Ryusuke Hamaguchi, director de 'Drive my car', es el cineasta del momento
Su última película, que adapta un relato de Haruki Murakami, apunta a favorita a Oscar al mejor film internacional
BarcelonaEs el director del momento. Ryusuke Hamaguchi se plantó en la última Berlinale con una de las películas más impresionantes de la competición, la de tres historias La ruleta de la fortuna y la fantasía –quinta mejor película de 2021 por los críticos del ARA–, y seis meses después deslumbró en el Festival de Canes con las tres horas magistrales de Drive my car, adaptación de un relato de Haruki Murakami que ganó el Fipresci de la crítica y el premio al mejor guion y que apunta a favorita a Oscar al mejor film internacional. Estrenar dos películas en un solo año ya es excepcional, pero que sean obras tan maduras, complejas y diferentes es simplemente extraordinario.
“La pandemia ha tenido mucho que ver porque nos obligó a cambiar el calendario de rodaje –comentaba el director en el último Festival de San Sebastián–. La ruleta de la fortuna y la fantasía se empezó a rodar primero, pero la acabé al mismo tiempo que Drive my car. Pero no fue tan complicado como parece porque en las dos películas hay muchos elementos en común: conversaciones en coches, el sexo, la actuación... Lo que me ha sorprendido mucho es el buen recibimiento que han tenido las dos películas: estaba convencido de que al menos una de las dos no gustaría”.
En Drive my car, que acaba de llegar a los cines, un famoso actor y dramaturgo acepta la propuesta de dirigir una versión del Tío Vania de Chéjov. Se aloja a una hora en coche del hotel para aprovechar el viaje y escuchar las cintas de la obra que recitaba para él su mujer, muerta dos años antes. Pero la organización le impone por motivos de seguridad una chófer que lo llevará cada día de casa a los ensayos, y entre los dos surge una extraña intimidad puntuada por las palabras del autor ruso. “El cuento de Murakami hacía una pequeña referencia al Tío Vania, que yo había leído hacía tiempo, y cuando volví a leerla me di cuenta de que había muchos paralelismos entre Vania y el protagonista de Drive my car –explica Hamaguchi–. Chéjov tiene la extraña capacidad de liberar la verdad de las personas. Sus palabras describen los sentimientos de Kafuku, las emociones con las que tiene que vivir y que él no puede expresar”.
Torre de Babel teatral
El montaje del Tío Vania que prepara Kafuku rompe con las convenciones teatrales más elementales: unos actores recitan el texto en chino, otros en japonés y una actriz sordmuda en lenguaje de signos. “Poco a poco, las palabras encuentran su sentido –dice el director–. Obviamente, funciona como metáfora, pero lo que resulta interesante del método es que, como no entiende las palabras, el espectador se tiene que fijar mucho en la expresión corporal para entender qué dicen”. Los ensayos de la obra consisten en recitar el texto una y otra vez, sin emoción, hasta que se inscribe en el alma de los actores. No es un método muy diferente del que utiliza el propio Hamaguchi: “Es una manera de trabajar que requiere mucho tiempo y una complicidad especial de los actores –explica–. Por eso siempre busco actores inteligentes que entiendan qué quiero hacer”. Después del trabajo con los actores, el trabajo del director consiste simplemente, dice, “en colocar la cámara en la posición que mejor capture la expresión del actor”. Y no solo la expresión: “Cuando los actores actúan, hay una cosa que no expresan con palabras ni gestos. Puedes llamarlo pensamientos, vida interior o su secreto. La cuestión es que también tienes que poner la cámara para captarlo”.