Por donde empiezo

Ser madre en solitario: mi última opción, pero la mejor

Ser madre monomarental me da la libertad total de hacer y deshacer a nuestro ritmo y poder elegir qué hacer y cuándo con mi hija

3 min
Ser madre monomarental

Formar una familia monomarental era mi última opción, pero fue la mejor. En los años 80, mis padres se separaron. Recuerdo que empecé a ir a la psicóloga porque hice un dibujo, en la escuela, donde sólo aparecían mujeres. No sé qué vieron de extraño, pero llamaron preocupados a mi madre. Tenía 5 años. Mi padre formó, rápidamente, otra familia y le veíamos dos veces al mes. Yo vivía con mi madre y mi hermana. Para muchos, era una niña con problemas, a causa de mi familia "desestructurada". En el barrio se comentaba nuestra historia.

Me crié pensando que debía crear lo que no tenía. Una estabilidad y una familia unida. Durante años, busqué parejas pensando en el futuro. Analizando cómo sería una vida con ellos y, sobre todo, si serían buenos padres. A los 35 años, después de una relación muy dolorosa, me cansé de dar. Sentía que me entregaba al 100% a mis parejas, incluso anteponiéndoles a mí. Creía que haciéndoles felices todo iría bien. Ahora ya he dejado de analizar cuál era el error de mis fallidas relaciones. Probablemente, era yo o simplemente mi destino era mi presente.

Supongo que tuve que tocar fondo para darme cuenta de que la felicidad estaba dentro de mí. Que sólo yo podía conseguir lo que buscaba y no necesitaba a nadie. Así que decidí que formaría mi propia familia, "sola".

Me adentré en un mundo desconocido para mí: la reproducción asistida. Durante muchos meses mi vida se resumía en trabajar un montón de horas y vivir aislada en mi burbuja pensando en un destino que no dependía de mí. Deseaba ser madre, pero, ¿lo conseguiría?

No podía hablar con casi nadie, porque no era nada seguro. No estaba preparada para las preguntas, opiniones y conversaciones incómodas que no necesitaba ni me apetecía. Así que hasta que no fue visible, no se lo dije a nadie.

Postparto, depresión y pandemia

Nora nació el 11 del 11 del 2019, una fecha mágica para mí. Ese mismo día comenzaba una nueva aventura, la de ser madre. Lo que nunca hubiera imaginado es que se me juntaría el posparto con una depresión, una pandemia mundial y una pequeña que no paraba de llorar. Aquellos meses fueron complicados. Me sentía muy sola y, al mismo tiempo, más feliz que nunca. Una mezcla de sentimientos imposibles de describir con palabras.

Perdí el trabajo y tuve que reinventarme, como nos ocurre a muchas mujeres después de ser madres. Durante el desconfinamiento nació @mamamonomarental, mi perfil de Instagram. Una ventana en el mundo. Empecé a compartir mis recetas, mis miedos, mis escritos... y, sin darme cuenta, creé una tribu virtual, que me acompañó y ayudó como nunca hubiera imaginado. Durante cuatro años fui creando contenidos, sin obligación ni presión alguna, y gracias a las seguidoras y a la gente que confía en mí conseguí nuevos proyectos. Me formé como asesora de baby lead weaning y empecé a acompañar a familias en la alimentación complementaria de sus niños ya ofrecer charlas y asesoramientos personalizados. También conocí a Rebeca, otra madre monomarental, y su pequeño aventurero, Einar, y juntas creamos @viajesmonomarentales donde ofrecemos viajes para madres con hijos.

Ser madre monomarental me da la total libertad de hacer y deshacer a nuestro ritmo. Poder elegir qué hacer y cuándo con mi hija. Admiro y envidio sanamente a las parejas que tienen relaciones sanas, las que comparten la educación de sus hijos, los trabajos del día a día y, además, crecen conjuntamente. Pero no todas las relaciones son así y muchas personas terminan apagadas junto a alguien que no hace equipo.

Los niños no necesitan una familia "completa" (normativa), necesitan un hogar donde poder criarse libremente y rodeados de buenas vibraciones. Y Nora y yo disfrutamos de eso. De un espacio de luz. Dicho esto, estoy a favor de la diversidad familiar. Tenga la estructura que tenga. Porque familia es amor.

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