Navidad y Reyes

Navidad y Reyes: alternativas para no hiperregalar a los niños

Ahora que toca hacer la carta a los Reyes hay familias que optan por más experiencias y menos objetos por no regalar en exceso a los niños y hacer que la Navidad sea más sostenible

Nati y sus hijos Marc (7) y Julia (6) hacen un calendario de adviento especial, cada día les propone hacer algo diferente.
10/12/2024
6 min

BarcelonaCon los regalos funciona la regla de menos es más, sobre todo si se pone el foco en el valor de estos regalos: no en el valor económico, sino en el emocional y experiencial. Pero para alejarnos de la tendencia en la que prima la cantidad, es necesario realizar un cambio de mirada. Cambiar el chip con los regalos implica abrir la mente a la hora de realizar la carta a los Reyes y pensar en posibles peticiones alternativas. Esta apertura de mirada supone ir más allá de lo que muestran los anuncios. y los catálogos de juguetes de las tiendas, pensar que ir juntos al cine, realizar una salida en bicicleta o una excursión, planear una merienda con los primos o compartir una experiencia que nos gusta y normalmente no tenemos tiempo para hacer pueden ser muy buenos regalos .

Es trabajo de las familias hacer su propia carta. Dejar de hacer una carta a los Reyes en la que sólo piden y les sale una especie de lista de la compra para imaginar juntos lo que les hace ilusión. "Pero si sólo tienes un catálogo por delante es imposible que todo esto se nos ocurra", dice Imma Marín, presidenta delInstituto del Juego, entidad que trabaja en la difusión, investigación y investigación aplicada en temas de juego. A partir de ahí las criaturas piden y el tió y los Reyes harán lo que les parezca mejor.

El valor emocional de los regalos

Albert Vinyals, profesor de psicología del consumo en la UAB y autor deEl consumidor tarado (2020), asegura que apostar por el valor emocional de los regalos puede suponer un trabajo para las familias. Si las criaturas están expuestas en las pantallas, la publicidad y la sociedad de consumo, resultará muy difícil ir a contracorriente. Cuando la familia sólo tiene que lidiar con el entorno más cercano es más sencillo, aunque igualmente tendrá que realizar una tarea pedagógica y educativa para alejar la idea de que regalos es igual a amor y que, cuanto más valor económico tengan los regalos que recibes , más se te valora y se te quiere.

Para los hijos de Arantxa (46) y Jordi (46) es habitual que los regalos que llevan los Reyes Magos sean una mezcla entre cosas materiales –siempre hay algún juego de mesa y libros– y experiencias: "L 'año pasado el regalo estrella fueron las entradas para ir los cuatro al concierto de Bruce Springsteen. El padre explica que antes de que tuvieran los hijos los Reyes ya optaban por llevarles alternativas a los regalos objeto: "Al final cuando necesitas algo te lo compras, ya está bien que te sorprendan con los regalos". Los niños, Carlota (8) y Adrià (12), hacen la carta a los Reyes con sus deseos sabiendo que seguramente habrá sorpresas.

Cambiar la mirada

La sociedad de consumo nos ha hecho creer que el precio y el tamaño determinan la importancia de un regalo, pero su valor económico no supone que eso nos haga más o menos ilusión. La realidad dista de lo que nos inculca el consumismo: las experiencias –regalar actividades, hacer algo juntos o pasar ratos juntos– tienen mayor permanencia en la memoria que la mayoría de objetos que nos regalan. La sociedad de consumo juega y se aprovecha de que tengamos poco tiempo y resulte más fácil comprar que hacer, pero el recuerdo que puede quedar juntos a las decoraciones del árbol de Navidad, diseñar las figuras del pesebre o cocinar galletas es mucho más potente, aunque pueda parecer que tiene poco valor porque no puede contabilizarse económicamente. "Si aprendemos a cambiar la mirada seremos capaces de disfrutar los regalos experienciales y las actividades que realizamos en familia", asegura Vinyals.

¿Pero cómo se consigue que las criaturas se emocionen al recibir un regalo que no se podrá disfrutar en ese mismo instante? Marín insiste en la actitud lúdica, la forma en que se entrega y se vive ese regalo experiencial es el que marca la diferencia: se puede escribir en un sobre secreto o tener que resolver una serie de pistas para descubrir de qué se trata, y cuando llegue el momento deberá estar presente, no valen excusas de trabajo y estar todo el rato pendiente del móvil. "No hace falta que sólo reciban experiencias. Entre los tres o cuatro regalos que tengan, tiene que tener disfrute inmediato y también en diferido. No puede ser que todo lo hagamos mañana, el próximo mes o en verano, porque los pequeños están aprendiendo a diferir su deseo", explica Marín. Añade que, cuanto mayor es los niños, más fácil les resulta esperarse a que llegue el momento de disfrutar del regalo.

Durante el tiempo de espera se pueden alimentar las ganas de compartir ese regalo marcando la fecha en el calendario, colgando una postal donde pone lo que haremos en algún lugar de la casa que todo el mundo ve para recordar que lo tenemos pendiente, hablando, planificando -lo y preparándose para cuando llegue el momento. "Ahora estamos acostumbrados a que todo sea inmediato, cuesta más esperar y ha disminuido la capacidad de diferir el deseo. Los adultos deberemos poner mucha magia para que se mantenga la expectación. Es una apuesta por regalarnos el disfrute de estos momentos. La magia surgirá si hacemos todo esto con una gran dosis de amor mezclada con otra de humor", concluye Marín.

Tanto a Jordi como a Arantxa les gustan estos regalos experiencia que después se van encontrando a lo largo del año, porque hablan de vez en cuando, cuando llega el día disfrutan juntos y después de tener la experiencia vuelven a recordar -lo. Casi cada año los Reyes les traen entradas para ir a ver baloncesto, teatro para los padres, un abono familiar de danza, algún masaje, también un menú degustación para toda la familia o la cuota mensual de la protectora de la perrera de Barcelona por ir a pasear perros de vez en cuando. Les gustó especialmente el año que recibieron un sobre para cada uno de ellos con una entrada para hacer un escape room y una serie de pistas que les ayudaban a descubrir a los amigos con los que compartirían esta aventura.

Vinyals coincide en que no es necesario renunciar a los regalos objeto: "Será difícil prescindir de las cosas de un año para otro, pero se puede hacer un cambio progresivo desde el sentido común, haciendo que todo el mundo que esté involucrado en hacer peticiones a los Reyes y en el tió tenga presente que es mejor no sobreregalar y que recibir más objetos no implica más amor". El profesor también invita a realizar una reflexión sobre el impacto que tiene en el medio ambiente acumular un montón de regalos. Recuerda que sobre todo en la industria de los juguetes el plástico está muy presente: "Vale la pena apelar a la sostenibilidad y educar a las criaturas haciéndoles entender que tener muchos regalos no les hará más felices". Propone que las familias piensen en la cantidad de juguetes con los que los hijos no han jugado nunca y con los que apenas han jugado un par de veces, y que sean conscientes de que hay cosas con poco valor económico que pueden hacer mucha ilusión. alusión.

Regalos que emocionan el cerebro

Este diciembre Marc (7) y Julia (6) se han encontrado con un calendario de Adviento que les ha sorprendido proponiendo una serie de actividades: escribirle una carta a un amigo, darse un abrazo , decir qué les hace felices, cantar una canción que les guste, hacer la croqueta rodando por el suelo, regalar sonrisas o compartir un rato leyendo un cuento. "Algunos de los días se han encontrado una golosina, pero la mayoría han sido cosas de este tipo", explica su madre, Nati (40). Tanto a ella como al padre, Albert (46), les gusta más esta propuesta, que opta por hacer y compartir en lugar de objetos o golosinas. "Estoy convencido de que estas experiencias compartidas las recordarán mucho más que si se comen una chocolatina", dice el padre.

Y sí, lo que ocurre es exactamente eso: "Cuando se recibe un regalo material se activan dos partes del sistema nervioso del refuerzo. Se activan con la inmediatez porque toleran muy poco la demora, por eso una vez ya lo tenemos baja el nivel de activación y focaliza su interés en otras cosas", asegura Diego Redolar, profesor de neurociencia de la UOC y autor de La mujer ciega que podía ver con la lengua (Grijalbo, 2024), en el que explica cómo funciona el cerebro y cómo entiende el mundo que nos rodea. En cambio, si en vez de recibir un objeto material el regalo es algo experiencial o más emocional, algo elaborado manualmente –una carta, una fotografía o un dibujo–, además de activarse la parte del cerebro vinculada al refuerzo también se activan estructuras más relacionadas con el procesamiento de las emociones, sobre todo la amígdala.

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