De los 6 a los 12 años, la etapa 'olvidada' de la infancia
La mayoría de programas de intervención se concentran en la primera infancia o en la adolescencia, dejando este período en un segundo plano, si bien es una etapa crucial
Barcelona"La etapa tranquila por definición". Así detallan algunos manuales y guías la etapa de los niños que va de los 6 a los 12 años, y que coincide con la de la educación primaria. Aunque quizá no lo sea tanto como parece. "Es una etapa más difuminada que las demás. De hecho, la mayoría de estudios y programas de intervención se concentran en la primera infancia o en la adolescencia, dejando este periodo en un segundo plano. Pero es una etapa crucial para el desarrollo cognitivo, social, emocional y físico, y representa una ventana de oportunidad para la promoción de la salud y la prevención de problemas futuro." en educación emocional, dermatología y crianza respetuosa.
Algunos expertos hablan deinfancia intermedia para situar esta franja de edad –en Estados Unidos, este período se conoce como middle childhood–, aunque, en palabras de Estapé, quizás sería más adecuado hablar ya de preadolescencia. "Este término ayuda a reconocer y legitimar esta etapa con necesidades propias, evitando avanzar expectativas adolescentes que no se ajustan a la realidad de los niños en esta franja de edad".
Núria Casanovas, psicóloga infantojuvenil y vicepresidenta de la Sección de Psicología de la Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, explica que, entre los 6 y los 12 años, los niños se encuentran inmersos en cambios muy profundos. "No son tan espectaculares como cuando eran más pequeños, en los que había cambios muy visibles por fuera, pero por eso no dejan de ser menos importantes". Indica que a estas edades consolidan su mundo interior y algunos aspectos emocionales, se construyen la autoestima y encuentran su rol en un grupo. La sensación de que no cambian tanto en ese momento viene dada porque se encuentran en una fase más de consolidación. "Estos cambios se van evidenciando poco a poco, por tanto, no son tan llamativos".
La pediatra Anna Estapé enumera los importantes cambios que se producen entre los 6 y los 12 años. Las visitas pediátricas siguen teniendo un papel clave en esta etapa, no sólo para revisar el desarrollo físico, sino también para acompañar al niño en su desarrollo emocional y social.
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1
Independencia progresiva de la familia y menor supervisión adulta.
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2
Relaciones entre iguales: aumenta el interés por los amigos, las relaciones tienen un impacto emocional más profundo y aparece una fuerte necesidad de pertenencia y reconocimiento social.
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3
Autoestima y autoimagen: los niños desarrollan una narrativa interna más elaborada.
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4
Sentido de la responsabilidad y de las normas sociales.
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5
Cambios físicos iniciales de la pubertad (pueden iniciarse en niñas a partir de los 8 años y en niños a partir de los 9).
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Hábitos y estilo de vida: consolidación de hábitos de alimentación, sueño y actividad física; aparecen patrones que pueden impactar en la salud, por ejemplo, la obesidad y el uso de pantallas.
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7
Escuela y cognición: aumento de los retos académicos, comienzan a procesar información más compleja ya desarrollar un pensamiento más abstracto.
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8
Tecnología digital: tiene un impacto creciente en el desarrollo social y emocional.
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9
Salud mental: pueden aparecer problemas de salud mental y al mismo tiempo también es una etapa muy importante para la prevención de conductas de riesgo (tabaco, alcohol, exposición a pornografía).
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10
Emocionalmente, todavía necesitan mucho acompañamiento adulto y la familia sigue siendo una base emocional fundamental.
De 6 a 8 años
Establecer diferentes etapas dentro de la franja de 6 a 12 años ayuda a comprender mejor la evolución que realizan los niños en estos diferentes momentos, aunque hay que recordar que todo es relativo y que cada individuo puede tener una evolución y una maduración propia y diferente a la de otro de la misma edad en determinados aspectos. "En esta etapa, el niño comienza a controlar sus impulsos y la planificación. Hay una madurez en lo que se refiere al córtex prefrontal, que es el que se encarga de controlar las propias emociones. Es decir, su cerebro se vuelve más maduro, sus neuronas se refuerzan y se siente más capaz de controlarse", explica Casanovas. Por tanto, en este punto, es cuando son más capaces de operar de manera lógica y organizada. También dejan de pensar en términos de ilusión y "tocan más de pies en el suelo". Como dice Casanovas, en esta etapa, si no existen problemas con el entorno, el niño se vuelve emocionalmente más estable.
Esta maduración de su cerebro hace que a partir de los 6 años se suelan empezar a diagnosticar trastornos como el TDAH, en caso de que existan. "Esto ocurre porque de los 3 a los 6 años se considera que todavía pueden ser inmaduros en diferentes áreas, como ésta, la de la regulación de la conducta", razona Asun Díaz, neuropediatra y coordinadora de la Unidad de Neuropediatría del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Y en este punto es también cuando se pueden detectar trastornos de aprendizaje, porque es el momento en que se trabaja más a fondo la lectoescritura, que les permite diagnosticar.
De 8 a 10 años
En esta etapa son más conscientes de su identidad, ya saben quiénes son y ya se han comprendido más. Como apunta Casanovas, también en estas edades, los niños ya son capaces de reconocer si se llevan bien o mal sin echar balones fuera. Cuando son más pequeños, y sin mala intención, a menudo pueden echar la culpa a quienes tienen al lado en lugar de reconocer sus actuaciones. "En estas edades, el cerebro comienza a hacer una poda sináptica. Las sinapsis son las conexiones entre neuronas y aquí comienzan a desaparecer algunas conexiones que no sirven demasiado para nada. El cerebro comienza a ser algo más eficiente", señala Casanovas.
"Ahora ya se dan cuenta mucho más de las cosas porque ya no son niños pequeños y se encaminan hacia la preadolescencia. Por eso, son más conscientes de lo que ocurre a su alrededor y son más sensibles a todo. Tienen más definida la parte social y se preocupan tanto de pertenecer a un grupo como de tener una identidad en este sentido", subraya Díaz. Añade que, actualmente, también detectan cómo las etapas de crecimiento y maduración se avanzan. "Por ejemplo, nosotros, en neurodesarrollo, siempre les preguntamos a qué juegan, porque es una manera de evaluar ya no juegan".
De los 10 a los 12 años
Aquí existe un cambio importante: la preparación de la pubertad. "Aún no se ha hecho este cambio, pero por dentro ya lo están sintiendo. Son preadolescentes. Todavía no son tan intensos como cuando llegarán a la adolescencia y quizá por eso no nos llama tanto la atención esta etapa, pero se producen cambios en el área hipotalámica de su cerebro agravados por los cambios hormonales y físicos que también experimentan", explica Casanova. Incide en que es una etapa a tener en cuenta, ya que hay muchas cosas que los niños "dicen hacia dentro" en estas edades. Por eso es muy importante saber cómo entrar en su interior para entenderlos, puesto que también empieza a ser el momento en que creen que los padres ya no los comprenden.
En esta etapa, los niños también quieren afirmar su propia personalidad, buscan su ritmo y sus intereses, y con la preocupación de su inclusión en el grupo, pueden tener conflictos sociales que desencadenen angustias más profundas. "Las familias, en esa franja de edad, pueden sentirse algo desamparadas, porque no entienden que los hijos a veces se pueden llevar como niños pequeños y otras, rebelarse como adolescentes", señala Casanovas. Por eso, pone énfasis en que hay que saber prever que, en este punto, los niños todavía no son constantes, que hay aspectos que empiezan a despuntar, pero que todavía no se han consolidado. "Por tanto, podemos pedir a un niño de esa edad que sea autónomo a la hora de ayudar en casa, pero entonces también debemos prever que quizás la mitad de veces no querrá hacerlo y querrá ir a jugar. ¿Hay que trabajar esto? Sí, pero sin enfadarse".
"Todo el mundo nos prepara para la adolescencia, todo el mundo está alerta sobre todo durante los tres primeros años de vida y luego parece que todo vaya como rodado, pero también hay cierta problemática. Sin embargo, mi percepción es que las familias están muy atentas y buscan maneras de acompañar a sus hijos en todas las etapas", recuerda.
"Yo propongo generar confianza con estos niños a partir del juego, momento en que se puede aprovechar para hacerles preguntas: ¿qué es lo que más te gusta? ¿Qué es lo que te molesta de la escuela? ¿Te sientes bien contigo mismo? Todo lo que sea mencionado ayudará a crear confianza con la familia y hará que cuando tengan problemas durante la adolescencia ya tengan este recurso" Casanovas.
A su vez, Díaz reconoce que a pesar de que en esta etapa ya no sean bebés y aún no sean adolescentes, los padres están igualmente encima de todo lo que pueda aparecer. "Es importante fijarse en sus estados de ánimo, sobre todo a partir de los 12 años; en sí no duermen o no comen bien, o si su conducta cambia. Así que debemos aprovechar para hablar mucho con ellos y compartir ratos, limitar el tiempo de uso de las pantallas e intentar alargar el tiempo en común".