"Estoy más cerca de creer en Nick Cave que de creer en Dios"
Alauda Ruiz de Azúa estrena el drama religioso 'Los domingos', Concha de Oro del Festival de San Sebastián
BarcelonaPoco después de rodar con Laia Costa su opera delgada Cinco lobitos, la directora Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) se reunió con sus productores para hablar de nuevos proyectos y les explicó que tenía ganas de explorar el tema de la vocación religiosa. Ella no es creyente, pero cuando era joven conoció a otra chica que sintió la llamada de Dios. "A mí, que tengo una educación laica, me resultó algo fascinante y misterioso, que alguien pudiera tomar una decisión como ésta basada en la fe", explica. El resultado de ese interés ha acabado tomando forma en una de las películas de la temporada, la coproducción catalana Los domingos, que llega este viernes a los cines con el reclamo de la Concha de Oro ganada en el reciente Festival de San Sebastián.
En la película de la directora vasca, una adolescente que cursa el último año del instituto anuncia por sorpresa a la familia que se está planteando ingresar en un convento de clausura. El padre, con problemas económicos, parece sopesar las ventajas de ahorrarse la matrícula de la universidad y tener una boca menos que alimentar, pero la tía –que ejerce de figura materna a raíz de la muerte de la madre de la chica– apenas disimula el choque y la preocupación. E intenta impedir que la sobrina renuncie a todo lo que le puede ofrecer la vida cuando apenas empieza a vivirla.
En Los domingos encontramos delineado el conflicto entre la libertad individual de una chica de 17 años para decidir lo que quiere hacer con su vida y el deber de un adulto de proteger a una adolescente especialmente vulnerable por haber perdido a la madre de pequeña, una herida abierta y mal curada por un padre emocionalmente ausente. Pero la película también indaga en el misterio de la vocación religiosa. "Durante el proceso de documentación, hablando con chicas que habían oído la llamada, me sorprendió que ellas hacían un relato casi amoroso, pero de un amor arrebatado, como si toda su felicidad dependiera de eso", recuerda Ruiz de Azúa, fascinada de oír tantas veces la palabra amor en boca de las monjas. "Eran chicas adolescentes en edad de sentir un amor más terrenal... ¿Pero cómo podría competir aquello con un amor sobrenatural y misterioso que no se parece a nada que hayas experimentado antes?", dice.
Iniciar una conversación
Desde el principio del proyecto, la directora constató que el tema provocaba reacciones viscerales entre las personas de su entorno. "La película es un espejo del mundo en el que todos los puntos de vista están dibujados y defendidos intelectual y emocionalmente", asegura Ruiz de Azúa, quien no cree que "la mochila de educación y valores con la que llegan los espectadores" sea un impedimento para disfrutar Los domingos. "Mi intención es invitarles a todos a una conversación, pero no sea un monólogo o un panfleto: no me interesa hablar de las cosas que tengo claras, sino hacerme preguntas", afirma. ¿Y qué preguntas son estas? "Independientemente de su sensibilidad religiosa, quería que el espectador se preguntara si la vocación de la protagonista es genuina, sobrenatural o si hay algún adulto que la influencia y le empuja, pero también reflexionar sobre la fragilidad de las familias: las hay muy religiosas en las que una decisión así tampoco es bien recibida".
A través del personaje de la tía Maite (una excelente Patricia López Arnaiz), Los domingos también señala las contradicciones de personas de talante más progresista y –por lo menos sobre el papel– respetuosos con las opciones personales de los demás. "Todos somos muy tolerantes de cara afuera, pero en nuestra casa lo somos menos –señala Ruiz de Azúa–. Maite es un personaje muy interesante. La sensibilidad progresista siempre se encuentra más cómoda en la tolerancia, pero llega un punto en el que incluso ella se plantea, legítimamente, que quizás no todo es tolerable. Entonces, si no es todo lo que si no es tolerable. La cuestión es, entonces, si no la toque si no es tolerable. le están arrastrando a un convento o si, como ella dice, va porque la hace feliz".
Partir de Dreyer y Bresson
Para dar forma a Los domingos, la directora se hartó de ver cine religioso, especialmente de Carl Theodor Dreyer y Robert Bresson, pero "sin querer imitar lo que hacían, porque es inimitable". Ruiz de Azúa quería desmarcarse del cine religioso que da por hecho la existencia de Dios. "Yo no quería entrar en esta cuestión, sino explicar qué sienten los personajes, tanto los que creen en Dios como los que no. Y por eso opté por un lenguaje cinematográfico sobrio y austero, que iguala a todos los personajes", dice.
Una elección muy significativa es el tema Into my arms de Nick Cave, que canta a la joven protagonista en su coral: Y don't believe in an interventionist God / But I know, darling, that you do (No creo en un Dios intervencionista / Pero, querida, sé que tú crees"). "La música manipula mucho y siempre he sido muy pudorosa a la hora de utilizarla, pero aquí es muy bonito porque el corazón funciona de banda sonora sin serlo, y no empujaba en ninguna dirección, solo añadía una capa de profundidad a la canción de la canción de la canción de la canción de la canción de Cave, que funciona como ejemplo inapelable de espiritualidad laica. De hecho, yo estoy más cerca de creer en Nick Cave que de creer en Dios".