Álvaro Bilbao: "Los problemas vienen de padres muy ausentes o que no han sabido poner límites"
Neuropsicólogo y autor de "Prepárate para la vida.7 claves para orientar a jóvenes y adolescentes"
BarcelonaPrimero nos contó cómo funciona el cerebro de los niños, después nos instruyó en esto de educar con disciplina positiva, sin gritos ni castigos, y ahora se atreve con la temida adolescencia. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, padre de tres hijos, uno de ellos entrando en la adolescencia, acaba de publicar Prepárate para la vida. 7 claves para orientar a jóvenes y adolescentes (Plataforma Editorial), en la que da herramientas a los jóvenes y sus padres para transitar esta etapa de cambios.
¿Cómo son los adolescentes de hoy en día?
— Estoy bastante en contra del mito de que los adolescentes son conflictivos y problemáticos. La inmensa mayoría son maravillosos la mayor parte del tiempo, motivados, curiosos, con ganas de aprender, son más colaborativos que en nuestra época, más abiertos a otras culturas... Pero debido a los cambios hormonales tienen la mecha más corta que cuando tenían 10 años, son más impulsivos, necesitan tener contacto con experiencias de riesgo, hacer el gamberro, separarse de sus padres y vincularse a personas de su edad. Con 10 años las personas de referencia son los padres y los 14 lo son los amigos.
Cierto, pero duro para padres y madres.
— Sí, ya no es un niño, ahora es como un adulto, necesita privacidad y tener su espacio y debes llamar a la puerta antes de entrar en su habitación. No es la misma relación.
¿Y esto les cuesta aceptar a las familias?
Les cuesta mucho. Nos da mucho miedo cambiar el chip, perder la influencia sobre el niño, la capacidad de controlarlo, y nos cuesta cambiar la forma de relacionarnos con ellos. A los niños pequeños les dices qué deben hacer y con los adolescentes debes confiar en que lo hagan. Puedes influir, pero no mandar tanto.
Usted habla de educar con disciplina positiva, pero hay quien lo confunde con educar sin límites. ¿Cómo serán de adolescentes los niños que han sido criados sin límites e hiperprotegidos? ¿Cómo les afecta?
— Afecta de muchas formas. Puede que les cueste más aceptar límites y normas, que tengan más dificultades para tomar decisiones, para autocontrolarse, o más problemas en cuanto a la autonomía o a tener confianza, pero esto no es debido a la disciplina positiva sino por la educación positiva sin disciplina. Cuando la gente pregunta a mis hijos cómo es crecer conmigo siempre dicen que su padre es más estricto que los padres de sus amigos. Existe una parte importante de disciplina. Los chicos de hoy en día tienen mayor seguridad. Dar amor y no poner límites es hacerles un flaco favor, debe buscarse el equilibrio.
¿Qué podemos hacer mientras todavía son niños pequeños para después tener una adolescencia más plácida?
— Es muy raro que hayamos hecho un buen trabajo durante la infancia y que en la adolescencia haya problemas graves. De esos lodos estos barros. Esto te lo dirá cualquiera. Los problemas suelen venir del hecho de que los padres no han sabido poner límites, porque ha habido poca disciplina, porque no han sabido hacerse respetar o hacer entender al niño cosas importantes o porque ha habido problemas de vinculación. Es decir, padres muy ausentes que no han pasado tiempo con ellos, no han tenido tiempo de conversación, no van juntos a pasear ni tienen la costumbre de charlar y crear vínculo... Las dos cosas más importantes son el vínculo y la disciplina.
¿Cómo les afecta el uso de pantallas?
Quienes son ahora adolescentes –14, 15, 16, 17 y 18 años– vivieron el boom de las pantallas. En el 2010 la mayoría de padres y madres pensaban que no había nada mejor para sus hijos que darles una pantalla. Estaba extendido y se estimulaba: "Qué listo, que con 5 años ya sabe manejar una pantalla". Ahora sabemos que no es así, que cuanto más tarde mejor. Las pantallas les provocan obsesión, desplazan otras actividades muy importantes como conversar, estar aburrido y entretenerse y les hacen compararse entre sí. Se sienten más atacados en su autoestima, tienen mayores dificultades para regularse y menos recursos, porque pasan menos tiempo haciendo otras cosas que les van bien a nivel cerebral.
¿Está a favor de retrasar la edad del primer móvil?
— Estoy, sin duda, a favor de que se retrase. Basta con ver a los jóvenes que salen del instituto mirando el móvil y después en casa se pasan muchas horas mirando pantallas. Al final del año son muchas horas de no estar haciendo otras cosas. Si yo me enfado con mis padres y les digo que son unos pesados, lo expreso con gestos y con lenguaje verbal pero si lo digo en un whatsapp lo estoy expresando con el hemisferio izquierdo y no con el derecho, que es el de las emociones, y es más difícil procesar las emociones y comprendernos.
¿Cómo conectarse con un hijo adolescente?
— Hay dos técnicas muy importantes que aplicamos en la consulta. La primera es que la relación que vayas construyendo con ese niño sea de valoración y de estima positiva. Si tienes unos padres que cada vez que te ven te dicen que lo haces mal y te menosprecian, te alejarás y no querrás escucharlos. Siempre que tengas que tener una conversación difícil empieza con alguna conexión, con algo genuino, pregúntale por el día, explícale algo tuyo, no lo veas como un sujeto al que tienes que dirigir, haz que te interese su vida y después comenta lo que sea o las tareas que tenga que hacer. Nos enviará a paseo muchas veces, pero no puede ser que cada vez que hablemos sea para decirle que apague el móvil, que se ponga a estudiar o hacer los deberes... Hay que cambiar de estrategia.No pensar en un enemigo al que debes reducir sino en un amigo al que debes ayudar a entender las cosas. Hay muchos padres que están angustiados porque sus hijos pasan mucho tiempo con su móvil. Hace deporte, saca buenas notas y sólo le dices lo del móvil. Y si pruebas con "¡Me encanta cómo eres! Por cierto, ya llevas una hora con el móvil, ¿por qué no me ayudas con la cena?"
Hablas de la importancia de que reconozcan sus emociones y de que les pongan nombre. ¿Tienen más inteligencia emocional que generaciones anteriores?
En algunos aspectos, sí. Entienden el concepto de relación tóxica, de escuchar las emociones... pero también han cultivado menos la paciencia y la tolerancia que nosotros, porque han sido una generación más protegida y les hemos dado más veces lo que querían, les hemos dado más atención. Cuando yo era pequeño, si quería ver David el gnomo debía esperarme una semana. Ahora pueden mirarlo de forma inmediata, es la gran diferencia. Dependemos todos mucho de las redes sociales, pero les falta esa conexión uno a uno, con tu mejor amigo, con quien hablas, con quien paseas un rato, sales... y eso protege mucho de los problemas de salud mental. También han pasado menos tiempo con sus padres que el que hemos pasado nosotros.
Hablas del temperamento. ¿Es una línea roja no dejar que nos hablen mal?
— Las bases se ponen cuando son niños y se ponen con el ejemplo. No hay que consentir esto, pero también hay padres que quizá le han arrojado al hijo la mochila por las escaleras o le han tirado a la cabeza el plato de comida por responder mal. Sí, es una línea roja, pero es muy importante el ejemplo. Mucha insistencia, constancia y poner consecuencias, también. Mucha gente confunde la idea de disciplina positiva o de educación en positivo y cree que es no poner límites. Me encuentro a padres que me siguen a mí o a otras cuentas de Instagram y les veo que les falta la parte de disciplina, de límites y de normas. Los límites son fundamentales.
¿Por qué han aumentado las tentativas de suicidio entre los adolescentes? ¿Y los trastornos alimenticios? ¿Cómo podemos ayudarles?
— Si hablamos de trastornos de ansiedad, estrés, depresión, ahora se detecta más que antes. Pero los datos de suicidios son claros, no es que ahora se detecte más, sino que ahora se suicida más gente. Y tiene que ver con muchos factores. Pero está muy relacionado con el bullying. Antes, cuando alguien sufría bullying, lo sufría de 9 ha 17 h, lo que duraba la escuela, y hoy en día, con el cyberbullying, se sufre acoso a través de las redes sociales y se tiene menos espacio para refugiarse. Y, en lo que se refiere a los trastornos alimentarios, hoy en día los jóvenes consumen muchas redes sociales y hay mucha obsesión por el culto al cuerpo. Si no tienes hermanos mayores, no tienes otros modelos de gente joven y los coges de las redes.
¿Es la adolescencia tan temida como dicen?
— Para mí es una etapa hermosa, porque ves a tus hijos despegar y abrirse a la vida. A los 12 años comienzan a tener su grupo de amigos, a descubrir la vida... Pero incluso los chicos más amorosos tendrán momentos de querer estar solos en su habitación, y debemos entender que es un proceso psicológico querer separarse de los padres y que es necesario aceptarlo.
¿Y usted cómo lo lleva?
Yo creo que lo llevo bastante bien, pero también me cuesta que mi hijo esté con el móvil o pase más tiempo en su habitación. Antes veíamos una película todos juntos y ahora quiere quedarse en casa de sus amigos y a veces responde... de aquella manera. Su cabeza y sus emociones están ahora en otros lugares, pero para eso le hemos educado. No espero que se quede conmigo toda la vida. Los padres y madres deben ser maduros y entender que ellos deben construir su vida y nosotros la nuestra. El objetivo de la adolescencia es que la relación no quede tan dañada como para que nuestros hijos no quieran volver a casa en Navidad cuando sean mayores.
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