Las artistas médiums despliegan su poder sanador y subversivo
Tabakalera dedica una exposición a Emma Kunz, Eulàlia Valldosera hace 'Acción fotónica' y la obra de Josefa Tolrà estará en la Bienal de Venecia
Barcelona / San SebastiánLa curandera y naturópata suiza Emma Kunz (1892-1963) utilizaba como herramientas de curación unos dibujos sobre papel milimetrado que hacía en tránsito durante unas sesiones que se podían prolongar hasta 48 horas. Todo empezaba con una pregunta abierta y el ejercicio de encontrar los puntos principales de las redes que caracterizan estos dibujos con un péndulo, y a veces los recuperaba para nuevas sesiones y para extraer nuevos significados. “Podemos deducir qué dibujos fueron importantes porque tienen más agujeros de chincheta y más huellas de dedos”, afirma Yasmin Afschar, la comisaria de la magnífica exposición de Tabakalera (San Sebastián) donde se pueden ver unos cuarenta de los 500 dibujos que dejó, junto con una retahíla de obras de artistas contemporáneos que comparten con Kunz una visión integral del arte. “Emma Kunz tenía una visión muy holística de los humanos, la naturaleza y el universo, y no hacía diferencias entre la ciencia, el arte, la investigación y la sanación”, explica la comisaria.
Otro de los rasgos destacados de los dibujos de Emma Kunz es el uso de diferentes colores, que remiten a los flujos de energía; y también que en algunos se pueden observar figuras humanas y animales, y que otros recuerdan a mandalas. Aun así, es difícil interpretarlos más allá que son como unas partituras, porque las sesiones no se grabaron. Como otras muchas mujeres que usaron el arte como una herramienta de sanación y como, decían, una puerta abierta a un mundo extrasensorial, Kunz no se consideró nunca artista, pero sí que advirtió que sus dibujos serían mejor entendidos en el siglo XXI. Desde los años 80 estas mujeres, entre las cuales también hay nombres como Georgiana Houghton (que sí que tuvo formación artística), Hilma af Klint y Madge Gill, han tenido cada vez más reconocimiento, y esta semana se han puesto más de actualidad después de que se haya hecho público que las obras de Josefa Tolrà (1880-1959) estarán a la exposición central de la próxima Bienal de Arte de Venecia, La leche de los sueños, comisariada por Cecilia Alemani.
Los dibujos de Emma Kunz, que creció en una familia de tejedores en la Suiza rural, fueron descubiertos después de su muerte dentro del mundo del arte y fueron calificados de art brut. Pero esta etiqueta no le hace justicia, porque no era “una víctima de ella misma”, como recuerda Afschar. “Era muy consciente de lo que hacía”, subraya. Otro de los hechos que pone de relieve la comisaria es que desde los años 70 a Kunz y a otras creadoras se las está integrando en el mundo del arte. “No es que haya cambiado lo que hicieron, sino que ha cambiado nuestra visión del arte. Hoy el concepto de arte es más amplio”, dice Afschar. “Tratarlas requiere que hagamos un ejercicio oblicuo de historiografía. Esto quiere decir no continuar la línea de la historiografía de Occidente sino dar un paso diferente; con ellas no podemos continuar diciendo lo que siempre hemos dicho, porque en muchas ocasiones ellas no se sienten ni las autoras de las obras”, explica la historiadora Pilar Bonet, una de las principales estudiosas de Josefa Tolrà y una de las integrantes del grupo pionero Visionary Women Art, donde también están Mery Cuesta y Jo Milne. Precisamente una de las etiquetas más comunes es que fueron pioneras de la abstracción. “No estuvieron vinculadas a ninguna escuela, ni lenguaje artístico, ni academia ni modas ni tendencias, sino a otros contenidos como las simbologías”, dice Bonet.
Otra artista y mediadora catalana, Eulàlia Valldosera (Vilafranca del Penedès, 1963), es un referente internacional con intervenciones como la que hizo a finales de enero por iniciativa de Àfora Focus Fundació Romea, Acció fotónica (Viatge al paradís), durante la cual desgranó una retahíla de dibujos con los cuales da voz a la Tierra en un momento en que un mundo viejo está decayendo y al mismo tiempo se está engendrando uno nuevo. “El dibujo es una ampliación y una continuación de mi obra escrita. Es una obra, como se ha visto en los últimos trabajos que he hecho con público, que se me dicta, mediante mi capacidad de visión de otras dimensiones”, dice Valldosera, que emprendió este camino después de cerrar un ciclo de trabajo que había empezado en los años 90 y centrarse en el cuerpo, su vertiente energética y la Tierra. “Ha sido muy progresivo –explica–. Los dibujos no son exactamente el fruto de reproducir una visión, porque la visión es muy compleja, sino que dejo que la mano se mueva, entro en un estado de meditación, y una serie de partículas de luz empiezan a conformar una primera forma y allá arranco a dibujar”. En estos dibujos son capitales la luz y el color. “Dibujaba y escribía constantemente y a partir del 2016 empecé a definir el sentido, el significado y el uso medicinal que tiene cada color, cada frecuencia de color, y la geometría, porque el color y la geometría van juntos”, recuerda. Para Valldosera es esencial el concepto de "canal" para hablar del contacto interdimensional mediante la visión o la escritura, y su trabajo también incluye unas sesiones de Dibuix i energia.
"Mística activista"
Las vidas y las obras de estas mujeres, también de las anarquistas espiritistas que fueron reprimidas antes de la Guerra Civil, como recuerda Valldosera, pueden suscitar incredulidad, pero ahora parece más fuerte su potencial subversivo. Por eso Eulàlia Valldosera define su trabajo como “mística activista”. “Ahora más que nunca se está haciendo patente que nuestra civilización tiene una herencia que se tiene que revisar: injusticias, guerras, del patriarcado, religiones... Hay todo un sistema de creencias que hay que revisar para recuperar el eje del poder personal mediante el arte –explica Valldosera–. El arte es un portal creativo, todo ser vivo lo puede usar y es la manera natural de dirigirse a la totalidad”.
“Creo que esta visión holística de Emma Kunz y otras figuras como ella nos ayudan a superar maneras de pensar que han quedado obsoletas porque están muy centradas en los humanos. También tenemos que pensar como nos aproximamos a la naturaleza y a los otros humanos –dice Afschar–. Tenemos que dar un paso atrás en la visión occidental y patriarcal del mundo, buscamos figuras que puedan ser modelos de cómo pensar el mundo de otro modo, como también se puede encontrar en las formas indígenas de producción de conocimiento”. “Solo hay que ver las noticias y lo que ha pasado en los últimos años para ver que estamos en un momento de grandes patologías sociales, espirituales y económicas”, dice Bonet.
- Josefa Tolrà Como explica Pilar Bonet, Josefa Tolrà (1880-1959) vio cómo se le despertaba el talento como médium después de perder a sus dos hijos. Entre los años 1941 y 1959 hizo más de un centenar de dibujos que son "transcripciones de los dictados de los espíritus", escribe e ilustra cuadernos con poemas, aforismos y reflexiones y borda mantos de seda que no comercializó nunca. Decía que percibía el aura de las personas y las ayudaba como sanadora.
- Madge Gill Madge Gill (1882-1961) se introdujo en círculos espiritistas en busca de esperanza después de tener una vida muy dura: no conoció a su padre, vivió en un orfanato donde sufrió maltrato y perdió a tres hijos. “Como otras médiums, practica caligrafías secretas y mensajes indescifrables”, explicó Bonet a la exposición del museo Es Baluard 'Alma. Médiums y visionarias'. “Con su creatividad encuentra el consuelo del alma para las múltiples desgracias terrenales”, dice Bonet.
- Anna Zemánková Nacida en la región histórica de Moravia, Anna Zemánková (1908-1986) empezó a dibujar cuando tenía 52 años, después de sufrir periodos de depresión y una diabetes que la dejó sin poder andar. Lo hacía de madrugada y se sentía canalizadora de una energía magnética invisible. Sus dibujos están protagonizados por unas flores y unas formas vegetales que recuerdan explosiones. Más adelante, a finales de los años 60, empezó a combinar el dibujo con el bordado.
- Agatha Wojciechowsky El talento visionario de Agatha Wojciechowsky (1896-1986) fue muy prematuro: lo descubrió cuando tenía cuatro años. Instalada en Estados Unidos desde el 1923, llevó una vida corriente hasta que "tomó contacte" con el espíritu de una nativa americana que la indujo a dibujar. Esto le cambió la vida y a lo largo de los años su reputación como médium "entre el mundo material y el espiritual" y sanadora fue en aumento.