Carles Sans, magnífico parlanchín

El ex-Tricicle estrena el monólogo 'Per fi sol!'

Carles Sans, sentado a la platea del Teatro Borràs, donde representa 'Por fin solo!'
2 min

Per fi sol!

Teatre Borràs. 25 de noviembre de 2021

Per fi sol!, pero no tan solo, porque la sombra del Tricicle es alargada. Y qué queréis, si uno ha pasado cuarenta años de la vida profesional junto a dos compañeros y payasos –sin hablarse, eso sí; en el escenario, quiero decir–. Pero ahora Carles Sans habla. No para de hablar a lo largo de más de ochenta minutos (más o menos, porque el estreno con vips como Xavi Hernández, Carles Puyol, Joan Manuel Serrat, Joan Laporta... empezó bastante tarde) buscando, y obteniendo, la complicidad del público y su risa.

¿Y de qué habla "el guapo" de los tres (los otros son "el gordito" y "el calvo")? Pues de él y del Tricicle. El monólogo, vestido con una pantalla en la cual harán acto de presencia muda Paco Mir y Joan Gràcia, tiene un punto de biografía con apuntes de la familia y la infancia, el abandono de los estudios de abogacía, la entrada en el mundo de la comedia, las sorpresas de amigos y conocidos ante su salto al mundo de la palabra y, claro, situaciones vividas con el Tricicle. Imaginamos que la cantidad de anécdotas que las innumerables giras por todo el mundo de la compañía de mimos más célebre del teatro catalán es inmensa. Sans nos cuenta algunas de éstas (poned alguna más, por favor). Y no evito explicar la que hace referencia a la creída e impertinente Esperanza Aguirre que confundió las pelotas de billar de Slastic con unos patitos. “¡Qué monos!”, les dijo en el camerino.

Humor blanco marca de la casa con un buen guion muy bien dirigido por José Corbacho. Un Carles Sans que refuerza lo que dice con una galería de actitudes y gesticulaciones que forman parte de su bagaje personal y que fuera del Tricicle siguen funcionando divinamente (fantástica la historieta del avión). Y es que más importante que lo que explica es cómo lo explica. Vaya, que la palabra es súbdita y deudora de toda la personalidad cómica del actor. El buen ritmo, la buena dosificación de las pequeñas historias y la precisión con el gag convierten a la función en un buen entretenimiento, a pesar de alguna referencia fuera de lugar, a mi parecer (Ramón Sampedro), de la cual podría prescindir.

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