Nacer en diciembre, una desventaja en la escuela
Las diferencias motoras, lingüísticas y emocionales entre los mayores y los más pequeños de la clase son evidentes en los primeros años de vida

Durante los primeros años de vida el desarrollo cerebral es muy rápido y se alcanzan habilidades y competencias para la autonomía de forma progresiva ya la vez muy rápida. se trata del mayor desarrollo que experimentamos a lo largo de toda nuestra vida".
En este contexto, explica Rivera, pocos meses de diferencia pueden comportar grados de desarrollo muy diferentes dentro de los niños nacidos el mismo año. Esto es, precisamente, un hecho que se puso de manifiesto para Rosa Valero, madre de Aïna, cuando la pequeña comenzó I2. la guardería que hacía los años a principios de año ya hablaba con mucha fluidez, mientras que nuestra hija no", recuerda. La pequeña tenía que nacer en enero del 2018, pero se avanzó y, finalmente, nació el 27 de diciembre de 2017.
Durante el primer año de vida, los hitos que determinarán la diferencia entre los niños nacidos a principios y finales de año son los de naturaleza motora. "A partir del año, se hacen más evidentes otras señales de desarrollo cognitivo y emocional como la interacción social, la intención comunicativa, el lenguaje y el desarrollo del juego", apunta la neuropediatra Noelia Rivera.
Durante el segundo año de vida éstos son también los hitos más evidentes en cuanto a diferencias del desarrollo. En esta etapa, los hitos motores también van evolucionando y, una vez adquirida la marcha, entre los doce y los dieciséis meses, añade Rivera, "se perfeccionan las habilidades de gruesa motricidad y se desarrollan y evolucionan las de motricidad fina".
Desarrollo evolutivo
Algunos expertos sitúan la etapa de educación infantil como el momento en que los niveles de neurodesarrollo de los nacidos a principios y finales de año se vuelven más homogéneos. Sin embargo, no debemos olvidar que en septiembre, algunos niños –los más pequeños– empezarán I3 con dos años y pico, mientras que a otros –los mayores– tan sólo les faltarán cuatro meses para cumplir los cuatro. En ese momento, alerta Noelia Rivera, los más pequeños "se encontrarán en cierta desventaja, ya que, al encontrarse en fases más precoces del desarrollo, será necesario que adquieran previamente ciertos hitos básicos antes de adquirir otros más avanzadas". Para la neuropediatra es importante recordar que "el desarrollo es evolutivo" y, por tanto, "no se pueden alcanzar metas más complejas sin haber superado previamente otras más básicas".
Otros, sitúan el punto de inflexión hacia los ocho años, una vez superado el primer ciclo de educación primaria. Esto explicaría lo que revela un reciente informe PISA (dato de 2022), que apuntaba a que los nacidos en diciembre tienen un 44% más de probabilidades de repetir curso respecto a los nacidos en enero. Para la neuropediatra, "el tiempo siempre juega a favor de los niños nacidos con algún mes de ventaja" y es que, subraya, "los primeros años de vida, durante los que se crean hasta 700 conexiones neuronales por segundo, son los más prolíficos a la hora de desarrollar nuestro cerebro". Esto significa, por tanto, que cuantos más meses se hacen, "más preparado y evolucionado se encuentra el cerebro para recibir conocimientos e ir perfeccionando habilidades cognitivas más avanzadas".
Diferencias a edades más tardías
El propio informe de PISA señala que la brecha escolar entre los mayores y los más pequeños del curso también se pone de manifiesto en su nivel de comprensión lectora o de las matemáticas, unos problemas que Rivera insta a progenitores y docentes a solucionar de forma precoz. "Muchas veces, si no se trabaja de forma precoz en estas diferencias, en el futuro pueden aparecer problemas a la hora de conseguir habilidades más complejas o profundizar en el conocimiento de ciertas áreas, como las que menciona el estudio", afirma .
Rosa Valero recuerda especialmente el último curso de Infantil de Aïna. Al empezar I5, muchos compañeros de su hija ya sabían leer y ella no empezó a hacerlo hasta finales de curso. "Lo comentaba constantemente con la profesora, porque me inquietaba, y ella siempre me decía que ya lo haría, que cada uno tenía su ritmo", señala. Ahora, a los siete años, lee sin problemas cualquier tipo de texto e, incluso, destaca su madre, "está por encima de la media de su clase".
Hasta que cumplió los cuatro años, también notaban diferencias significativas en todo lo relacionado con el habla, la interacción social o el desarrollo. "En realidad, lo iba logrando todo cuando tocaba, pero siempre después de que la mayoría de sus compañeros, sobre todo de esos nacidos en enero", explica Valero. Afortunadamente, cuando Aina empezó primaria, estas diferencias se desvanecieron, hasta el punto, destaca la madre, que "ha pasado de tener que ayudarla a ser ella quien ayuda a los compañeros con dificultades".
Creación de grupos homogéneos en la guardería
Conscientes de las diferencias entre los nacidos a principios y finales de año, las guarderías suelen subdividir los grupos de edad según el mes de nacimiento de las criaturas, con lo que se aseguran crear grupos de un estado de neurodesarrollo más homogéneos, permitiendo minimizar las diferencias entre los niños y adaptar mejor las actividades a su momento madurativo. De rebote, subraya la neuropediatra del Hospital Mútua Terrassa, "se evita que los progenitores comparen a sus hijos con otros en estados de desarrollo más avanzados, lo que puede llevar a confusiones o expectativas erróneas en cuanto al desarrollo de los pequeños ".
Rosa Valero entiende y secunda esta subdivisión en el seno de las guarderías. En los primeros años, señala, "es completamente necesario", ya que las diferencias se notan mucho. "Mientras unos caminan, otros todavía gatean, y mientras unos ya hablan con cierta fluidez, otros sólo dicen algunas palabras básicas". En este sentido, Noelia Rivera señala que, si bien la convivencia de ambos niveles madurativos durante la jornada escolar puede servir para estimular a aquellos que aún no hubieran alcanzado ciertas habilidades, podría ser contraproducente en algunos aspectos. En cambio, crear grupos homogéneos, a su juicio, "permite respetar mejor los ritmos de cada niño y crear actividades y objetivos más adecuados en el estadio evolutivo del grupo y, de paso, evitará que las criaturas que se encuentren en estados más inmaduros se frustren si no consiguen realizar ciertas actividades".
Para Laia Bornat y Adrià Segura, esta subdivisión en el seno de los cursos escolares fue uno de los criterios que priorizaron a la hora de elegir la guardería de su hija Abril. La pequeña nació el 31 de enero del 2023 y, por tanto, dentro de unos días soplará velas. A la niña también la han incluido en un grupo mixto formado por los más pequeños del 2022 y los mayores del 2023. "Yo creo que está muy bien porque ella es cierto que está muy espabilada, pero allí no es la más espabilada de todos y, como hay criaturas mayores, unos y otros se retroalimentan entre sí y eso a ella le motiva a desarrollarse más", explica Bornat.
También se evitan comparaciones. "Es cierto que, en la mayoría de cosas, al ser la mayor del grupo quizás hace que nosotros no comparemos tanto porque, al fin y al cabo, ella va por delante, pero sí que en aspectos como la comida, nos hemos hecho cruces, porque nuestra hija no comía tan bien como X niño o niña", apunta.
El habla, el primero en despuntar
Abril despuntó de forma muy precoz en el habla. Sus padres recuerdan cómo a los siete u ocho meses ya decía palabras básicas como mama, papa o agua. Hacia el año, ya decía muchas más y sabía identificar algunos objetos y colores. "Actualmente se hace entender perfectamente y ya dice algunas frases", destaca Bornat, que apunta, sin embargo, como unos amigos suyos, cuyo hijo tiene tan sólo dos meses menos que Abril, alucinan al ver a la pequeña charlar por los descosidos. "Su hijo solo dice algunas palabras básicas y la diferencia con Abril es brutal; también es cierto que las niñas en esto del lenguaje son más precoces", añade. Unas diferencias, matiza Bornat, que no sólo se ven respecto a los niños tres o cuatro meses menores que su hija, "sino también con Abril de hace tres o cuatro meses: la evolución en un lapso de tiempo tan pequeño debe estado brutal".
Pese a la precocidad que mostró a la hora de hablar y de interactuar con los demás, en el tema de gatear y andar Abril ha sido más tardía. Hasta los 11 meses no empezó a gatear. Hasta entonces se quedaba sentada donde la dejaban y donde llegaba con la mano, perfecto, pero si no, nada. Estuvo un par de meses gateando y hacia los trece meses se puso de pie. "Una vez derecha, empezó a desplazarse ya caminar apoyándose en superficies o agarre de la mano ya los quince meses empezó a andar sola", recuerda su madre. En cuanto a la motricidad fina, a la pequeña todavía le cuestan cosas como abrochar o desabrochar botones o cremalleras, como es lógico, pero, por ejemplo, sabe usar los cubiertos y bebe del vaso sin problemas. "De hecho –exclama Bornat–, aprendió a beber perfectamente de un vaso antes de empezar a andar!"
La mayoría de centros escolares piden que los niños hayan dejado el pañal antes de empezar I3. En ese momento, Aina tenía tan sólo dos años y nueve meses. Era septiembre del 2020, saliendo del confinamiento, y dos meses antes de empezar la escuela, sus padres tuvieron que quitarle el pañal a toda prisa. "Fue una etapa muy difícil y, aunque tuvimos que hacerlo de forma forzada y que algún día, habiendo empezado la escuela, se le escapó el pipí, ella lo llevó bastante bien", explica Rosa Valero , la cual también señala que, seguramente, si no hubieran tenido la presión de empezar I3, habrían esperado algo más. Abril, en cambio, cuando tenga que empezar I3 en septiembre de 2026, ya estará tan sólo a cuatro meses de cumplir cuatro años. La diferencia con la que lo vivió Aïna es muy significativa. Laia Bornat y Adrià Segura, padres de Abril, están seguros de que al empezar la escuela, su hija ya habrá dejado el pañal. Boronat afirma saber que es un tema que genera muchos quebraderos de cabeza, "aunque hay algunos centros más respetuosos y que ya asumen que los más pequeños quizás todavía hagan uso del pañal en los primeros meses". No será su caso, lo que cataloga como "una de las claras ventajas de ser de las grandes del curso".