Con ojos de juego

Siempre juega a lo mismo: ¿el juego que hace es lo que necesita?

La mayoría de consultas de juego que recibimos son de madres y padres que quieren consejos para que sus hijos jueguen a cosas a las que no juegan

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Carreteras y coches de madera.

BanyolesNo nos deja de sorprender que la mayoría de consultas de juego que recibimos son de madres y padres que quieren consejos para que sus hijos jueguen a cosas a las que no juegan.

Movimiento corporal, juego simbólico, juegos de mesa, juego de riesgo, puzzles... Esta lista puede ser tan larga como desee, el juego es un campo verdaderamente inalcanzable. Los niños, por interés propio, en algún momento lo prueban todo o casi todo y con el tiempo definen claramente sus preferencias y se centran en lo que más les gusta.

¿Por qué queremos que jueguen a otras cosas?

Basándonos en las consultas que solemos atender, detectamos cuatro motivos principales:

Comparación: Nos es muy difícil no comparar a nuestras criaturas con las demás y no suele ser para bien, porque normalmente consideramos que lo que hacen los demás es mejor que lo que tenemos en casa.

Queremos que hagan de todo: Que sean buenos en psicomotricidad, pero sin pasarse, porque no queremos demasiado movidos, que sean sociables, que les gusten los puzzles y los juegos de mesa y leer, pero también arriesgarse y tomar buenas decisiones. Que sean valientes y que no se dejen influir. ¿Y por qué queremos todo esto?

Porque sentimos temor: Pensamos que si no suben no serán atrevidos, si no hacen juegos de mesa no aprenderán a perder, si no cuidan las muñecas no sabrán cuidar a las personas y así con muchos más aspectos, y acabamos entrando en una espiral de pensamientos negativos respecto al su juego.

Vemos el juego como un instrumento pedagógico: La ecuación desde el cerebro adulto es fácil. ¡Si dicen tanto que jugando se aprende, pues hagámosles jugar a todo lo que queremos que aprendan! Y la cosa no va así: en realidad, los niños (y también los adultos) aprenden por jugar y eso es muy diferente, porque sólo juegan a lo que les motiva, que nace de dentro.

¿Entonces que jueguen sólo a lo que quieren?

¡Sí! Con tres excepciones que implican claramente su salud:

Procure bastantes ratos de naturaleza y de calle.

Fomente su movimiento corporal.

Permita que se arriesguen.

Conclusiones

Si no han sido condicionados por los adultos, los niños juegan a todo lo que les motiva, prueban hasta que encuentran lo que les gusta ya veces también utilizan el juego de manera terapéutica. El juego que hacen es lo que necesitan, es lo correcto. ¡Déjelos hacer!

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