Las 20 mejores películas de 2022

BarcelonaEl primer año sin restricciones desde la pandemia, el del triunfo de TopGun: Maverick y el asalto a la taquilla de Avatar, ha sido también el año mágico del cine catalán y español, el de una cosecha extraordinaria que se ha paseado por festivales de todo el mundo. La lista del ARA lo refleja, como también que las plataformas pierden fuelle: no han colado ni un solo título entre los mejores del 2022. Han participado en la elaboración de la lista los críticos María Adell Carmona, Gerard Casau, Ignasi Franch, Eulàlia Iglesias, Paula Arantzazu Ruiz, Xavi Serra y Manu Yáñez Murillo.

Parece una versión rusa y sórdida de Antes del amanecer, pero Compartimento nº 6 es un cuento milagroso sobre la conexión inesperada entre dos almas perdidas, una estudiante finlandesa y un minero ruso que comparten vagón en el transiberiano durante un viaje que atraviesa el paisaje industrial, árido y frío de la Rusia postsoviética.

Un matrimonio de cineastas (Tim Roth y la siempre magnética Vicky Krieps) viaja a la isla de Färo para empaparse del espíritu de Bergman y preparar sus respectivos proyectos. Con sensibilidad e inteligencia, Mia Hansen-Love filma una sensual comedia veraniega que revela las tensiones de la pareja y las zonas oscuras de la creación artística con un delicioso segmento metalingüístico de propina.

El penúltimo León de Oro de la Mostra de Venecia adapta una novela del último premio Nobel, Annie Ernaux, sobre el embarazo no deseado de una joven estudiante en la Francia de los 60, una década antes de la legalización del aborto. Física, visceral y política, la penetrante película de Audrey Diwan sacude al espectador desde un rigor formal y narrativo notable y, sobre todo, efectivo.

Si en Alcarràs era la instalación de las placas solares, a As bestas es el proyecto de un parque eólico el que genera suspicacias, divisiones y conflictos irresolubles en un pueblo gallego. El visceral thriller rural de Rodrigo Sorogoyen, el director más en forma del cine español reciente, contiene algunas de las escenas más tensas del año y un inesperado –y sensacional– cambio de perspectiva narrativa.

Con la adaptación animada de uno de los clásicos de la literatura infantil ya habría suficiente, pero es que Fredon y Massoubre entrelazan las aventuras del niño travieso con el relato sobre la creación del personaje a cargo de Sempé y Goscinny. El resultado es la joya animada del año, un canto a la amistad que rinde homenaje a dos maestros del cómic.

Jean-Gabriel Périot, militante del ala más politizada y crítica del cine francés, adapta en forma de ensayo visual el libro de Didier Eribon Retour à Reims para trazar una historia vivísima y clarividente de la evolución y las crisis de la clase obrera francesa durante el siglo XX y la deriva de una parte de su voto hacia la extrema derecha. El documental político del año.

El azar y el misterio de la creación son los elementos con los que juega el surcoreano Hong Sang-soo en esta joya minimalista sobre una escritora bloqueada y su encuentro con un director y una actriz famosa. El juego de espejos entre vida y arte elevado a la máxima potencia.

La opera prima del año se adentra en los recuerdos de una mujer sobre unas vacaciones de niña con su padre en un resort turco. Las heridas que arrastra el hombre (Paul Mescal, inmenso) hacen estallar una película que utiliza las imágenes como versos rotos de un poema sobre el amor y la pérdida y que tiene la escena de karaoke más triste de la historia.

La película que predijo que Messi ganaría el Mundial, atravesada por un gran amor al fútbol, es un cuento de hadas contemporáneo y de gran libertad sobre dos personajes que, por arte de magia, de la noche a la mañana pierden sus habilidades y ven cómo su aspecto cambia.

Una película de cowboys y aliens que no tiene nada que ver con Cowboys & Aliens. Jordan Peele introduce el elemento fantástico más sorpresivo en el rancho de una familia que adiestra caballos para rodajes de Hollywood. La tensión y los giros de guion inesperados de la historia hacen de ¡Nop! una de las mejores experiencias cinematográficas de 2022.

El cine de Apichatpong Weerasethakul siempre había estado muy ligado a Tailandia, pero aquí traslada su universo a Colombia de la mano de una Tilda Swinton a la caza de un sonido difícil de definir. El film más depurado del director entiende la memoria como un fenómeno que trasciende al ser humano.

Esta historia de reencuentro con las raíces de una actriz famosa y madura se ajusta a las constantes del director coreano más querido por la crítica (la naturaleza azarosa de la vida, las veladas regadas de alcohol, los guiños metalingüísticos) pero con particularidades, momentos sublimes y una luminosidad irresistible.

A través del personaje de Julián, un modelador en 3D con una pulsión secreta inconfesable, Carlos Vermut señala en Mantícora la arbitrariedad con la que se traza la línea que nos separa del horror. Sobria y contenida en la forma, es la película más perturbadora y desafiante del año.

“La cirugía es el nuevo sexo”, dice Kristen Stewart en el último Cronenberg, que revive el interés del canadiense por el cuerpo humano como campo de batalla físico y conceptual. Viggo Mortensen y Léa Seydoux en uno de sus trabajos más herméticos y fascinantes, pleno de imágenes que se incrustan en la retina del espectador.

El primer filme de Albert Serra ambientado en el presente viaja a Polinesia para señalar la decadencia de unos valores europeos encarnados por el diplomático francés que interpreta Benoît Magimel. Indomable, hipnótica y radical, Pacifiction es puro Serra, imágenes nuevas sobre la naturaleza corrupta del poder.

Pocas películas han retratado mejor que Armageddon time el momento en el que la crueldad del mundo se revela ante los ojos de un niño y borra de golpe la inocencia. La Roma de James Gray es un melodrama autobiográfico con interpretaciones enormes (Anthony Hopkins, Jeremy Strong) y una reflexión melancólica sobre la desigualdad de la sociedad norteamericana.

En Benediction, el veterano cineasta inglés Terence Davies hurga en las heridas vitales de Siegfried Sassoon, objetor de conciencia y gran poeta británico de la Primera Guerra Mundial. Y el amor es el campo de batalla donde se acumulan más cadáveres en este biopic atípico, tan majestuoso como amargo, de una belleza brutal que entrelaza traumas bélicos y sentimentales.

Un famoso actor y dramaturgo que no ha superado la muerte de su mujer acepta la propuesta de dirigir una versión del Tío Vania y establece una extraña intimidad con la chófer que lo lleva cada día de casa a los ensayos, con quien escucha las cintas que su mujer dejó grabadas recitando el texto de Chéjov. Basado en un cuento de Haruki Murakami, Drive my car es una obra magistral sobre la pérdida y la dificultad para comunicarnos entre nosotros y, al mismo tiempo, un canto al poder curativo de la palabra y a la importancia de compartir el dolor. Las tres horas de metraje pasan volando entre viajes en coche, ensayos, conversaciones y conexiones inesperadas que Ryûsuke Hamaguchi despliega sin prisas, atento al por menor y a las palabras no pronunciadas, quizás las más importantes de una película premiada con un Oscar, un Bafta y el premio al mejor guion de Cannes.

Para el cine catalán el 2022 será siempre el año de Alcarràs y del Oso de Oro en la Berlinale. El éxito internacional más importante de nuestro cine confirma el extraordinario talento de Carla Simón para estudiar las relaciones familiares, lo que nos une y lo que nos separa. Su segunda película es un réquiem por un mundo que se desvanece, una especie de western crepuscular entre melocotoneros y tractores en el que una familia lucha por conservar una identidad atada a la tierra que trabajan, amenazada por la futura instalación de un parque de placas solares. Si Verano 1993 nos hablaba de cómo una niña rota por dentro encontraba su lugar en una familia, en Alcarràs es la familia la que se fractura y se recompone, tensada por un problema que la sobrepasa. El cine de Carla Simón no busca soluciones ni alecciona, solo la verdad y las emociones que explican un mundo. No es poca cosa

Que después de un melodrama tan rotundo, complejo y magistral como El hilo invisible –la mejor película del 2018 para los críticos del ARA – Paul Thomas Anderson dirigiera una comedia juvenil y romántica podría interpretarse como un intento de oxigenar su filmografía con una película menor y ligera, protagonizada por dos adolescentes sin experiencia como actores. Pero no: Licorice Pizza vuelve a ser una obra maestra, un largometraje que captura el fulgor de la vida y la juventud con una intensidad dolorosa y verdadera, la de Gary y Alana. Su historia es la de un amor que parece que no cristalizará nunca, lleno de desavenencias, ambigüedad, dudas y silencios elocuentes en la California de 1973. Llena de gestos, canciones y miradas que nos hacen vibrar, Licorice Pizza es un torrente de imágenes que desborda los sentidos y nos hace celebrar la vida y correr cogidos de la mano, allá donde nos lleve aquello que sentimos, sea lo que sea.