuerdo. Sé que sabe lo que quiere, sé cuál es el estilo que le gusta, y sé, pues, sin equivocarme, que ese Señora Carmen me encantará. Así es.

Embotellan con luna menguando una garnacha tinta cien por cien de una finca llamada La Valleta. Si digo lo de la luna menguante es porque el cultivo es ecológico. Cada vez sientes más la gente que sabe hablándote de cuestiones relacionadas con las lunas o los días "hoja" o "flor". Alguien, por ejemplo, como las admiradas mujeres de Mas d'en Gil, en el Priorat, autoras del Clos Fontà (nhfdnm), lo tienen en cuenta. Anotemos, por cierto, que las letras del interior del paréntesis son una cita del filósofo: "No hase falta disir nada más".

El Señora Carmen fermenta en depósitos de acero inoxidable, me cuenta el culto y apasionado Xavier, con levaduras espontáneas, y entonces crían en barricas de roble francés. Muy pocas botellas hay de este vino, que debe conseguido las mejores puntuaciones, siempre, en la Guía de Vinos de Cataluña y en el concurso internacional Grenaches du Monde (Garnachas del Mundo). Los premios quizás no importan cuando no se obtienen, pero cuando se obtienen hacen muy feliz.

Quizás pecamos mucho y mucho, a la hora de hablar de vinos, de utilizar la palabra elegancia. Quiere decir ausencia de rudeza, de ese secante que te notarías en las encías. El Señora Carmen es una elegancia máxima, es la expresión pura y dura de la Terra Alta. Se nota que el vino está pensado o hecho (aparte de por la viña) por gente que ama la comida. Siempre lo ves, cuando ocurre esto, porque los vinos de la gente que ama la comida son los que se acaban siempre en los restaurantes o en las mesas de las casas.

La garnacha es algo diferente según el territorio donde vive, porque es una variedad que en cada territorio sabe expresarse. Las garnachas de la Terra Alta para mí están entre los vinos más importantes del mundo. Además nos permitirá jugar a adivinar, comparar, porque es un monovarietal. Si toma esta garnacha y otras de tierras diferentes, de climas diferentes, y las compare, la encontrará distinguida, auténtica, señora. Pruebe y verá que se le queda en la boca largo rato, pruebe y verá que la última copa es la mejor, y querrá más. Sean clásicos o sean osados, éste es un vino para vosotros. Hay veces que recomendando te arriesgas. Hoy sé que hago gol.

Le pregunto a Xavier por el maridaje, y justamente es cuando me cuenta que se le tomará, a copas lentas y disfrutadas, mientras cocine, solo, esta tarde. Lo copiaré.

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