Las consecuencias de tomar menos apuntes a mano
Los alumnos pierden el hábito de escribir y, por tanto, tienen peor caligrafía, menos concentración y menos autonomía

Barcelona"Colgarás los apuntes en el classroom?" "Això ho trobarem al campus virtual?". Són les dues preguntes que més repeteixen els estudiants a docents d'institut o d'universitat just abans de començar una classe. "Si veig que el que explica el professor és el mateix que penja a l'aula virtual em relaxo i, de vegades, fins i tot hi ha moments que desconnecto o xerro esporàdicament amb la companya del costat", reconeix la Martina, estudiant universitària. El 80% del seu professorat penja el contingut a l'aula virtual, i d'aquest, aproximadament la meitat és el mateix que s'explica a l'aula. La Ioana, de 22 anys, també és estudiant universitària i, en el seu cas, el 70% del contingut que es penja a l'aula virtual és el que dona el professor. "Pots aprovar sense anar a classe perquè repeteix el mateix rotllo", admet. A Batxillerat, recorda, prenia més apunts perquè ho feia servir com una tècnica d'estudi. "Ho he canviat perquè no és el mateix estudiar capitales de Europa que dar una clase reflexiva".
Está claro que la irrupción de las nuevas tecnologías ha sacudido la manera de aprender en las aulas y una de las muchas consecuencias es que el alumnado toma muchos menos apuntes escritos a mano que antes porque muchos docentes comparten online con los estudiantes parte del contenido. "Además hemos entrado de lleno en los libros digitales que ya incluyen un resumen hecho de la teoría", añade Xavier Gual, profesor de instituto. Para Enric Prats, profesor de pedagogía de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, la práctica docente es la que determina cómo el alumnado toma estas notas. "Si pasas un PowerPoint teórico no tiene sentido tomar apuntes, pero si pones una imagen o un gráfico, entonces sí", detalla.
¿Pero cómo afecta la disminución de esta práctica al alumnado? Según Francesc Juan Roig, profesor de FP en Baleares, el hecho de que lo que explique un profesor se cuelgue en elclassroomhace que automáticamente la atención del alumno en clase disminuya. Además, no tomar apuntes provoca que pierda el hábito de escribir. "Una de las grandes quejas del profesorado es que el alumnado no sabe escribir, pero no sabe porque no tiene el hábito de hacerlo", denuncia. Y añade una tercera consecuencia: se deja de fomentar la autonomía de los jóvenes. "Si se cuelga todo en internet y un día un estudiante no viene a clase, deja de interesarse por lo que se haya hecho porque ya sabe que lo tendrá online. Si no fuera así, estaría obligado a pedir los apuntes ya espabilarse", ejemplifica.
A estos tres aspectos hay que sumar, según Gual, que cada vez el estudiante tiene peor caligrafía –culpa también de la irrupción del ordenador en el aula– y tiene menos paciencia. "Les cuesta mucho concentrarse más de cinco minutos". Tomar apuntes o copiar de la pizarra –añade– les hace trabajar el cerebro, la mano, la concentración y, además, es una forma más de estudiar el contenido. En este sentido, apunta que se está perdiendo la "capacidad memorística".
Una afirmación que comparte David Bueno, doctor en biología y profesor e investigador de la sección de genética biomédica, evolutiva y del desarrollo de la UB. "Varios estudios han constatado que hay una pérdida de memoria del alumnado pero también de los adultos", apunta, y lo ejemplifica con la siguiente pregunta: "¿Cuántos números de teléfono se sabe ahora la gente y cuántos se sabían hace veinte años?" Pero esta pérdida de memoria, matiza, no sólo se atribuye a escribir menos a mano. "Hay otros factores: como la inmediatez causada por la tecnología digital o lo que se conocen como elementos distractores. Por ejemplo, muchas paredes en las aulas están llenas de trabajos de alumnos y, aunque puede ser bonito, también distrae mucho a la hora de concentrarse".
Escribir activa más áreas del cerebro
Bueno asegura que uno de los beneficios desde el punto de vista científico de tomar apuntes escritos a mano es que se pone más atención en lo que se dice y que, cuando se escribe, se activan más áreas del cerebro. "Eso hace que el aprendizaje sea más eficiente; por eso, una de las técnicas para aprender de memoria es escribir el contenido. Si sólo lo lees, por ejemplo, lo asimilarás peor". De hecho, el investigador de la UB lamenta que la memoria de trabajo haya perdido "prestigio educativo". "Debemos ser competenciales, pero las competencias se aplican en cosas que previamente debes saber", apunta. Es obvio, añade, que no debemos saber tantas cosas como hace cincuenta años, pero la memoria debe trabajarse desde pequeño. En este sentido, recuerda que los niños tienen una memoria muy limitada, por eso sólo pueden hacer dos o tres ítems simultáneamente, como por ejemplo, quitarse el abrigo, colgarlo y sentarse en la silla. A partir de secundaria ya se asimilan cinco o seis, y los adultos, entre cinco y nueve. Sin embargo, Bueno también advierte que esta memoria no funciona bien si hay estrés. "Si el estrés es muy elevado, no se puede sacar el máximo provecho a la memoria y los niños hoy en día hacen mil cosas, por tanto, será difícil que lo consigan".
- Lo profundo<p><span style="background-color: rgb(244, 246, 248); color: rgb(51, 51, 51);">Es el minoritario, suele ser un 5%. Su objetivo es saber y adquirir nuevos conocimientos. "No van a conseguir grandes notas, sencillamente están contentos con lo que aprenden", explica. Este grupo tomará los apuntes de lo que a él le interese.</span></p>
- El estratégico<p><span style="background-color: rgb(244, 246, 248); color: rgb(51, 51, 51);">Representan entre el 15 y el 25% del alumnado de un aula. Son aquéllos que te piden tutorías y que hacen el esfuerzo necesario para sacar buena nota. Sus apuntes serán de lo que consideran esencial para conseguir su objetivo.</span></p>
- El superficial<p><span style="background-color: rgb(244, 246, 248); color: rgb(51, 51, 51);">Son la mayoría (un 70% de la clase). Van a buscar un aprobado justo. Este grupo de alumnos o toman los mínimos apuntes o directamente no toman</span></p>
'Mala praxis' de los docentes?
Tanto Gual, como Roig o Prats tienen claro que parte de la responsabilidad de que los alumnos tomen menos apuntes es del propio profesorado. "Somos los docentes que debemos plantearnos que si no hacemos escribir al alumnado, no escribirá por iniciativa propia", apunta Roig. "Quien ponga un PowerPoint teórico en el aula virtual para después repetirlo en clase se está equivocando", deja claro Prats, quien admite que, aunque hay profesorado que lo hace, es una "mala praxis". "Hay que preguntarse para qué sirve la figura del profesor. ¿Qué valor le dan los alumnos a tu trabajo? Tienes que dar algo más de lo que has pasado por escrito, porque si no, tienes mucho que perder como docente: para empezar, la autoridad, además de estar condenado al fracaso porque en dos días te sustituirá un robot", deja claro.
Para conseguir mantener la atención del aula, los tres profesores utilizan tácticas diferentes. Gual opta por dar ejemplo al alumnado: "Yo soy el primero que copio en la pizarra, por tanto, ellos también deben hacerlo en la libreta. Además, amplío el contenido que hay en el libro porque se ha llegado a un punto que está todo tan resumido que no se profundiza lo suficiente en ciertos aspectos", apunta. Sin embargo, recuerda, ha habido alumnos que le han llegado a preguntar si pueden hacer una fotografía con el móvil de los apuntes de la pizarra.
En cuanto a Roig, nunca cuelga ningún contenido en el classroom, sólo pone, ya regañadientes, los criterios de evaluación. "Si a principios de curso veo que les cuesta seguir mis explicaciones y tomar apuntes a la vez, o hablo más despacio o lo escribo en la pizarra. A veces, incluso lo dicto hasta que cogen el ritmo", explica.
Prados, en cambio, sí opta por utilizar powerpoints, pero nunca son teóricos. "Puedo colgar la imagen de un gráfico de datos para que me interese analizarlos y lo que anoten los alumnos ya es cosa suya", relata. En su caso, ha visto formas de tomar apuntes de todo tipo: desde grabar clases hasta utilizar el ordenador o el propio móvil.
Un hábito que debe trabajarse desde primaria
Para que tengan una buena base a la hora de tomar apuntes, Roig es partidario de que se fomente el hábito de la escritura desde primaria, así en secundaria a los estudiantes no les "dará pereza". "Si has adquirido este hábito desde el principio, escribirás rápido y, por tanto, podrás escuchar y apuntar lo que se dice. Si no, es imposible", deja claro. Sin embargo, las características de cada escuela determinan si esta práctica se trabaja más o menos. Eloi, que estudia sexto de primaria en un centro concertado de Barcelona, apenas ha empezado este curso a tomar anotaciones, aunque él no es consciente de ello. "Lo hace en las prácticas de laboratorio en las que debe presentar un dossier con todo lo que ha hecho y debe incluir los apuntes que ha ido tomando en las clases y las reflexiones a las que ha llegado", detalla su madre.
De hecho, la incorporación de los apuntes en primaria, siempre que el centro le dé "una importancia sistemática", se hace mucho antes de lo que las familias creen. "Es un trabajo que se alarga durante todos los seis cursos porque se necesita un punto de madurez del niño: comienzas con pequeñas cosas y vas ampliando hasta que forma parte de un talante que ayudará al niño a trabajar de una determinada manera", explica la presidenta de la asociación de maestros Rosa Sensat, Mar Hurtado. Hay diferentes formas de hacerlo. Se puede decir que los primeros apuntes que toman son los de la agenda, que empieza a utilizarse en primero de primaria. "Te sirve para recoger las ideas más importantes del día y resulta muy útil trabajarla de forma sistemática", explica Hurtado.
Otra forma es copiar. "Es el primer aprendizaje básico en el que, además, también deben fijarse en cómo se escriben las palabras, analizarlas y ser conscientes de que las ideas básicas que se copian quedan en un papel que se puede consultar". Las notificaciones que deben realizarse del día a día del aula a las familias son una tercera vía. "Por ejemplo, para comunicar una salida se debe hacer una síntesis de lo que se necesita y de lo que no; en definitiva, deben recogerse ideas que después deben transmitir". Y, finalmente, una cuarta forma de aprender es a través de lo que se conoce como mapas conceptuales. "Cuando se hace un trabajo por proyectos van surgiendo nuevos conocimientos, nuevas palabras que los maestros al principio van recogiendo en un mapa conceptual para que los niños no se pierdan y que a medida que va avanzando el proyecto son los niños y niñas quienes van cogiendo más protagonismo. No se hacen grandes redacciones, pero sí aprenden a hacer síntesis a primera vista", puntual.
En los institutos ocurre lo mismo que en las escuelas, cada centro lo aborda a su manera. Anna es profesora de un instituto público de alta complejidad del área metropolitana de Barcelona y en su caso admite directamente que el alumnado "no sabe tomar apuntes". "Se hacen intentos, pero la gran mayoría no lo logran. Nosotros, sin embargo, tenemos muchas más dificultades que otros centros porque hay muchos alumnos en el aula de acogida y cuando suben a clase suficiente trabajo tienen a entender lo que se está haciendo para tomar notas". En este caso, añade, para que puedan seguir las clases se opta directamente por trabajar con libros digitales, libros con papel o darles fotocopias con el contenido.
Sergi, el hermano de Eloi, que estudia segundo de ESO en un instituto concertado, explica que toma más o menos apuntes en función del profesor y la asignatura que le toca. "A naturales, por ejemplo, básicamente nos ponen powerpoints y lo que hacemos es copiarlos, mientras que en sociales tenemos un libro físico y nosotros tenemos que hacer nuestros propios resúmenes", ejemplifica. "En el resto de materias hacemos dossieres y seguimos las directrices que nos marcan los profesores", añade. una mezcla entre las anotaciones que el profesorado cuelga en classroom y las que escribe él a mano. "Cambia en función de la materia, pero también veo que los esquemas que nosotros hacíamos hace treinta años ellos no acaban de hacerlos", concluye.