Una familia, un mundo

Una madre de familia catalanosenegalesa: "Me estoy encontrando el mismo racismo que sufría de pequeña con mis hijos"

Bintou Jarju, que vive con los niños y su madre, libra una batalla diaria contra la discriminación

Sam hace pompas de jabón en la terraza, con toda la familia.
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MataróLa abuela Dolors nos abre la puerta de su apartamento a pie de calle, en Mataró. Después aparecen, desde el apartamento contiguo, Bintou Jarju y sus hijos, Arlet y Sam, de 12 y 10 años respectivamente, con cara de haber ido a dormir tarde. Son Santes y la ciudad está de fiesta. Sam está en el grupo de diablos, y Arlet disfruta más con los conciertos, me cuentan. Durante la sesión de fotografías para nuestro reportaje, rasgos físicos diversos componen las imágenes: Dolors es más bien bajita y blanca de piel, mientras que su hija Bintou y los niños —que son catalanosenegaleses— tienen la piel negra y están tirando a altos. ¿Cómo es que aún ahora recaen tantos prejuicios sobre tan naturalizadas diferencias en esta familia?

Dolors abrazándose con sus nietos en la puerta de casa.

"Ahora, con 46 años, me estoy encontrando con mis hijos las mismas situaciones que sufría yo de pequeña. Ayer fuimos a Santes y puedes contar con los dedos de una mano los niños afrodescendientes que hay. Tenemos un elefante en el comedor y nadie lo está tomando teniendo presente el tamaño que tiene. se nos escucha a medias. En cierto modo se han conseguido progresos, pero ha fallado algo. Estamos hablando de nietos de migrantes. "Es nuestro espacio, donde compartimos lo que nos pasa y, cuando ocurren cosas, vamos a hablar con quien haga falta".

Toque de alerta a los maestros

"«Me da igual si sé pronunciar el nombre de este niño, es muy difícil. ¿No le podían haber puesto Jaume?» Este comentario sincero y quizás inoportuno de un maestro desprende al menos una falta importante de sensibilidad y de conciencia”. Bintou está especialmente familiarizada con el sector educativo desde hace 20 años. Una de sus tareas profesionales actuales es acompañar a los docentes y, como en todas partes, se encuentra racismo. "Si tienes alumnos musulmanes en el aula, no digo que tengas que ser experto en el tema, pero algo debes saber", opina Bintou. Hoy en día no existe excusa: hay vídeos, bibliografía y profesionales especializados como ella.

Bintou, Dolors, Arlet y Sam jugando al juego del fantasma.

"Tengo que acostumbrarme a que esta niña que lleva henna no me moleste. Tengo que acostumbrarme a que esta niña, como en su casa hay unas especies determinadas, huela diferente al olor a colonia Nenuco. Ésta es la madre de los huevos", sentencia Bintou, que considera que hemos hecho un proceso social a medias, pero que en el terreno social a medias. Una situación que requiere formación (dice hurgando el aire con el dedo). Se refiere a poner el foco en el privilegio blanco: "Tú también tienes una responsabilidad cuando crees que bailo muy bien no sé qué, o te imaginas que toco muy bien el djembé porque me estás viendo con un color determinado. ¿Cómo me toca a mí esto? Pero, ¿ya ti, cómo te remueve?". Y reivindica que se necesitan políticas de vivienda, políticas económicas y políticas educativas: "¿Cuánta gente tenemos diplomada y licenciada en los países de origen que está realizando trabajos no cualificados? Esto no dignifica y puede ser una semilla de exclusión y racismo".

La lengua es uno de los palos de pajar de la identidad y las horas bajas del catalán también demuestran que hay algo que no va bien. "Por lo físico, me hablan en castellano. Ya estoy cansada. ¿De quién es la responsabilidad?", se pregunta retóricamente. Aquí Sam pone cucharada. "Un día íbamos hablando con Arlet y una señora nos dijo «Oh, sí, muy bien, hablad catalán»". "Ayer estaba en lo alto de un sitio y un fotógrafo me dijo: «¿Puedo subir un momento?» Y yo le contesté: «Sí, sin ningún problema». Y se quedó parado..." . Tiene un montón de anécdotas, lo vive en su día a día.

Convivir es conocer

Dolors, que llegó de Jaén cuando tenía nueve meses, compara estas discriminaciones con las que sufrió su madre —el ama por la que cosía decía que era muy pulida, "pese a ser andaluza"— y atribuye el racismo a la falta de conocimiento: "Una sociedad no se conoce si no se convive". Ella lo sabe de primera mano. Conoció a su marido, el padre de Bintou, por casualidad en una excursión al Liceu. "Fue un culebrón", dice emocionada. Recuerda cómo en los años 80 la gente quedaba parada cuando entraba en su tienda al ver a su marido, uno de los pioneros en el asociacionismo antirracista mataronense y referente de la comunidad senegalesa y gambiana, que murió en el 2020. Como Dolors siempre había tenido "una tendencia revolucionaria" y "no toleraba las injusticias" al frente de las huelgas—, llovió sobre mojado. Ya lo decía el padre: "Si no cambia la ley de extranjería, tendrá un gran problema, que se le irá de las manos". Basta con ver las agresiones a Torre Pacheco y el auge de la ultraderecha, comentamos mientras los niños juegan a un juego de mesa. Es evidente que la infancia y la educación de Bintou "entre manifestaciones, reuniones y llamadas intempestivas" marcaron su carácter incombustible.

Bintou con su madre, Dolors, señalando el apartamento donde viven, en Mataró.

Hace unos meses que Bintou, Sam y Arlet viven en el mismo edificio que la abuela. Tomaron esta decisión teniendo en cuenta que Dolores vivía sola en una vivienda poco adaptada para su edad. Esto también le permite hacer más de abuela y encargarse de las comidas de vez en cuando. Además, tienen una bonita terraza, donde Sam y Arlet pueden jugar a fútbol. Ella empezará a jugar al deporte federado. "Ahora abrimos un abanico. Cada vez que sales del espacio conocido hay riesgos de violencia que se manifiestan de diferentes formas", apunta Bintou.

Un "tengo hambre" de Sam nos saca de las profundidades de una conversación que quiere salvar el mundo de las garras del racismo. Bintou y los niños me acompañan un pedazo de camino. Es una tradición diolán, la etnia senegalesa de la familia del padre, que ha querido recuperar últimamente en la reconstrucción permanente de una identidad múltiple: "Lo hacemos cuando recibimos buenas noticias".

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