Cine

El CCCB recorre las tres vidas de Agnès Varda

La exposición abre sus puertas al universo fotográfico, cinematográfico y artístico de la directora de 'Cleo de 5 a 7'

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Autorretrato de Agnès Varda en el CCCB

Barcelona“Ella amaba a la gente”, suele decir Rosalie Varda sobre su madre, Agnès Varda (Ixelles, Bélgica, 1928 – París, Francia, 2019). El CCCB también ama a Varda y, hasta el 8 de diciembre, acoge una gran exposición que recorre todas las facetas del universo creativo de una de las directoras más importantes de la historia del cine, precursora de la Nouvelle Vague y pionera en la incorporación de las herramientas digitales. Agnès Varda. Fotografiar, filmar, reciclar es una exposición concebida por la Cinémathèque francesa y adaptada para el CCCB con el asesoramiento de la crítica Imma Merino, especialista en Varda. "No es una exposición sobre una cineasta del pasado, Varda está plenamente viva", afirma Jordi Costa, jefe de exposiciones del CCCB, que subraya que "el canon del cine del siglo XXI que ha publicado Sight & Sound arranca precisamente con Los espigadores y la espigadora, que en el año 2000 abría una nueva etapa en la carrera de Varda”.

La comisaria de la muestra, Florence Tissot, defiende la singularidad de una retrospectiva que cubre “por primera vez el conjunto de la carrera de Varda” o lo que la propia Varda llamaba sus tres vidas: “La primera como fotógrafa, la segunda como cineasta y la tercera como artista audiovisual”. Vidas que, como vemos en la exposición, se creen a menudo, como aquella fotografía que hace en los años 50 de una patata en forma de corazón que reaparece el año 2000 como concepto en Los espigadores y la espigadora y que en 2003 se presenta en la Bienal de Venecia en la instalación Patautopía. Entre las cuatro instalaciones incluidas en la muestra destaca Las viudas de Noirmoutier, una pantalla-mosaico con testigos de viudas de la isla de Noirmoutier, donde Varda y su gran amor, Jacques Demy, iban a menudo. Muerto Demy, Varda se incorpora como una más de las viudas.

La instalación 'Las viudas de Nourmoutier' en el CCCB

Varda y Cataluña

La muestra se abre con un vídeo creado por la cineasta Mercedes Álvarez (El cielo gira) como introducción poética a la obra y figura de Varda, que da paso al ámbito dedicado a las imágenes, su primer amor. "Fue una fotógrafa absolutamente brillante que se dejaba atravesar por toda la historia del arte", afirma Costa. La exposición del CCCB amplía la de la Cinémathèque y profundiza en las relaciones de Varda con el arte catalán, que conocía bien: retrató a Dalí y Miquel Barceló, que también hizo un retrato en lejía de la directora. En la muestra se incluyen estas piezas y se exponen por primera vez las fotos que Varda tomó durante su visita a Catalunya para fotografiar a Dalí. También hay, por cierto, la polaroid que le hizo Andy Warhol cuando le dedicaron un reportaje al primer número deEntrevista, y los cómics que dibujó sobre ella el también cineasta y amigo Chris Marker. Y, siguiendo con viñetas, también se exponen las que dibujó la pionera delunderground Isa Feu mientras veía las películas de Varda.

Autorretrato de Agnès Varda en el CCCB.

Las películas son sin embargo la columna vertebral de la exposición, que recorre la filmografía de Varda a través de objetos, fotografías y montajes audiovisuales y ofrece tres salas de proyección para ver cortometrajes o fragmentos de películas. Varda tuvo logros comerciales como Sin techo ni ley (1985) y fracasos como Las criaturas (1966), clásicos que no deberían faltar en las historias del cine como Cleo de 5 a 7 (1962) y La felicidad (1965) y títulos a redescubrir como Lions love (...and lies) (1969) y la pionera de la autoficción Documenteur (1981). Si "despertar el deseo de ver" era el motor artístico de Varda, la exposición del CCCB provoca en el visitante el anhelo similar de perderse en las imágenes de la directora, una sensación que refuerza hacia el final del recorrido la vitrina que reúne cinco premios de la cineasta: el León de Oro de Venecia, la Palma de Oro honorífica de Cannes, el Oso de Oro honorífico de Berlín, el César honorífico y el Oscar honorífico. Poca broma.

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