Àngels Gonyalons: "No habría iniciado una relación tan pronto con una persona mayor"
Se marchó de casa antes de cumplir los 18 años y confiesa que le ha faltado hacer un Interrail, tener pandilla y viajar por Europa
Àngels Gonyalons (Barcelona, 1963) es actriz, conocida por musicales tan aclamados como Mar i cel, o la última producción de Dagoll Dagom, L'alegria que passa. También ha trabajado en cine, televisión y doblaje. Este año celebra el 30 aniversario de la escuela de teatro musical Memory, de la que es fundadora. Del 9 de mayo al 2 de junio la podemos ver en la obra Llegat, en el Teatro Akademia.
Àngels Gonyalons siempre supo qué quería hacer aunque no fuera consciente de ello. “Me pillaron cuando tenía tres años con todos los muñecos en el suelo y yo sobre la cama explicándoles cosas. El escenario me gustaba mucho”. Pese a que su abuelo materno era escultor y los primos de la madre, músicos, ella era hija de académicos. “Mis padres habían estudiado ambos humanidades, historia del arte y filosofía, dos carreras, en una época en la que no era habitual. Muchas madres eran amas de casa. Mi madre se casó a los 19 años. Mi padre tenía 32 y le dijo «ya me ocupo yo de las niñas: haz una carrera, ten un grupo de amigas, ten una juventud». Era un hombre fuera de serie”.
Le pregunto cómo descubrió lo que le gustaba. “Desde pequeña veía los ciclos de Fred Astaire y Ginger Rogers y me cautivó el claqué, la danza, cantar... Y los fines de semana hacíamos rutas por Catalunya porque mi madre hizo el trabajo de fin de carrera sobre el forjado. Nos pasábamos horas en el coche y torturaba a mi hermana mediana porque le decía «tú haz esta voz». Yo ya buscaba armonías”.
Estudió en el colegio Lestonnac porque su padre era profesor. “Las compañeras pensaban que tenía favoritismos y cierto profesorado era más exigente para que no pensara que tenía. Pero era muy feliz en casa porque mi padre jugaba mucho con nosotras”.
Hermana mayor
Àngels es la mayor de tres hermanas. “Somos muy distintas. Con la segunda no llegamos a llevarnos un año y siempre tuvimos rencillas, demasiado cerca. Cuando nació la pequeña, me fundí, la quería como una hija, nos llevamos seis años y soy su madrina. Pero al independizarme tan temprano hemos hecho vidas muy separadas”.
Se marchó de casa antes de cumplir la mayoría de edad. "A los 17 entré en el mundo profesional e inicié una relación de pareja que duró 21 años". Pregunto cómo se lo tomaron sus padres y recuerda que no fue fácil, “enganché la época del destape y todo el mundo del espectáculo iba asociado a una forma de vida... Al principio, cuando me hacía el carné de identidad, decía con la boca pequeña que era actriz”.
Empezó con Paco Morán en el antiguo teatro Martínez Soria. “Tenía un aforo de mil personas, hacíamos doce funciones semanales y me quedé afónica enseguida. No soy un buen ejemplo en este sentido, no he tenido la formación correcta, pero he tenido suerte”.
Tiene una hija de 16 años. La invito a reflexionar sobre cómo hace de madre comparada con sus padres. “Mi madre me tuvo a los 20 años, era muy joven. No podía ser demasiado consciente de lo que hacía. Tuve una cuerda muy corta y eso hizo que yo fuera más temeraria. Y de eso he aprendido. Mi hija es la única que tengo y fue con 43 años. Perdí dos antes. He tenido a unos padres maravillosos, pero a veces decían cosas como «eres un desastre». Y yo esto no se lo he dicho nunca, a mi hija, siempre le he fomentado la autoestima”. ¿Y quiere seguir tus pasos? "No, le gusta el baloncesto y estudia el bachillerato sociosanitario".
Le pregunto si cambiaría algo de su pasado. “No habría iniciado una relación tan pronto con una persona mayor. Tenía el ejemplo de casa y era tan bonito, pero visto desde ahora, a los 60 años, habría sido libre más tiempo. Me ha faltado hacer un Interrail, tener pandilla y viajar por Europa”.