Arquitectura

Así se construye el edificio de madera más alto de España

El edificio de la calle Lola Iturbe de Barcelona tendrá 40 viviendas en ocho pisos

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El edificio de madera más alto de España en la calle Lola Iturbe de Barcelona

BarcelonaBarcelona es una ciudad líder en la edificación en madera: está en construcción el bloque de viviendas de madera más alto de España, de los arquitectos Vicente Guallart y Daniel Ibáñez, promovido por el Instituto Municipal de la Vivienda y Rehabilitación de Barcelona (IMHAB). El edificio, ubicado en la calle Lola Iturbe Arizcuren, en el barrio barcelonés de la Verneda, tiene planta baja y ocho pisos, uno más que otro referente de este ámbito, el edificio cooperativo de Els Cirerers, impulsado por la cooperativa Celobert.

Comparada con una obra convencional, la construcción de un edificio de madera llama la atención porque hay menos trabajadores –una treintena este agosto– y porque es más silenciosa. También sorprende ver guardadas piezas como los escalones de los tramos de escalera que faltan por hacer, como si toda la obra fuera un ejercicio de bricolaje a gran escala. En total, el edificio está hecho con más de 1.000 piezas, entre las que se encuentran 980 paneles, 46 vigas de la cubierta, 150 escalones y 8 vigas para el ascensor.

La obra destaca sobre todo por la rapidez: la madera que sobrevuela la fachada es, en realidad, la base de un balcón que quedará colocado en poco rato. "Trabajamos mucho para que la madera fuera de España, y en este caso es gallega –afirma Guallart–. La clave es la velocidad, ahorramos entre un 25% y un 30% de tiempo. Los paneles y los forjados llegan a la obra cortados y con los agujeros hechos. En algunos casos también con las ventanas, pero en el nuestro sólo la estructura. Se trabaja de otra manera: muchas tareas se hacen en la fábrica, es más seguro y eficiente".

Las obras empezaron en diciembre del año pasado y está previsto que duren quince meses. Si no hay retrasos imprevistos, el edificio estará terminado durante el primer trimestre de 2024. La inversión del Ayuntamiento de Barcelona para la construcción es prácticamente de 5 millones de euros.

En la obra se percibe un penetrante olor a barniz, destinado a proteger la madera que no quedará tapada por paneles de pladur. Los balcones tienen la anchura máxima que permite la normativa, un recuerdo de la época pandémica en la que los arquitectos diseñaron el proyecto. El edificio contará con 40 viviendas de alquiler público y un ateneo de fabricación en la planta baja, cuya estructura es de hierro y hormigón. Uno de los rasgos característicos de la fachada es que hay sitio para que crezcan una veintena de pequeños árboles. "Será el primer edificio de vivienda pública que tendrá árboles en las terrazas, regados por goteo", presume Guallart. También habrá árboles frutales en la azotea, donde está prevista la construcción de un invernadero con placas fotovoltaicas aprovechando la medianera del edificio contiguo.

En total, el edificio medirá 36 metros de alto. En cada planta habrá cinco viviendas, organizadas en torno a un patio central que un operario retoca meticulosamente, armado con una pequeña sierra mecánica. Los pisos dan a la calle José Garrido Gámez y al patio central, lo que les dotará de ventilación cruzada. Técnicamente, la madera que se utiliza muy a menudo es CLT, es decir, madera contralaminada. La clave es que se pueden hacer paneles muy grandes utilizando maderas más pequeñas, lo que implica que no sean necesarios árboles tan grandes para extraer la madera.

Entre tantas novedades, es inevitable que surjan preguntas como la de si un edificio de madera tiene la misma estabilidad que uno convencional, y si es seguro en caso de incendio. "Los edificios de madera deben cumplir el mismo reglamento que los de hormigón y hierro –asegura Guallart–. Lo que ocurre es que la madera responde al tema del fuego de una manera diferente. Así que hay que ampliar el grosor de la madera, para que tarde más en quemar, o bien proteger la madera. Nosotros hemos optado por proteger los interiores con pladur. También el techo, pero por la acústica. La madera no es muy buen aislante acústico, y hay que añadir masa para evitar oír los pasos del vecino de arriba". El edificio también está realizado a prueba de las vibraciones del metro: una de las esquinas tiene una estructura metálica porque está sobre el túnel del metro.

Los referentes de Lacol y Peris+Toral

El bloque de Lola Iturbe está ubicado en uno de los solares donde se encontraba la antigua fábrica de Coca-Cola y continúa la línea de otros referentes de la construcción en madera como el bloque de viviendas La Borda, del estudio Lacol, y los 85 viviendas sociales del estudio Peris+Toral en Cornellà de Llobregat. El nuevo edificio es fruto de un concurso que convocó al Ayuntamiento de Barcelona en el que tuvo prioridad la reducción de las emisiones por encima del precio de la obra. Se trata de un concurso al cual los arquitectos se presentaron asociados a una constructora, ACSA, del grupo Sorigué.

Los cuatro primeros pisos están bastante avanzados: los obreros están poniendo el pladur, por encima del aislante, una lana de roca también ecológica; y se pueden ver los conductos de la calefacción y el aire acondicionado. Otra particularidad de la madera como elemento constructivo es que es más fácilmente reutilizable. "En el norte de Europa tienen mucha tradición en hacer edificios en madera. Allí, los edificios más lujosos son de madera y los más humildes de piedra, y aquí ocurre justamente lo contrario".

En la azotea del edificio todavía se puede ver la madera sin impermeabilizar. La aislarán del agua con tela asfáltica, como si fuera un edificio convencional. Y después se construirá el invernadero, cuya cubierta consiste en cuarenta y cinco placas fotovoltaicas. "El hecho de que los edificios puedan producir alimentos y energía empodera a la comunidad y al barrio. Se trata de producir el máximo localmente para desconectarnos en la medida de lo posible de esta globalización extrema en la que enviamos comida de una punta a la otra del planeta, y de luchar contra la pobreza energética y alimentaria", dice Guallart. Desde la azotea se puede ver otro bloque de madera en construcción. Y hay cinco más en construcción, dos más en el barrio, otros dos en Sant Andreu y otro en Glòries, todos ellos impulsados por el Ayuntamiento de Barcelona.

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