Cada familia, un mundo

Montse Alcoverro e Isidre Falguera: "Somos la demostración de que, a nuestras edades, las segundas oportunidades también existen"

Han superado, juntos, enfermedades y tropiezos económicos, y ahora disfrutan de sus diferencias en cuestión de gustos y aficiones

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Montse Alcoverro y su marido en su casa entrevistados por Pere Vall, calle Aribau, Barcelona.

BarcelonaLunes. El día antes del encuentro con la pareja formada por la actriz Montse Alcoverro y su marido, Isidre Falguera, recibo un WhatsApp de ella: "Escucha, Pere, ¿tú comes de todo? ¿Eres vegetariano?" Le contesto que como de todo, menos col y coliflor, le agradezco su amabilidad y repaso, una vez más, la larga carrera cinematográfica, televisiva y teatral de Montse, que este verano ha vuelto al Teatro Gaudí barcelonés con la función La fiesta.

Martes. Isidre me abre la puerta de su precioso y luminoso piso de la calle Aribau. Montse llega al cabo de unos segundos. Estaba en la cocina, poniendo la mesa: cuatro platos. El cuarto era para el fotógrafo del reportaje, que no puede quedarse a comer con nosotros, pero sí pica algo. "Cocinar es como la vida. Tienes que ir haciendo poco a poco, con tiempo y paciencia. No se puede ir con prisas", me suelta Alcoverro, que es como ella es conocida en todo el ambiente artístico. Es la primera de las grandes frases y sentencias que soltará durante nuestro encuentro en un típico piso del Eixample con un largo pasillo. Un pasillo apretado de libros. Es la suma de las bibliotecas de sus dos inquietos habitantes. Cotilleo un poco: David Mamet, Rodolf Sirera, Molière, Santiago Rusiñol, Umberto Eco, Shakespeare, Salvador Espriu, Patrick Süskind… Hablando de Süskind, el perfume de la sartén llega hasta el despacho de Montse. Isidre también se arranca a reflexionar sobre la vida y el trabajo. Sospecho que hoy no comeré tranquilo. Y lo celebro: en una mano tengo el tenedor; en la otra, el bolígrafo. "La gente que os ve en la tele, Montse, piensa que estáis subidos en el dólar y que vuestra vida es de color rosa. ¡Yo, el primero! Nunca me hubiera imaginado que los actores lucharan tanto. Tú eres una bestia, una máquina", dice él.

Montse Alcoverro y su marido en su casa.

Los hijos, los nietos y Doña Úrsula

Montse tiene 65 años, y su pareja 69. Ella es originaria de Hospitalet de Llobregat, de padre catalán y de madre de Cuenca (Castilla-La Mancha) "y muy de izquierdas". Se ha divorciado en dos ocasiones y no ha tenido hijos, "por decisión propia". Él, nacido en Mollet, está separado y tiene una hija y dos nietos. Montse se ha arruinado como productora teatral y ha vuelto a levantar cabeza. Isidre ha superado dos cánceres, y también ha salido adelante. Ella es conocida por series como El cor de la ciutat, El otro lado o Secrets de Xangai. Pero, sobre todo, fue aquella Doña Úrsula Dicenta de la serie de TVE Acacias 38. "¿Sabes que Doña Úrsula, en un principio, era un personaje de reparto, pero empezó a tener tanto éxito que fue creciendo y creciendo, hasta convertirse en protagonista? A veces me encuentro con gente que se extraña que yo sea simpática y abierta, al contrario de Doña Úrsula Dicenta. Es lo de confundir realidad y ficción gracias a un personaje que me ha ganado premios incluso en Italia", explica la actriz.

Las nuevas formas de ligar y religar

Dejemos la ficción, pues, y adentrémonos en la realidad, en el día a día: ¿cómo se conocieron, viniendo de mundos profesionales tan diferentes? Mientras el sabroso helado de stracciatella se deshace, la temperatura de la conversación sube. "Contactamos en el verano del 2012 a través de una página de Internet, de una aplicación que no recuerdo cómo se llamaba. Me informé de cómo funcionaba, me apunté… ¡y empecé a cotillear! Eso sí, bajo seudónimo y sin poner mi foto. Y un día me salió el perfil de Isidre. Me gustó mucho su mirada y su expresión. Le escribí para ponernos en contacto, lo hice y estuvimos unos meses en una relación epistolar", relata Alcoverro. "Yo, entonces, estaba trabajando en Marruecos y no tenía ninguna prisa por encontrar nada nuevo, sentimentalmente hablando. He vivido solo y sé vivir solo", recuerda Isidre. "Pero llegó un momento en que Isidre me dijo que era injusto que él no conociera mi imagen ni a que me dedicaba dentro del mundo de la cultura. Tenía toda la razón, así que le envié mi foto a través de mi correo privado. La Navidad de 2012 Isidre volvió a Barcelona, nos conocimos personalmente y flipamos ambos. En agosto de 2013 Isidre vino a vivir a mi casa de la calle Borrell con la Gran Via. Y ya no nos hemos separado", comenta Montse.

Isidre remata el relato: "Somos la demostración de que, a nuestras edades, las segundas oportunidades también existen". ¿Y si intentamos poner el dedo en alguna llaga, en caso de que hubiera llagas? Venga, ¿hay algún pasatiempo o una afición que no compartan? "Yo no tengo ningún interés por los deportes, y a él le encantan las carreras de coches, las carreras de motos, el Barça, el atletismo o el hockey sobre patines de ruedas, un deporte que, además, ha practicado toda la vida. Con los años hemos descubierto que, aunque somos diferentes, nos podemos entender muy bien", reflexiona la artista. El anfitrión nos da el ejemplo definitivo: "Ella es de sal. Yo soy de dulce".

Trabajar y luchar por la cultura

Alcoverro se autodefine como "una trabajadora de la cultura, una luchadora por los derechos del gremio desde muy joven y una persona perfeccionista y activa". Cuando no tiene trabajo, le gusta "cocinar, coser, cuidar las plantas, hacer bricolaje en casa. Mira, igual te frío una corbata que te plancho un huevo". Y ríe.

Una pregunta filosófica mientras tomamos el café: ¿qué es la felicidad? Arranca Falguera: "Yo creo que es vivir sin angustias y disfrutar con la familia, los amigos y el trabajo". ¿Y ella qué piensa? "Como dijo alguien, la felicidad es despertarse todos los días en el lugar donde tú quieres estar". Salgo del hogar de Isidre y Montse pensando en cómo resumir una conversación tan intensa y variada, que ellos dos han adornado con risas y también con algunos ojos vidriosos. Y con varios temas que, finalmente, no nos cabrán en el Familias: la polémica pacificación de la calle Consell de Cent, la función de las academias del audiovisual y de los sindicatos, rebelarse, protestar, reinventarse, la gentrificación, el edadismo en el mundo de las actrices…

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