Arte

Madola: "Nunca he buscado ser la más moderna, sino hacer un trabajo muy verdadero"

La Fundació Vila Casas repasa la trayectoria del artista con una antología en los Espais Volart

La artista Madola en los Espacios Volart de la Fundación Vila Casas
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BarcelonaEn Madola (Barcelona, ​​1944) le gusta recordar las historias del origen ancestral de la cerámica: un pequeño hoyo en la tierra húmeda que, al secarse, quedó solidificado y pudo utilizarse como recipiente. Como puede verse en la gran exposición que le dedica la Fundación Vila Casas en los Espacios Volart de Barcelona hasta el 19 de enero, titulada Madola. Un fuego milenario., sus trabajos beben de esta tradición muy antigua y, al mismo tiempo, son radicalmente contemporáneos. Asimismo, Madola (su nombre real es Maria Àngels Domingo Laplana) rehuye el dilema de si debe definirse a sí misma como una ceramista o como una escultora. "No me preocupa nada, pero esa distinción existe. Existe, porque los ceramistas me miran un poco de esquina y los escultores también. Pero a mí me da igual, no tengo ningún problema", advierte Madola.

"El grueso importante de mi obra es en cerámica, que es la técnica que he utilizado toda mi vida, y he ido haciendo un trabajo continuado de investigación, y eso hace que mis piezas sean intemporales. Nunca no. he buscado ser el más moderno, sino hacer un trabajo muy verdadero, que me sale muy de dentro", subraya.

'Jerro dibujado' (1969), de Madola.
'El mar de hielo' (2022), de Madola.

"En la obra de Madola existe la insistencia en los materiales. Y algo muy esencial y muy humano que tiene muchas posibilidades: aunque siempre repite la misma esencia, Madola explora formas muy diferentes y experimenta mucho con las referencias a 'arqueología y la historia y la relación entre el pasado y el mundo contemporáneo', afirma la comisaria de la muestra, Caterina Almirall. "Entiendo que esta es mi última exposición grande. Quizás pequeñas podré hacer más, pero grandes no, porque es imposible poderlo hacer; tengo 80 años", remacha el artista.

Obras de gran formato de Madola en la exposición que le dedica la Fundación Vila Casas a los Espacios Volart.

La propia vida como motor creativo

La exposición incluye obras de toda la trayectoria de Madola, organizadas con el objetivo de representar su forma de trabajar, desde que realizó su primera exposición en el Ateneu Barcelonès en 1966, prologada por el poeta Salvador Espriu. Se pueden ver algunos de los trabajos iniciales todavía empapados de historia, así como unas urnas y unos bultos que tienen un carácter autobiográfico. "Estas cajas guardan unos secretos, unas historias personales, que no quiero que nadie sepa. Creo en un equilibrio entre un trabajo realizado desde tu experiencia, desde tu vida, pero que no es exhibicionista, sino que simplemente es el motor o el material a partir del cual trabajas, pero no es tremendamente evidente", explica el artista.

En cuanto a las masas de cerámica que llama bultos, tienen unas grietas evocadoras del sexo femenino y que en su caso evocan las vicisitudes de una maternidad difícil. Y en uno de los momentos más emotivos del recorrido se pueden ver una retahíla de pequeñas cabezas que Madola hizo días después de la muerte de su padre en 1982. "La figura de mi padre es importante en mi vida, y ha ido saliendo en diferentes momentos. Soy hija única, y entonces mi padre, que venía de una familia que les gustaba mucho el arte, fue la persona que me guió en toda mi trayectoria inicial. Me montó un taller, me montó un horno...", recuerda Madola.

'1714', de la serie 'Sarcófagos' (2014), de Madola.
'Sin título', de la serie 'Urnes' (2011), de Madola.

Cuando tuvo que elegir una carrera, Madola no se vio con corazón de matricularse en arquitectura, y se dejó llevar por el anterior descubrimiento de la cerámica. Entró en la escuela Massana ya lo largo de todo este tiempo también ha aprendido en todos los viajes que ha hecho por todo el mundo, y reconoce cómo el arte de Antoni Tàpies lo ha marcado. "No soy religiosa, ni soy practicante. Pero, en cambio, sí hay un trasfondo de misticismo en mi obra, el afán por entender algo que se nos escapa, algo que seguramente compartimos todas las personas", dice Madola. Así que, más allá del propio cuerpo y los pequeños formatos, Madola ha realizado esculturas evocadoras de puertas, ventanas, muros, columnas, capiteles, fregaderos y sepulcros.

Por otra parte, desarrolló su interés por Espriu en una cuarentena de esculturas expuestas permanentemente en el cementerio de Arenys de Mar. La carga humanista de estos trabajos puede centrarse en las vicisitudes de la vida y la muerte y su preocupación por el medio ambiente. "Son piezas que necesitan que te quedes un rato, son piezas que necesitan su tiempo para entenderlas. Cuando una pieza sale del horno, digamos que está terminada, pero antes de que la haya digerido, pasa tiempo . No la doy por terminada hasta que la he digerido", concluye.

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