Susana Solano en los Espacios Volart: el enigma de un "tesoro nacional"
La Fundació Vila Casas organiza la exposición más ambiciosa del artista en Barcelona desde 1999
BarcelonaEn el universo de la escultora Susana Solano (Barcelona, 1946) a menudo hay imágenes aparentemente duras, como las jaulas, espacios cerrados o cuadriláteros. También pueden parecerlo porque son piezas radicalmente "rotundas y austeras", como dice el director artístico de la Fundación Vila Casas, Bernat Puigdollers, con motivo de la retrospectiva que le dedican los Espais Volart hasta el 14 de julio. Con unas ochenta obras desde los años 80, una cincuentena de las cuales son esculturas –y algunas inéditas–, Anónimos es la exposición más ambiciosa de Solano en Barcelona desde que el Macba le dedicó una muestra en 1999. Después de la exposición que le dedicó la Fundació Suñol en 2014, es la oportunidad para volver a disfrutar de la obra de una gran renovadora de la escultura catalana y española de los años 80 y 90, que no siempre ha recibido la atención que merece.
La potencia de las esculturas de Solano no anula su carácter "emocional", dice el comisario de la muestra, Enrique Juncosa. Para él, Solano es "un tesoro nacional" y sus esculturas fruto de "una búsqueda de una voluntaria complejidad y ambigüedad". "Sus obras exploran cuestiones positivas, negativas o ambivalentes, entre ellas la soledad, el silencio, la angustia, el trauma, el confinamiento, el equilibrio, la simetría, el descanso o el juego, y se mueve de la denuncia a la ironía", explica el comisario.
A Solano no le gusta contar sus trabajos, a los que pone unos títulos que ella misma califica de "brossianos". El artista prefiere que el espectador haga su propia lectura. "Cada pieza es un anónimo, la gente que esté interesada debe hacer un ejercicio de mirar y pensar", recomienda. "Cada obra es un mundo, y hay algo que es como una caligrafía. Pueden pasar diez años, pero cuando escribes tienes una caligrafía innata. Yo creo que tengo esa caligrafía, y no se puede controlar. Todo está muy abierto". También son Anónimos las obras más recientes de las expuestas, un conjunto de piezas de pequeño formato de madera y metal.
De algunas de las piezas expuestas, Solano ya no recuerda el proceso de creación y otras las considera "un enigma" porque no sabe cómo llegó. "Te mueves mucho por impulsos y por lo que el material te está dando", explica Solano. Desde la exposición del Macba, añade, su idea de escultura incluye el hecho de que "los espacios vividos siguen presentes, quizás como atmósferas vinculadas a algunos de mis trabajos".
El recorrido de la exposición está organizado según las características de las salas, llamando la atención que el artista pide que, en vez de las luces habituales, las salas estén iluminadas con unos fluorescentes que emiten una luz fría. La primera de las piezas es Piedras II, un banco de escayola, estopa y malla metálica que forma parte de la colección del Macba. "Empecé a trabajar con escayola por una problemática de recursos económicos, es algo que los jóvenes de hoy deben tener presente, no vale decir «no puedo hacerlo porque no tengo dinero», hay muchos materiales" , advierte. En ese momento también trabajó con madera, más adelante con bronce y después con hierro.
Solano también ha trabajado con otros materiales como el textil y la fotografía. Entre las fotografías están las de un trabajo muy emotivo, Negro sobre blanco, un homenaje que hizo a su madre, enferma de Alzheimer, haciendo dialogar sus retratos con las esculturas desgastadas de la plaza de España de Roma. Y también se pueden ver los retratos de un perro pastor, el perro de ganado mallorquín que adoptó después de unas matanzas en la casa de Miquel Barceló en Felanitx. "Al nacer, mi madre me puso un perro bajo la cuna, y dijo: «Apa, a cuidar a la niña». Y me crió con el perro", dice Solano.
Para Juncosa, la obra de Solano refleja "la vida en las ciudades contemporáneas". También pone de relieve que es una mujer muy "viajera", algo que se puede observar en prendas como Lalibela, inspirada en las iglesias de la ciudad cristiana homónima del norte de Etiopía, cortadas en un único bloque de piedra. Y Salimos papel, una obra hecha con fotografías y una alfombra que recuerda a un altar, con la que Solano denuncia las condiciones de trabajo en una fábrica de papel en la India. "Los viajes me han hecho más respetuosa y humana", asegura Solano.