Arte

El arte canalla y rambler de Ocaña toma la calle Consell de Cent

Una exposición en la galería Mayoral recuerda la vigencia del legado del artista

La 'Asunción gloriosa' de Ocaña en la galería Mayoral
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BarcelonaPara José Pérez Ocaña (1947-1983), el arte y la vida estaban totalmente ligados. Su muerte resuena todavía como una paradoja brutal. Una fiesta se convirtió en una tragedia: en septiembre de 1983, Ocaña regresó a su pueblo natal, Cantillana (Sevilla) para celebrar unas fiestas y ver a la familia. Se hizo un disfraz de sol con papel, tela y unas bengalas. Un accidente con las bengalas le provocó unas quemaduras que acabaron siendo letales, aunque ahora existe consenso a la hora de plantear que Ocaña era portador del VIH y que en realidad murió por las complicaciones provocadas por el sida, en un momento en el que todavía no se hablaba. Ahora ese sol de papel que llevaba con ese vestido, con una sonrisa que parece haberse entristecido a lo largo de los años, da el pistoletazo de salida de la exposición La Ocaña que la galería Mayoral de Barcelona (Consell de Cent, 286) le dedica hasta el 1 de junio.

Que una galería como la Mayoral dedique una exposición a un artista como Ocaña es un gesto cargado de simbolismo. El artista que fue uno de los iconos de la contracultura barcelonesa más canalla, ligado a la Rambla efervescente de los años 70, desembarca ahora en la calle por excelencia de las galerías barcelonesas hasta que hace pocos años ha aparecido el foco de la calle Trafalgar . "Por fin Ocaña atraviesa la plaza Catalunya", celebra el comisario de la muestra, el artista Pedro G. Romero. "Se puede pensar que es una exposición a contrapelo, pero no es así. Ocaña es un artista fundamental del siglo XX, a veces fue un pionero, y retrató una época", afirma el galerista Jordi Mayoral, que sitúa esta exposición en la línea de las que han dedicado a artistas que han quedado fuera del canon como Mari Chordà y Eulàlia Grau. "Estas exposiciones como galería nos hacen mejores", subraya Mayoral. "Ocaña es un artista al que se entiende mejor ahora que en su día", advierte Romero, que también fue el comisario de la gran exposición de Ocaña en La Virreina en el 2010.

El sol de papel que Ocaña llevaba en la que fue su última procesión.

Como artista, Pedro G. Romero pone a Ocaña en un lugar que no tuvo en vida: "Era un artista popular que decidió enfrentarse claramente al elitismo del arte contemporáneo y de vanguardia, e intentó hablar al tiempo que ellos, en su momento, Ocaña fue tratado con un cierto paternalismo, como un fenómeno, y la superfama que tuvo a menudo ha oscurecido su papel como artista, que era la función que él daba a casi todo. lo que hacía en la vida". Así, aunque fuera de forma paradójica, su manera de vivir estaba encaminada hacia el "gran arte". "Con Ocaña sigue habiendo una mirada folclórica, y él quería jugar en primera división. Estaría encantado de exponer en la calle Consell de Cent. Generacionalmente, artistas de su pandilla, como Miquel Barceló y Xavier Mariscal, empezamos a hacerlo. se ricos, y Ocaña no entendía por qué él no se hacía. Es un error del mundo del arte no haber entendido a artistas como Ocaña y Nazario", lamenta el comisario.

Ocaña retrató a algunos de sus amigos como 'manolas'.

Además del sol, entre la cuarentena de obras de la exposición, la mitad de las cuales están a la venta, hay muchas más relevantes: se pueden ver el mítico Sagrado Corazón de Marica y algunos de los dibujos y acuarelas que hizo cuando la policía municipal le detuvo en 1978 y estuvo encerrado en prisión durante varios meses. También hay una pintura relacionada con la muerte de un amigo a manos de la Guardia Civil, o puede que la víctima fuera Federico García Lorca.

El aspecto más sexual e irreverente de Ocaña se encuentra en una acuarela sobre el Carnaval que Ocaña barnió con su semen, y en otros trabajos como la Inmaculada de las Pollas y el dibujo de un pene con un peine. Y como culminación del recorrido existe Asunción gloriosa, un conjunto de catorce figuras de papel maché evocador de la ascensión con la Coronación de la Virgen de Cantillana que protagonizó la exposición de Ocaña La primavera en La Capella en 1982. "Todo está cargado del juego absolutamente personal de volcar su vida, que era supersecularizada, superlaica y superradical, en lo religioso, que era el sustrato cultural donde se había construido", concluye Romero.

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