Jordi Bonet-Coll: "Tu hijo no tiene ninguna culpa de que hoy no estés de humor"
Escritor, fontanero, lleva una tienda de electrodomésticos y es padre de Miquel, de 13 años. Publica la muy recomendable novela 'Amar y otros vicios' (Edicions Sidillà), donde narra el día a día de un padre de pueblo que, tiempo atrás, consumió todo tipo de sustancias. Un texto divertido, tierno y brutalmente sincero.
BarcelonaHace años escribí un libro sobre la vida de mi abuelo Ricardo. Él y mi abuela Rosa vivieron siempre con nosotros. Siempre tengo presente su experiencia vital, la forma de actuar ante los estremecimientos de la vida o, incluso, su catalán. Quise fijar su vida: un hombre que nació en 1916, que vio los primeros coches, que luchó en la Guerra Civil, donde le mataron al hermano. Ahora, mi hijo le está leyendo y le está gustando muchísimo.
El protagonista de tu novela dice "El abuelo murió en el mismo hospital donde nació la criatura. Lloré de alegría y, a las dos semanas, lloré de dolor".
— Mi hijo nació un 14 de enero, y mi abuelo materno, al que estaba muy unido, murió once días después. Cada vez que Miquel celebra su cumpleaños, pienso inevitablemente en mi abuelo. Uno llegó y el otro se marchó.
Tanto tú como el protagonista deAmar y otros vicios habéis vivido épocas de la vida complicadas, y un hijo le salva.
— Tener a un hijo te hace ganar confianza en ti mismo. Sin mi hijo sería más egoísta y no tendría tantas ganas de vivir. Cuando pierdo el norte, él me hace de brújula. Si estoy desanimado, pienso "Eh, que tu hijo no tiene ninguna culpa, que hoy no estés de humor". Él comienza a vivir y necesita buen rollo, los malos rollos ya se les irá encontrando más adelante.
Leo: "[La vida] es complicada, pero creo que sin la criatura sería un infierno, creo que perdería el poco sentido que tiene".
— A veces cuesta encontrarle un sentido a la vida, sobre todo cuando te ocurren cosas malas. Pero tener un hijo te ayuda a encontrar ese sentido. Te conviertes en su referente, le transmites tus conocimientos, buscas las mejores respuestas al millón de preguntas que te hace, le quieres como no quieres nada más en esta vida. Mi hijo tiene carácter –como su padre– y, a veces, cuando se enfada, no lo pasan muy bien ni él ni las personas que tiene a su alrededor. Pero también es un niño charlatán que no le cuesta relacionarse con los demás, sean niños o adultos. ¡Cuando tenía cinco años ya pedía lo que quería en los restaurantes!
En el libro me han sorprendido algunas citas de Las partículas elementales, de Michel Houellebecq. Tales como "Entre los siete y los doce años el niño es un ser maravilloso, gentil, cuerdo y abierto. Vive en la razón perfecta y en la alegría. Después, todo se estropea".
— El mío ya tiene 13 años, o sea que ya se ha estropeado por completo. Pero no es así. Es un niño muy despierto, muy curioso y cada vez es más interesante hablar con él. Sí es verdad que empieza a cambiar, que ya no me hace tanto caso, que a veces contesta mal, etcétera. Pero las cosas buenas compensan las no tan buenas. No puedo evitar pensar cómo será dentro de unos años, si la adolescencia le cambiará mucho, si me hará sufrir. Pero, al mismo tiempo, también creo que será muy interesante ver cómo se irá formando su personalidad.
Una segunda cita: "Pretender que los hombres también necesitan cuidar de un bebé, jugar con él, hacerle mimos, es una falsedad".
— No pienso cómo Houellebecq. Las mujeres les parecen y su vínculo con los hijos no puede compararse con lo que podemos tener los hombres. Pero esto no quiere decir que no los amamos con la misma fuerza. Siempre he intentado hacer cosas con Miquel. Es verdad que pongo más ganas en las actividades que más me interesan, como ir en bicicleta oa la montaña. Pero también me esfuerzo en las que me dan más pereza, como el fútbol.
¿Qué le gusta hacer juntos?
— En casa nos gusta mucho mirar películas, sobre todo de las sagas de Star Wars o de Marvel. Ahora también empezamos a mirar cosas más serias. Alucinó con Blade Runner.
¿Y fuera de casa?
— A mí también me gusta correr y andar por la montaña. Miquel corre con un club de montaña de Torroella de Montgrí. El primer día que fuimos a correr juntos de verdad fue uno de los días más especiales de mi vida. Compartir con él un deporte exigente, en medio de la montaña, charlando sobre cualquier cosa, fue una experiencia única. Cuesta explicar, pero me sentí muy vivo, muy unido a él.