¿Dónde está la tribu, cuando hablamos de pantallas?

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La madre controla lo que mira a su hija.

Ya hace años que nos quedó claro: ¡para educar a un niño hace falta toda la tribu! Pero precisamente ahora, más que nunca, las familias se sienten muy solas para hacer frente a todos los retos educativos que actualmente plantea la crianza.

Si bien es cierto que los principales responsables de la crianza y del bienestar digital de los hijos son los padres y madres, no es menos cierto que la familia no es la única y exclusiva responsable de la educación en este sentido.

El Consejo de Europa acuñó el concepto de parentalidad positiva para reconocer las competencias parentales necesarias para el correcto desarrollo de los niños en un contexto socialmente corresponsable de sus derechos. Es decir, no se puede concebir que un país o una ciudad articulen políticas para la infancia y no tengan instrumentos para evitar la pobreza infantil, ni velen por que todos los servicios sanitarios y educativos sean gratuitos y de libre acceso para todas las familias y sus hijos.

Las competencias parentales, hoy en día, tienen una vertiente de competencia digital para:

• Ser conscientes del propio uso y las destrezas digitales para convertirse en un buen modelo para los hijos.

• Conocer los sistemas de limitación de acceso, tiempo y contenidos.

• Disponer de tiempo para conocer y discernir sobre los contenidos de ocio digital infantil y no dejarse llevar por lo que te dice la cuñada o compañeros de clase de tu hijo.

• Tener fortaleza para no caer en el uso arbitrario de dispositivos, redes, canales y contenidos que se comercializan bajo la etiqueta de "infantiles", pero que son poco (o nada) recomendables.

• Tener capacidad para entender de qué nos hablan los maestros cuando nos presentan programas y dispositivos en la escuela.

• ¡Y tantas cosas más!

Si bien las madres y los padres deben ser los primeros defensores de los derechos de los niños en tener un desarrollo saludable, asumiendo su parte de responsabilidad, a la vez necesitamos que políticos, empresas del mundo digital, distribuidoras, empresarios, profesionales de la salud, de la educación y de los servicios sociales se hagan presentes en esta tribu, que todos habitamos, porque nos faltan personas dispuestas a proteger de forma activa y eficiente a la pequeña infancia.

Por este motivo, en mayo de 2022 un grupo de once profesionales diversos lanzamos el Manifiesto infancia y pantallas, que se dirige a instituciones y entidades de la salud, el bienestar, la educación, el ocio, la cultura, la comunicación y la acción política con el objetivo de concienciar de la necesidad de preservar la primera infancia de la sobreexposición continua en los dispositivos digitales y las pantallas.

Exigir responsabilidades

Debemos dejar de normalizar el hecho de ver a niños menores de 3 años ante una pantalla en la publicidad, las películas, etc. (de forma parecida a cómo se hizo con el tabaco). Debemos exigir responsabilidades en el etiquetado de los productos digitales, con criterios de psicología infantil, no puramente comerciales. Debemos reclamar más tiempo para atender a los hijos de menos de 3 años, no sólo medidas para dejar a los pequeños al cuidado de otras personas, para poder seguir trabajando, etc.

Las madres y los padres debemos ser quienes no sólo ejercemos la responsabilidad que nos corresponde, sino también quienes la exigimos de los demás miembros de la tribu que pueden hacer, y mucho! En esta lucha por una infancia libre de pantallas, las familias son las primeras, ¡pero no están solas!

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